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GP Baréin F1 2017: Ferrari quiso ganar

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José Miguel Vinuesa
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19 Abr 2017 - 16:51

Hace una semana, en el Gran Premio de China, la Scuderia Ferrari tuvo en jaque estratégico a Mercedes pero las vicisitudes posteriores mantuvieron el status quo tras la salida. Lewis Hamilton ganó relativamente fácil, pero el ritmo del SF70-H estaba a su altura. Sabía que en un cuerpo a cuerpo no hubiera sido tan sencillo y ya avisaba que las temperaturas altas de la próxima carrera deberían beneficiar a los coches italianos.

Y en ese empate de fuerzas entre pilotos y coches llegaban al desierto de Baréin, con las espadas en todo lo alto. Tradicionalmente, desde la era híbrida, es un circuito que se había adaptado como un guante a las bondades del Mercedes. Y quizás por ello Ferrari, como muchos otros equipos, introducía novedades en su monoplaza, en mitad de los rumores de que sus alerones y el suelo del coche flexan demasiado y podrían ser ilegales, algo que con gran seguridad no es cierto, o ya habrían sido llamados al orden.

Los entrenamientos libres dejaron muchos interrogantes. Sebastian Vettel fue el más rápido en las dos sesiones, especialmente significativo en la segunda sesión, más acorde con lo que se vería en clasificación y carrera. El alemán mostraba un pilotaje preciso, mientras que Hamilton parecía algo más errático, dentro del pequeño marco de imprecisión de un tricampeón del mundo en un Mercedes. Pero también daba la impresión de que Mercedes se guardaba algo. Sin embargo, los Ferrari, o al menos Vettel, era mejor en el segundo sector, el que encadena todas las curvas rápidas, medias y lentas de Sakhir. La batalla corta del SF70H se muestra una opción interesante para la ligereza de movimientos que demanda en su pilotaje Vettel y que puede rendir sus beneficios en circuitos revirados en cuanto a manejo frente al levemente más largo Mercedes. El motivo, además de por tamaño, es por la posibilidad de un reparto de pesos más ajustado.

Y eso que los Ferrari tuvieron fallos, en los Libres 1 Kimi Räikkönen con problemas en el motor –lo cambiarían–, lo que dejó la imagen del Gran Premio con el finlandés atravesando el desierto, toda una metáfora de su inicio de temporada; y en los segundos, Vettel con un problema eléctrico, pero salvando la situación para llegar a boxes poniendo el punto muerto y dejando ir el coche, lo que le permitió no perder mucho tiempo de tan importante sesión.

Y si los Ferrari tenían quebraderos de fiabilidad, los McLaren los tuvieron con Stoffel Vandoorne, con problemas en el MGU-H, algo que se iba a mostrar recurrente durante el fin de semana. Ni siquiera el magnífico anuncio de la participación de Alonso en las próximas 500 Millas de Indianápolis puede quitar de los titulares la decepción en el equipo británico. También tuvo problemas Carlos Sainz, que se perdió así esta importante sesión, mientras que los Renault, de la mano de Nico Hülkenberg, dejaban la impresión de que el monoplaza francés empieza a encontrar el rendimiento del que carecía el año pasado.

La tercera sesión de entrenamientos fue inútil, y ni Mercedes ni Ferrari desplegaron una gran actividad, aunque Hamilton empezó a enseñar su verdadero potencial. La situación para la clasificación estaba bastante abierta, y aunque la degradación de neumáticos de los Ferrari era ligeramente superior a la de los de Brackley pensando en la carrera, podría parecer que los de Maranello iban a plantar cara por fin con vistas a la parrilla.

La sorpresa negativa de la primera sesión fue que Sainz volviese a quedarse parado cuando venía con una vuelta suficiente para colocarle entre los diez primeros. Eso permitió a  Fernando Alonso pasar a la segunda ronda. La sorpresa positiva fue Pascal Wehrlein, que volvía a competir tras perderse las dos primeras carreras aquejado de la lesión que tuvo en la Race of Champions. Y el joven alemán colocó a un Sauber, por méritos propios –no como en China–, en la Q2, y con cierta holgura, lo que demuestra que lo hecho el año pasado con el Manor no era casualidad, y fue toda una reivindicación del piloto frente a sus patrones de Mercedes. 

La segunda sesión dejó a los tres primeros, Hamilton, Bottas y Vettel, en apenas seis centésimas, con Räikkönen a tres décimas tras usar el compuesto superblando que había usado en un segundo intento en la primera ronda. Las diferencias eran mínimas, con Hülkenberg quinto y Jolyon Palmer décimo con los Renault. Los Red Bull, sin embargo, no mostraban velocidad, como tampoco un Alonso que rompía el motor y no marcaba ni siquiera tiempo. Segunda rotura del fin de semana, y no serían todavía las últimas. 

La tercera sesión era una incógnita, si no hacíamos caso a los que reveló Pat Symonds en el canal de televisión en el que ahora colabora. Y es que Mercedes habría transmitido a sus pilotos calma ante lo apretado de los tiempos, porque aún tenían medio segundo en la reserva. ¿Medio segundo? Eso no se vio ni en Australia ni en China. Así que cuando en el primer intento los de Brackley coparon la primera línea, Hamilton por delante y Vettel se quedó a 0’455 décimas, las alarmas empezaron a encenderse. Ferrari no tenía la velocidad a una vuelta, porque el intento de Sebastian había sido pulcro y él mismo lo definiría después como inmejorable. Y no mentía. Simplemente no había más velocidad que sacar del Ferrari, con su compañero a 0’892 décimas en cuarto lugar. Sólo los Mercedes lograron bajar al 1'28.

Segundo intento. Y entonces, Valtteri Bottas hizo una vuelta casi perfecta. Fue todo fluidez, salvo por dos pequeñas correcciones en las eses y en la última curva. Su vuelta era impecable, tanto que le colocaba en la pole provisional. Por detrás venía Hamilton. Otra vez ligeramente impreciso en los ataques de las curvas, pero sin grandes defectos. Al pasar por meta, la sorpresa: 0’023 centésimas le acaban de separar de una nueva pole. Así de rápido había sido Bottas, que había sabido retorcer a su W08 sin aspavientos. Y hay que ser muy rápido para doblegar al mejor clasificador de esta generación, que al acabar este año seguramente será el mejor de todos los tiempos. Fantástica primera pole para el finlandés, que se adapta por fin al Mercedes. 

Los Ferrari no estaban. Vettel no pudo mejorar su vuelta, tras sobreconducir en el segundo intento. Y apareció esa distancia de 0’478 décimas, el medio segundo que Mercedes había anunciado. Peor para la Scuderia, Räikkönen cedía la cuarta posición con un inspirado Daniel Ricciardo, y por poco no perdió también la quinta con Max Verstappen. Hülkenberg confirmó la mejora de Renault, que ya se advirtió en China, Felipe Massa salvó la cara a Williams –lo haría también en carrera–, Grosjean colocó al Haas en noveno lugar, y Palmer redondeó un gran día para Renault al ser décimo.

Las sensaciones el sábado por la noche eran que Ferrari había perdido fuelle y que se veía incluso amenazada por Red Bull, lo que era traer al presente los fantasmas del año pasado. El ritmo de carrera no era tampoco mejor que el de Mercedes según las previsiones, y todo apuntaba a un doblete de las Flechas de Plata. Sólo quedaba la pequeña ventaja de Vettel y Räikkönen de salir por la zona limpia de la parrilla, tercero y quinto, que aquí, con la arena que no cesa en su empeño de invadir y hacer suyo el circuito, era algo importante.

Con Hamilton feliz por Bottas, pero seguro que por dentro mirando de reojo al finlandés, y con Vettel algo preocupado por las circunstancias, el domingo se presentaba como una carrera predecible. La mayoría de equipos pensaban en dos paradas, dada la degradación de neumáticos, pero Mercedes quizás podría pensar en sólo una, por la menor usura que infligían a los Pirelli. Pero la salida lo cambió todo.

Mientras Vandoorne se veía privado de participar en la carrera por un nuevo fallo en la MGU-H de su Honda, los semáforos se apagaban y veían a Bottas mantener con autoridad su primera vez en la primera posición de salida. Hamilton no hizo una mala salida por la zona sucia, y fue curiosamente Vettel el que perdió algo de terreno con el inglés. Pero al llegar la primera curva, Sebastian no dudó y en una maniobra valiente lanzó el coche por el exterior de Lewis, que se encontró en paralelo con un inesperado Ferrari. La segunda posición era para el alemán, que pasaba a atacar con virulencia al líder, mientras Hamilton parecía pasar algunas vueltas asimilando la situación, atacado por un magnifico Verstappen que pasó de sexto a cuarto, robando la cartera a Räikkönen, al que se la había robado a su vez Ricciardo, e incluso Massa lograba superar al segundo Ferrari, que caía al séptimo lugar.

Otro que hacía una salida fulgurante era Sainz, que pasaba de 16º a 11º en la primera vuelta, con el hambre que le caracteriza. Lo mismo que Sergio Pérez, que tras caer en la primera ronda de la clasificación y partir 17º tras el abandono de Vandoorne, pasaba por meta 13º. Comenzaba así una gran carrera el piloto mexicano.

Delante, el trío de cabeza se compactaba, con Hamilton un poco más rezagado para evitar en aire sucio del Ferrari. Pero Vettel acosaba sin descanso a Bottas, que podría querer conservar neumáticos, pero que con su ritmo estaba frenando al grupo, hasta el punto que se convirtió en un quinteto en la vuelta seis, separados por tres segundos. El finlandés no tardó en quejarse de la degradación de sus neumáticos traseros, y Vettel se aproximó aún más. En la vuelta once, sin preaviso, tomó el camino de boxes. Mercedes estaba en jaque, de nuevo, con la estrategia de Ferrari. El alemán retomó la carrera 12º, con neumáticos superblandos, y pese al tráfico empezó a rodar muy rápido.

Mercedes quizás pensaba aún en ir a una parada, pero la realidad es que Bottas retenía a Hamilton y no había llamada a boxes para ninguno de los dos, ni siquiera cuando en la vuelta doce paró Verstappen. Claro, que poco duró la carrera del holandés, único Red Bull incisivo en Sakhir, porque en la vuelta de regreso a pista se quedó sin frenos, y acabó en el muro de la curva cuatro.

El baile en boxes era frenético, pero Mercedes mantenía la compostura, pese a la sangría de tiempo con el Ferrari número cinco. Tampoco cuando entraron Räikkönen, Sainz y otros. Y entonces, en la vuelta 13, el choque entre el piloto madrileño y el Williams de Lance Stroll acabó por despertar a Mercedes. Sainz salía de boxes, y es posible que Stroll pudiera haber dejado más hueco, pero tampoco tenía por qué hacerlo. La realidad es que fue el español quien embistió al canadiense por más que este cerrase la trayectoria –o mejor dicho, tomase con normalidad su trazada–, y así lo vieron los comisarios que sancionaron al de Toro Rosso con tres puestos de penalización y dos puntos en la superlicencia. Quizás excesivo.

El coche de seguridad era necesario con el coche de Verstappen, el de Stroll y el de Sainz por la pista. Y ese fue el momento en el que Mercedes acabó de perder una carrera que Ferrari quiso ganar. Llamaron a sus dos pilotos a la vez, Hamilton tuvo que retener a Ricciardo para dejar espacio temporal en los boxes para dos cambios de neumáticos seguidos, y aún así Ricciardo le superó tras la parada. Peor: la maniobra del inglés le costó una penalización de cinco segundos que, si no definitivamente, hacían que su carrera por la victoria estuviese hipotecada. Porque tras las paradas, Sebastian Vettel era el líder de la carrera.

Cuando se terminó el régimen de coche de seguridad, Hamilton pasó con facilidad a Ricciardo, que estuvo apático toda la carrera y Bottas demostró su voluntad de ganar atacando espectacularmente a Vettel. En la primera curva no pudo. En la subida hacia la cuatro, el Mercedes era una prolongación del Ferrari, con Vettel protegiendo el interior. Era bola de partido, ambos con los mismos neumáticos. Era el momento de ganar o perder. Y Vettel supo mantener con serenidad su posición, arrinconar lo justo al Mercedes que se había colocado a su lado y abrir poco a poco un hueco que demostraba que el Ferrari, con neumático superblando, tenía mejor ritmo que Mercedes. O al menos, que un Mercedes, porque Hamilton rodaba con blandos. Pero sobretodo, el Ferrari no acusó una degradación tan alta con el superblando como el Mercedes y Vettel los hizo durar la friolera de veintidós vueltas, antes de cambiar a los blandos.

El ritmo lento de Bottas antes del coche de seguridad, el propio coche de seguridad, y la jugada estratégica de Ferrari, dieron la posibilidad de ganar a Vettel. Sí, posibilidad, porque seguramente no deberían haber ganado, pero quisieron hacerlo y contaban con un coche lo suficientemente bueno como para plantear su carrera.

A Bottas le pidieron que se apartase para dejar paso a su compañero de equipo y comenzó una exhibición de Hamilton a partir de la vuelta 27. El espectáculo de un piloto lanzado como un poseso a por una victoria que sabía casi imposible. Pero había más. Era un golpe psicológico brutal que sólo los grandes depredadores que son los campeones del mundo saben asestar: humilló a su compañero de equipo, dejó en anécdota su pole position.

Una cosa es ser rápido a una vuelta –e insistimos, mucho mérito del finlandés–, pero otra ser capaz de machacar durante la carrera, y de hacer treinta vueltas en modo clasificación sin cometer errores, mientras cuidas el consumo, las gomas y gestionas el tráfico. Ahí se ve la pasta especial de la que están hechos los pilotos sublimes de los buenos. 

La misma pasta de un Vettel que mientras tuvo detrás a Bottas se distanció poco a poco, conservando sus neumáticos para lo que sabía que sería el ataque final de Hamilton. Sin embargo, la magnitud del ataque se cifra en las vueltas rápidas de cada uno: Hamilton marcó la de la carrera en la vuelta cuarenta y seis con un 1:32:798, con gomas blandas. Vettel, con el mismo neumático, hizo la suya -y cuarta mejor de carrera– en la treinta y seis, a 1'028 segundos de la del inglés. Pero Vettel gestionaba lo que había sido una victoria trabajada, sabedor de que para Hamilton era imposible llegar. Cuando hizo falta, subió el ritmo, sin poder igualar el de Hamilton, entre otras razones, porque sus neumáticos eran menos frescos que los del inglés.

Por detrás, la carrera de Pérez fue para enmarcar. Constante y rápido, aseguró una séptima plaza impensable al principio de carrera, y que se labró a base de progresar por el grupo. Algún abandonó ayudó, pero eso forma parte de las carreras. El mexicano, con un Force India que responde bien pero no es tan bueno como el de 2016, se mantiene como un piloto fiable para sacar a flote los resultados, a la espera de que su compañero Esteban Ocon, que volvió a ser décimo, vaya cogiendo la medida a la categoría y al nivel en el que se mueve: media parrilla. Buena carrera del francés de nuevo, que protagonizó un soberbio adelantamiento en las eses a Wehrlein. Y éste, a su vez, dio un recital sacando lo mejor de un Sauber que en manos de Ericsson languidece. Estuvo por delante de coches mucho mejores, como Toro Rosso o Renault, y firmó una decimoprimera posición que deja a las claras que, sin ser el centro de atención en cuanto a talento explosivo, al alemán habría que cuidarlo porque los mimbres son excelentes.

Buena carrera también de Romain Grosjean, que celebró así por anticipado su cumpleaños del lunes, consiguiendo por fin el resultado para el que trabajaba desde Australia, pero que las circunstancias y los fallos mecánicos le habían sustraído. Con todo en el sitio, firmó una gran clasificación y una carrera agresiva hasta firmar el octavo lugar, lo que hace que iguale a su compañero Kevin Magnussen, que había hecho lo propio en China, pero que en Baréin estuvo más discreto.

Por su parte, el espectáculo lo dieron los de la cola de la parrilla: Alonso, Kvyat y Palmer. Mal rendimiento del británico, que veía a su compañero en novena posición con el Renault, pero él no era capaz de estar en los puntos. Errático también en algunas maniobras con Kvyat, con el que tuvo dos toques, y que dejan entrever la presión que el joven piloto –recordemos que fue campeón de la GP2, y pilotar sabe– parece no saber gestionar. Kvyat, como Ricciardo, los únicos exponentes de sus respectivos equipos, estuvo gris. Por su parte, Alonso volvió a sacar toda la fuerza de su pilotaje para estar luchando por momentos por la 11ª posición. Su paciencia tocó fondo por la radio, quejándose de ser adelantado por coches que venían lejísimos. Peleaba como un felino amenazado, devolviendo adelantamientos en cuanto podía o surgía la ocasión, a veces defendiendo la posición con cambios de trayectoria, pero era incapaz de resistir.

El asturiano sigue alegando que el McLaren MCL32 es uno de los mejores chasis de la parrilla, pero Jonathan Neale, director de McLaren, sostenía que es imposible saber lo bueno que es el chasis sin un motor que empuje. Y precisamente el motor, otra vez, dejó de entregar su potencia al coche de Alonso en los compases finales de la carrera, otra vez tras ser adelantado. Era la segunda rotura en dos días, la cuarta en tres días para los dos coches. Insostenible.

Su participación en la Indy 500 debe producirle esa ilusión y emoción, pese a lo difícil de la empresa, que esta F1 con un McLaren-Honda entre las manos debe empezar a no generarle, pese a que insista en ansiar el tercer título mundial. Y ojo, porque con tres abandonos en las tres primeras carreras, este es el peor inicio de campeonato en toda la trayectoria del asturiano en la F1. Esa es la cruda realidad.

En su anterior equipo, sin embargo, hay que remontarse hasta 2004 para encontrar un inicio de campeonato mejor de uno de sus pilotos, cuando Michael Schumacher ganó las tres primeras carreras. No es comparable, porque por entonces la Scuderia contaba con el mejor coche y ahora no es el caso. Sin embargo, igual que Mercedes lanzaba lo del medio segundo el sábado, Vettel dejaba caer un enigmático mensaje de radio tras la carrera: "esto es de lo que habíamos hablado". En esas palabras se esconde la confianza de un equipo que tiene que mejorar mucho, y pronto, en clasificación, pero que es consciente de que tiene un coche sólo un escalón por debajo del Mercedes, a veces a la par, en ritmo de carrera.

Necesitan a Räikkönen, pero tienen a un Vettel que se muestra maduro, centrado, confiado en sus capacidades, y un equipo a su alrededor que cree con los pies en el suelo en sus posibilidades. Esta Ferrari quiere ganar, y va a por la victoria sin complejos. Y con ello, pone en jaque a una Mercedes que empieza a mostrarse endeble en algunas áreas, como la estrategia. El año se vislumbra como un fantástico cara a cara y un clásico Italia-Alemania. 

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4 comentarios
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20 Abr 2017 - 11:00
Muy buena reseña, y sobretodo objetiva, un bien que no abunda en este sitio. Muy agradecido.
19 Abr 2017 - 23:17
Ya ansiaba leer tu reseña de la carrera JMV. Como siempre es un placer leer un artículo en tú particular e imparcial redacción. Un análisis muy fino y completo de lo sucedido a lo largo de todo el fin de semana, con cada equipo y piloto. Un tapiz puntada a puntada. Saludos.
19 Abr 2017 - 19:46
Ya lo dije en el anteror artículo, un gusto leerte, la verdad que no tengo nada que aportar porque ya lo has dicho todo y estoy de acuerdo, sólo que para mi lo que hizo Stroll es una calamidad, porque reconoció que vio a Carlos por eso.nonemtiendo que @&$£#% hizo el Canadiense cerrando de golpe el giro...me recordó a Jackass
19 Abr 2017 - 17:15
Qué gran artículo, José Miguel. Como siempre, has estado enorme con el resumen del fin de semana. De verdad: da gusto leerte.
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