"En este rally nadie quiere salirse", dice Elfyn Evans. Y la razón no es la velocidad de los tramos lapones –el pasado año en el Arctic del campeonato finés Rovanperä hizo una media de casi 144 kilómetros/hora en una de las especiales–, porque la mayor parte de especiales no tienen obstáculos contra los que chocar, sino la perspectiva de quedarse mucho tiempo dentro del coche a temperatuars gélidas, treinta bajo cero. "Hace verdadero frío y a nadie le apetece estar horas esperando a que te rescaten", dijo el galés.
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