Box This Lap

Hay que ver, un día estás ahí arriba y al siguiente ahí abajo.

C’est la vie, mes amis.

De ilusiones también se vive, pero he de decir que no demasiado bien, se pasa hambre. Aston Martin, al menos durante la primera mitad de la temporada pasada, seamos justos, ilusionó. Lo hizo en forma de podios y luchas cuerpo a cuerpo en la pista contra los grandes. Por. lo menos con el AMR23 en manos de Fernando Alonso logró ocho podios y una vuelta rápida. Aquel poco más que Racing Point repintado de verde nos hizo, incluso, creer que la tan manida victoria 33 era posible. El alonsismo de bien, el que nunca ha perdido la fe, venía de pasar un largo camino por el desierto. Cualquier logro, por pequeño que fuera, era como volver a pisar descalzo un prau asturiano y sentir, entre los dedos de los pies, las briznas de verde hierba.

Hace varios meses que Ferrari decidió no renovar a Carlos Sainz y prescindir de sus servicios. Las razones al completo de esta decisión sólo las saben en Maranello ya que, para el común de los mortales aficionados, tan sólo ha trascendido una, la contratación de Lewis Hamilton. Una razón de peso, sin duda, si atendemos al palmarés del británico y lo comparamos con el del madrileño. Pese a que Sainz ha sido un piloto más que correcto para la Scuderia, con sus altibajos, podría decirse que el destino le ha hecho estar, quizá, en el lugar adecuado (¿quién no querría pilotar para Ferrari?), pero no en el momento justo y su posible éxito con el equipo italiano se ha visto en parte, que no en totalidad, afectado por esto.

Escribir una vez más —y ya he perdido la cuenta— sobre la presunta arbitrariedad y falta de criterio de la FIA y sus secuaces a la hora de aplicar las reglas del juego, sus reglas del juego, acarrea padecer entre un ataque de pereza y el temor a morir envenenado. Y es que tiene uno que morderse la lengua, lo que conlleva el mencionado riesgo de envenenamiento, para no expresar lo que opina sin pelos en la lengua por no correr el riesgo de ver este texto no publicado. Quien conoce este blog y a quienes en él opinan, saben bien que no somos de hacer prisioneros y lo nuestro nos cuesta hacer uso de un lenguaje políticamente correcto como se suele definir hoy día a no salirse mucho del redil. De todas formas, pueden buscarme queridos lectores, en redes sociales si quieren para echarnos unas risas a costa de la FIA y sus adláteres.

Pero ahora que empieza el GP de Miami vamos al meollo de la cuestión. Pongámonos filosóficos:

Confieso no recordar el número de textos escritos por un servidor y aquí publicados sobre la FIA, sus comisarios y la falta de criterio y arbitrariedad a la hora de sancionar según qué acciones en pista. Admito abiertamente que me invade una pereza tremenda volver a comentar algo sobre este tema y, mucho más, escribir sobre ello. Pero aquí me tienen, pese a la pereza y el aburrimiento que me produce, porque al menos me queda –nos queda a todos, mejor dicho–, el derecho a la pataleta, a quejarnos abiertamente y a opinar, algo que al menos de momento la Federación Internacional del Aburrimiento –en adelante FIA– nos permite.

El revuelo causado por el anuncio de la contratación de Lewis Hamilton como piloto de Ferrari con un contrato multianual a partir de la temporada 2025 debió de ser especialmente notable en casa de los Sainz. Quiero pensar que estas cosas se ven llegar, que no suceden de un día para otro. Eso dicen los más próximos al piloto. Al menos, quiero suponer que cualquier piloto sabe que esto puede ocurrir y, por tanto, tiene una especie de plan B con el que tener más o menos asegurado su futuro.

Tras el anuncio del fichaje de Lewis Hamilton por Ferrari, amigos y conocidos no han dejado pasar la oportunidad de preguntarme qué opino de esto. Además, alimentados por decenas de llamativos y grandes titulares en negrita, sobre todo promocionados sin descanso en diversas redes sociales, una duda que ya creía olvidada y aclarada hace tiempo ha vuelto a surgir a flote para muchos de ellos: ¿Será Alonso el sustituto de Hamilton en Mercedes?

Preguntaba nuestro codirector Antonio Lobato –durante el programa post Gran Premio de Brasil en DaznF1– cómo habrían vivido los espectadores en sus casas las ultimas 30, 20 vueltas: Fernando Alonso defendió su tercer puesto frente a 'Checo' Pérez para perderlo a dos vueltas del final y recuperarlo prácticamente sobre la línea de meta. Lo preguntaba tras mostrarse imágenes en vídeo suyas y de Toni Cuquerella en cabina narrando esas últimas vueltas, con Lobato subido de nuevo extasiado sobre una silla de oficina de más que dudosa estabilidad y un Cuquerella tranquilo a su lado.

Pues bien, Antonio, no sé cómo lo habrán vivido los demás, aunque puedo tener una ligera idea, pero voy a tratar de describir cómo lo viví yo, pese al riesgo que supone que a nadie le pueda interesar:

Hace 20 años no existían los televisores de pantalla plana y resolución 4K. Tampoco los teléfonos inteligentes ni Youtube. Google apenas llevaba cinco años entre nosotros y no era ni la sombra de lo que es hoy. El 'streaming' no llegaba ni a ser siquiera el sueño de algún visionario. La gente caminaba por la calle con la mirando al frente, no cabizbaja con la mirada perdida en su teléfono móvil. En las reuniones familiares y de amigos los dichosos teléfonos permanecían en los bolsillos, no en las manos de cada uno de los presentes o encima de las mesas como un cubierto más. Te acordabas del cumpleaños de alguien por ti mismo y no porque una red social cualquiera te lo recordase y para saber algún dato sobre algo tan sólo tenías que hacer memoria, no consultar tu móvil, que, por entonces, de poco te hubiese servido más que para llamar a alguien y preguntarle.

La F1 aparenta vivir uno de sus momentos de mayor éxito. Ciudades de todo el mundo piden ser sede un Gran Premio. Esta temporada se celebrarán hasta tres eventos en un mercado como el de Estados Unidos, donde siempre le fue difícil competir con los espectáculos de motor autóctonos y llamar la atención de su exigente público. Incluso estamos en un momento en el que se graban –o han grabado– varias series documentales sobre la F1 para plataformas de streaming y se han rodado películas –o se está en ello–, tal como hemos podido ver en los últimos Grandes Premios. Sin embargo, pese a esto, todo parece indicar últimamente que al aficionado se aburre.

A Pérez no le pasa nada. Quizá tan sólo que, en las últimas carreras, parece estar mentalmente 'out', con la cabeza en otro lugar. A qué se puede deber esto, nadie lo sabe con seguridad, ni siquiera es probable que ese sea ese el problema. Tal vez la razón es que Sergio Pérez no deja de ser únicamente un piloto excelente, más que correcto para la categoría, pero nada más.