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GP de Mónaco F1 2018: Daniel Ricciardo, intocable

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José Miguel Vinuesa
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29 Mayo 2018 - 09:24

Y llegó el Gran Premio de Mónaco, la sexta carrera del año y la más atípica y a la vez, atractiva del calendario. El número 76 de una larga historia que comenzaba allá por 1929 y que siempre se ha caracterizado por lo difícil del trazado, pero también por la belleza de las imágenes que arroja, más allá de lo emocionante que pueda resultar o no la carrera en sí: ver rodar a coches de F1 en un trazado tan angosto, tan cerca de las vallas, a velocidades absolutamente inapropiadas para esas dimensiones, es una emoción digna de degustar por sí misma.

Pirelli estrenaba aquí su tan esperado neumático hiperblando, marcado con el color rosa pálido, el más prestacional de toda la gama de los disponibles para los Grandes Premios, y que sin duda en el circuito urbano sería muy útil. Llegaba Red Bull con la vitola de gran favorito para la victoria, por delante de Ferrari y Mercedes, en ese orden, por la esperada eficacia de su chasis y un rendimiento aerodinámico superior. Mercedes, con un coche más adecuado a trazados de curvas de alta velocidad, estaba llamado a sufrir, como el año pasado, en este Gran Premio. Dicho sea, claro, en términos relativos.

 

JUEVES

Las nubes desde la roca que abraza el Principado amenazaron la primera sesión de libres del jueves, una en la que Fernando Alonso apenas participó, debido a un fallo en el sensor de un freno, algo que el asturiano detectó a las cinco vueltas y que obligó a investigar y solucionar el problema, pudiendo volver a salir a falta de 11 minutos para el fin de la sesión. Pese a que un bicampeón del mundo de la talla de Alonso no ha de padecer por la pérdida de una sesión completa, lo cierto es que en un circuito como este la confianza lo es todo y eso es algo que se obtiene vuelta a vuelta.

A eso es a lo que se dedicaron, principalmente, todos los demás pilotos. Los Mercedes comenzaron con los ultrablandos sus vueltas desde prácticamente el inicio de la sesión, mientras que los Red Bull se unirían después haciendo uso del hiperblando, misma opción que tomó Ferrari. Había mucho que probar con ellos y de hecho, desde un inicio, los Red Bull se mostraron como los más rápidos, con Daniel Ricciardo y Max Verstappen alternándose en las dos primeras posiciones de inicio. Y eso pese a un absurdo accidente de Sergey Sirotkin en la recta de meta, tocándose con el muro de la derecha por aproximarse demasiado tras la última curva, lo que le causó el pinchazo de la rueda trasera derecha, con algunas piezas esparcidas por la recta.

Los Mercedes pasaron también al hiperblando y Hamilton pudo colocarse momentáneamente en primera posición mediada la sesión, pero pronto un inspirado Verstappen volvía al liderato con un 1'12''280 que sería su mejor registro. El holandés rodaba con mucha velocidad y precisión y sólo un error en Ste. Dévote cortó una sesión perfecta. Su regreso marcha atrás fue objeto de investigación, pero incomprensiblemente ni siquiera fue motivo de advertencia: Sebastian Vettel, aunque a baja velocidad, tuvo que apartarse de la trazada por la maniobra del holandés. Nada dramático, pero tampoco algo tranquilizador.

En un circuito en el que la confianza es el elemento que marca la diferencia, quizás ese susto es lo que hizo que Max perdiese ligeramente el empuje. Le sustituyó su compañero de equipo, que pese a impactar con el guardarraíl interior de la chicane de La piscina, no se vio afectado y marcó un 1'12''126, que quedó registrado como el mejor tiempo de la jornada, avanzando en 0'154 segundos a Verstappen. Lewis Hamilton estaba a gusto con el coche en líneas generales, lo encontraba mejor de lo esperado y quedó tercero, a 0'354 segundos. Sin embargo, el vencedor del año anterior, Vettel, estaba a casi un segundo –0'915 concretamente–. Los tiempos de la primera sesión había que interpretarlos con tantos interrogantes como suciedad y falta de agarre había en el trazado.

La segunda sesión debería entregar algunos datos más fiables. Con algo más de neumático depositado y el sol luciendo en el cielo, las referencias podrían ser más claras. Los Ferrari salieron a pista muy pronto montando los ultrablandos, y obviamente eran los más rápidos, hasta que a los quince minutos aparecieron en escena sus rivales, con opciones variopintas: Hamilton usaba el denostado superblando –el más duro de los traídos a Mónaco– mientras Bottas probaba con el ultrablando y los Red Bull se lanzaban con el preferido: el hiperblando. Verstappen rodaba y rodaba mejorando cada vuelta hasta marcar un 1'12''071, nuevo récord provisional de la pista. Eso fue justo antes de que una tapa de alcantarilla se soltó en la bajada desde el Casino hasta Mirabeau. Bandera roja inmediata y reparaciones durante unos 15 minutos.

Lo llamativo es que Verstappen siguió con el mismo neumático sin flaquezas durante más de 17 vueltas, mejorando su registro a 1'12''035, pero como ocurrió en la primera sesión, su compañero sacó una vuelta más perfecta todavía y se convirtió en el primer piloto en bajar del 1'12. Su tiempo, nuevo récord hasta ese momento, fue de 1'11''841, que colocó a Ricciardo en una primera posición intocable. Max estaba a casi dos décimas. Esta vez Vettel estaba tercero, pero a unos largos 0'572 segundos, superando en poco más de una décima a Hamilton, que de lento no estaba teniendo nada en las calles en las que reside. La brecha con el resto se abría justo detrás de Valtteri Bottas, con Nico Hülkenberg séptimo, a 1'206 segundos, en un emparedado de McLaren con Stoffel Vandoorne, Fernando Alonso y Carlos Sainz en décima posición. Curioso que en el segundo sector, el más revirado del circuito –si es que hay algo que no sea revirado en Mónaco– los McLaren se desfondaban en la tabla. ¿Era indicativo? Hamilton era 18º en el tercer sector, por ejemplo, y Nico Hülkenberg tercero. Quizás se debía a cuestiones del complicado tráfico en este trazado.

Precisamente ese tráfico no permitía sacar conclusiones claras de tiempos de carrera. Ningún piloto pudo hacer varias vueltas seguidas que arrojasen una imagen clara. De lo visto, Vettel tenía una buena media con el ultrablando, pero con pocas vueltas. En términos generales, los Red Bull eran medio segundo más rápidos, con tres décimas separando a los Ferrari de los Mercedes, y los McLaren, Renault y Toro Rosso con un ritmo muy similar. De hecho, con el hiperblando Verstappen podía ser mejor, con Vettel y Hamilton igualados y Daniel Ricciardo, irregular, con momentos emparejado con Verstappen. Lo que sí quedaba claro es que la estrategia, a una parada, sería ideal con la combinación hiper-ultra, dejando de lado al duro superblando, a priori. La degradación era acusada, pero sostenida, pese a la presencia de muchas virutas de goma fuera de la trazada, algo más acusado en este circuito por estar encajonado entre muros. La cuestión era que el hiperblando era capaz de aguantar 30 vueltas –si tomamos a Sergey Sirotkin como referencia–, lo que planteaba la posibilidad a los equipos punteros el que, de ser capaces de pasar el corte con el ultrablando en la segunda sesión de clasificación, la estrategia podría ser idónea, con el neumático más rápido al final con una degradación menos sensible. La gestión de neumáticos sería clave. Pero, ¿serían los modos de entrega máxima de potencia de los motores Ferrari y Mercedes un comodín para la clasificación? Ayudarían, pero en el corto y lento circuito de Mónaco su influencia debería ser menor.

 

SÁBADO

El sábado estaba absolutamente soleado, uno de esos días en los que un F1 entre los edificios de Mónaco es uno de los espectáculos visuales más potentes de este planeta. Así que a mediodía, cuando los monoplazas empezaron a invadir el asfalto, el día decisivo del Gran Premio daba comienzo. Los terceros libres iban a ser importantes para dos pilotos. El primero, Bottas, que al poco de comenzar la sesión tuvo una salida de pista en Ste. Dévote. Tomó la escapatoria correctamente, pero se precipitó en dar el giro de 180 grados para volver a pista e impactó con el alerón trasero en las barreras. Volvió a boxes y sus mecánicos se pasaron buena parte de la sesión revisando el alerón y la zona posterior del Mercedes. No hubo grandes daños y regresó a falta de 30 minutos, pero siempre supone una pérdida de confianza.

El otro fue Verstappen. Dominaba la tabla de tiempos con un 1'11''787, logrado con un hiperblando ya muy avanzado en vueltas. Sí, su compañero Ricciardo estaba al acecho en segunda posición, los Red Bull dominadores durante todo el fin de semana en todos los sectores. No había nada que lograr y sí mucho que perder. Y Max, en un último intento de vuelta rápida a falta de 5 minutos para la bandera a cuadros, cometió el mismo error que en la clasificación de 2016. Tras pasar la rapidísima chicane de Louis Chiron, primera del complejo de La piscina, se encontró a la derecha al Renault de Sainz. Quizás se despistó, quizás perdió la referencia, aunque el madrileño no le había incomodado. Se precipitó en el giro, y en vez pasar rozando el guardarraíl interior, lo impactó de lleno. El coche, con la rueda delantera derecha rota, era un objeto sometido a la cinética sin apenas control. El resultado fue chocar contra las barreras exteriores tras saltar por encima de los pianos. El Red Bull, destrozado en un impacto muy seco. Max hundido moralmente. La clasificación acababa de terminar justo ahí, justo cuando una primera línea era más que factible y una pole en Mónaco posible. Poco importaba que hubiera que sustituir la caja de cambios y penalizar con cinco posiciones, y que por la tarde sumase diez más por un cambio de MGU-K –tercera del año–: era último en parrilla porque no iba a participar en la sesión de clasificación más importante de toda la temporada. Un error clamoroso.

Como si quisiera infligir un daño mayor, Ricciardo salió a pista en cuanto se retiró la bandera roja a falta de 3 minutos, y mejoró el tiempo de su compañero en una milésima: 1'11'786, un tiempo que era el mejor del fin de semana. Un tiempo que ratificaba a Daniel como el referente este fin de semana y a Red Bull, como un coche perfecto en el Principado. Los demás sólo podían ver las cosas desde la lejanía que en el circuito más corto del calendario suponen las 0'237 décimas que separaban a Vettel, tercero, de Ricciardo. Los Ferrari, con las nuevas suspensiones traseras instaladas, copaban la hipotética segunda línea, con Kimi Räikkönen cuarto, a 0'356 segundos. Los Mercedes, más perezosos en su comportamiento en este circuito, estaban a medio segundo: por supuesto que eran rápidos, pero no tan manejables como sus predecesores. La Pole era una quimera para ellos.

La sorpresa fue el rendimiento de los Toro Rosso, los mejores del resto, con Brendon Hartley delante de Pierre Gasly, a 0'966 y 0'975 segundos respectivamente. Justo detrás de ellos, Sainz, un valor seguro en el Principado pese a su monumental susto en Ste. Dévote, bloqueando las ruedas y evitando el muro por poco en una maniobra de rápidos reflejos que le llevó a la escapatoria de la curva sin más problemas. Dejaba buenas sensaciones de cara a entrar en la tercera sesión de clasificación. Alonso, sin embargo, acusando una gran influencia del tráfico, sólo era 15º, a unos lejanos 1'493 segundos. Seguramente era algo circunstancial visto el resto del fin de semana, pero no auguraba nada positivo, aún con todos los condicionantes. El McLaren, definitivamente, no tiene el chasis tan espectacular que han sostenido hasta ahora, y la prueba palpable fue Mónaco, pues allí el Red Bull especialmente les sacaba una gran ventaja en comportamiento.

Así se llegó a la clasificación, en realidad con menos dudas de lo esperado para la Pole. Uno siempre debe esperar sorpresas en Mónaco, pero visto el dominio de Ricciardo, se hacía difícil tener alguna esperanza. Lejos quedaban esas diferencias de centésimas entre los pilotos en este trazado: las distancias eran las largas en el trazado que exige las distancias más cortas con los muros. Así que la primera sesión, pese a las idas y venidas en las posiciones, dejó a Ricciardo con un tiempo de 1'12''013 en primera posición, lento comparado con sus anteriores registros: había margen. No obstante, el más cercano era Vettel a 0'402 segundos. Un mundo. La relativa sorpresa viendo su rendimiento en los terceros libres fue la eliminación de Hartley y también la de Kevin Magnussen, teniendo en cuenta que el VF-18 pilotado por Romain Grosjean al menos había pasado el corte. En el lado positivo, la fantástica octava posición de Sirotkin con el FW41, mientras Lance Stroll estaba eliminado. El debutante ruso y si caemos en el tópico veraz de que Mónaco son manos, dejó claro que ocurra lo que ocurra con su futuro, no es un piloto sin talento. Colocar el Williams en esa posición es una proeza digna de ser resaltada. Como la del piloto local, Charles Leclerc, que con otro difícil monoplaza se coló en la segunda ronda.

Para la segunda sesión, los Mercedes intentaron clasificarse con el ultrablando para poder tener una ventaja estratégica. Pero si ni Red Bull ni Ferrari eran capaces de optar por esta estrategia, a los Mercedes, que eran claramente el tercer equipo aquí, tampoco les iba a resultar posible. Ambos llegaron a estar eliminados en un momento de la sesión, lo que les llevó a volver sobre sus pasos y montar los hiperblandos para clasificarse con holgura, aunque siempre lejos de la cabeza, especialmente un Bottas que sólo pudo ser quinto, a 0'724 décimas del mejor tiempo.

Mejor tiempo de Ricciardo, claro. No sólo eso, sino que se permitió mejorarlo en un brillante segundo intento para rebajar su tiempo a un magnífico 1'11''278. No le hacía ninguna falta, pero el australiano estaba sencillamente en estado de gracia. Así que dejó de nuevo a todos atrás, aunque no tan lejos. De hecho, el Poleman de 2017, Räikkönen, parecía que se ponía serio, al quedarse a poco más de una décima del australiano, seguido por Vettel a 0'240. En ese momento, y con la posibilidad del mapa de motor más agresivo, surgía la duda, la posibilidad de una lucha muy cerrada por la primera posición.

Los que dieron la sorpresa fueron los Force India. No habían estado especialmente brillantes durante el fin de semana, pero en el momento clave aparecieron con mucha solvencia. Ocon era sexto, dentro del rango del segundo de diferencia, seguido a sólo seis milésimas por Pérez. Nadie había contado con ellos y de repente, eran una incomodidad para los habituales competidores de la zona alta de la zona media. Eso provocó que tanto Alonso, octavo, como Sainz, noveno, tuvieran que esforzarse para pasar el corte. A ellos les acompañó un no menos brillante Gasly. Ellos se jugarían los mejores puestos para la parrilla, mientras que Hülkenberg caía eliminado con bastante margen –en términos monegascos–: 0'098 segundos respecto al décimo. Tampoco Stoffel Vandoorne supo sacar lo mejor a su McLaren, o no al menos como hace Alonso, y cayó eliminado. Brillante una vez más Sirotkin, con un 13º puesto que era absolutamente impensable para un Williams: manos absolutas.

Pero si alguien tenía las manos y el coche este fin de semana era Ricciardo. En su primer intento, extrajo la quintaesencia de su Red Bull y de su pilotaje fulminantemente rápido, preciso y seguro. Cerca de los muros, pero sin tocarlos, acelerador muy pronto sin un ápice de descontrol, frenada tardía. El tiempo fue una losa para todos: 1'10''810. La vuelta más rápida dada jamás al circuito urbano de Montecarlo. Simplemente, Daniel había sacado magia de un lugar en el que ya se creía que habría poco más que sacar y rebajó su mejor tiempo de la segunda sesión en casi medio segundo, lo que da mucho que pensar. ¿Qué iban a hacer el resto? Jugar por las sobras, por el relativo éxito de partir en primera línea. Ricciardo era intocable. Y para apreciar la grandeza de esa vuelta, ni él mismo pudo mejorarla en su segundo intento. Sublime.

En el primer intento, Hamilton también hizo un giro muy bueno, pero estaba segundo a 0'451 décimas de diferencia y en su segundo ataque a las calles monegascas, sólo pudo mejorar tres centésimas, que no le sirvieron para mantener la primera línea: sería tercero. Los mapas de motor especiales no eran útiles aquí. Otra vuelta para enmarcar fue la de Vettel en su segundo ataque: 1'11''039. Hay que valorarlo en su justa medida, porque podría haber sido un tiempo de Pole y suponía una mejora de medio segundo respecto a su tiempo en la segunda sesión. El mismo medio segundo que Ricciardo, aunque a otro nivel. Y eso le dejaba a unas lejanas 0'229 décimas de la Pole, pero con una última oportunidad de tomar el liderato partiendo de la primera fila. Su compañero en Ferrari no pudo mejorar en su segundo intento y se quedaba en una incómoda cuarta posición, porque al menos la tercera debería haber estado en sus manos. Peor para su compatriota de Mercedes, un Bottas que no contó en absoluto como amenaza en esta sesión.

El mejor de los demás, un fantástico Ocon, en tercera fila pese a un registro 1'251 segundos peor. Una buena posición de salida para el francés y un buen recordatorio de que el talento sigue intacto, pese a que el Force India ya no sea la cuarta fuerza este año. Más decepcionante, y no por la posición, el resultado del McLaren. Alonso lo colocó en una posición en la que seguramente no debía, una vez más, pero ese séptimo lugar a 1'300 segundos exactos de la pole, lograda por un equipo cliente de Renault como los ingleses, duele. Es una eternidad en un circuito tan corto y denota claramente que el chasis no está a la altura que siempre han sostenido. Llegar a Red Bull es una quimera ahora mismo. Sólo la realidad que no niega la tendencia de mejora del equipo. La carrera podría ser otra historia. Buen octavo lugar de Sainz, especialmente por ser el único Renault en la sesión. Pérez y Gasly cerraron las diez primeras posiciones, en un grupo central que estuvo separado del sexto al décimo por tan solo 0'160 décimas, cifra que casa mejor con lo que estábamos acostumbrados en Mónaco. Unas diferencias mínimas en las que las manos y el arrojo del piloto podían marcar la diferencia.

Pero la diferencia en este día, en lo que llevábamos de fin de semana, se llamaba Ricciardo. Sonreía como un niño travieso, que sabía que había lanzado al mundo un buen puñado de mensajes. El mensaje a Red Bull de que mientras su compañero se equivoca, él es un valor seguro –la parrilla era un emparedado de Red Bull con él en primera posición y Verstappen el último–. El mensaje al que lo quiera para 2019 de que tendrá que pagar por un piloto completísimo en todos los aspectos. El mensaje de que en el lugar en el que la Pole Position es más importante, él, y sólo él, era el mejor con una diferencia notable. Su segunda Pole Position, la anterior lograda también en Mónaco, y como en un 'déjà-vu', conseguida igualmente con un accidente de Verstappen idéntico. El trabajo estaba hecho al 50%, como recordaba el australiano, que seguro que no quería que se repitiese la historia en un punto: en 2016, el box de Red Bull le hizo perder la carrera. Mónaco tenía una deuda con Daniel.

 

DOMINGO

Los tres mejores pilotos del momento en las tres primeras posiciones de salida para el Gran Premio más mediático del año, con la promesa de un espectáculo vibrante entre ellos durante la carrera, con una estrategia idéntica a priori. El ritmo de carrera, la gestión, la inteligencia, marcarían la diferencia. Y en eso, estos tres pilotos son unos maestros consumados. Todos los ingredientes estaban listos para un Gran Premio de Mónaco de gran intensidad, en un día en el que el Principado estaba gris, con fuerte viento e incluso algunas gotas previas. no obstante, éste era el lugar en el que estar en este día de mayo que se embadurna de ostentación, lujo y velocidad. Un canto a lo efímero.

Ricciardo circulaba por el trazado en la vuelta de formación, pensando en no perder la posición en la primera vez que partía desde la pole –en 2016 la carrera comenzó tras el coche de seguridad–. Hizo una vuelta relativamente rápida, en busca de calentar los neumáticos y frenos, pero con ello logró que los primeros estuvieran mucho tiempo parados. Mientras él se colocaba en su lugar, su compañero Verstappen pasaba por Tabac. Tiempo para pensar y preocuparse. Y cuando todo estaba listo y se apagaron las luces, Vettel tuvo un mejor ímpetu, pero Daniel se movió sólo ligeramente a su izquierda para avisar de que en Ste. Dévote no le iba a pasar nadie. Todo fue muy limpio, y sólo Sirotkin y Verstappen lograron recuperar posiciones. Al paso por meta, Ricciardo tenía algo más de un segundo sobre Vettel, al que perseguía Hamilton, Räikkönen, Bottas, Ocon, Alonso, Sainz, Pérez, Gasly, Hülkenberg, Sirotkin, Vandoorne, Leclerc, Hartley, Stroll, Marcus Ericsson, Verstappen, Magnussen y Grosjean.

Pronto Verstappen empezó a adelantar a más rivales: el siguiente fue Ericsson en la quinta vuelta. Dos después daba cuenta de Stroll y de Hartley, justo en la vuelta en la que se anunciaba una penalización de 'stop and go' para Sergey Sirotkin porque sus neumáticos no estaban en el coche tres minutos antes de iniciarse la vuelta de formación. Lo cumplió en la siguiente y con eso, se acabó la posible buena carrera del ruso en un fin de semana en el que había estado a un gran nivel. Su compañero Stroll, en la vuelta 10, tocó a Hartley bajando hacia Mirabeau, dañó el alerón delantero que acabó provocando el pinchazo del neumático delantero izquierdo, y a partir de ahí comenzó un continuo paso por boxes para el canadiense durante toda la carrera.

Por delante, sólo Ricciardo y Vettel se guardaban las distancias ante un Hamilton que se descolgaba, presionado por Räikkönen. Su hiperblando no daba para más, y fue el líder del Mundial el que abrió los pasos por boxes en cabeza de carrera: en la vuelta 13 paró y colocó los ultrablandos. Retomó séptimo la carrera, por detrás de Ocon, pero no tardaría en dar cuenta del francés, que se apartó con docilidad en la vuelta 15 llegando a la chicane en lo que parecía una orden bien cumplida –de ahí quizás las conversaciones posteriores a la carrera entre Ocon y Toto Wolff–. En esa misma vuelta Verstappen adelantaba a Leclerc, para seguir progresando por la clasificación, único espectáculo de la carrera. Fue en ese momento que Ricciardo empezó a exprimir su Red Bull para abrir un hueco con Vettel, que en la vuelta 16 era de 4'2 segundos, justo cuando era necesario hacerlo. No obstante, Vettel intentó sorprender al australiano parando en la vuelta 17, con los ultrablandos, a lo que respondió Ricciardo en la vuelta siguiente con la misma estrategia. Lo mismo para Räikkönen pero no para Bottas, que optó por el superblando, el más duro de los disponibles. Una opción que habían seguido y seguirían casi todos los pilotos de la parrilla, y que se demostraría más correcta.

El ritmo de carrera empezó a bajar en el Red Bull mientras Vettel se acercaba. Y es que hacia la vuelta 26, Ricciardo tenía un problema. En realidad dos: se había quedado sin dos marchas y además, le fallaba el MGU-K en su unidad de potencia, lo que suponían unos 160 caballos de pérdida. De repente, Vettel estaba en sus retrovisores, pero el problema no iba a ser ese, sino el uso de los neumáticos. El ultrablando se degradaba con una velocidad preocupante: lo sufrían los cuatro de cabeza, pero el que más lo acusaba era Hamilton, desesperándose en tercera posición ante la falta de rendimiento. Había que intentar hacerlo durar el resto de la carrera, así que el ritmo bajó notoriamente y el que mejor conservó los neumáticos fue Ricciardo, que con ello compensaba en parte sus problemas ante una mayor degradación para Vettel. El australiano sabía que si era capaz de tener los neumáticos en mejor forma, podría aguantar los posibles ataques de Vettel. Era un tremendo esfuerzo mental: luchar contra una caja de cambios recalcitrante, sobreponerse a una notable falta de potencia y conservar los neumáticos para tener una oportunidad de ganar en el circuito en el que adelantar es prácticamente imposible. Si perdía las gomas, Ricciardo se hundiría ante Vettel. He aquí la gran actuación de Ricciardo.

Mientras tanto, Verstappen estaba décimo y se detuvo en la vuelta 48, para colocar el hiperblando, lo que viendo las degradaciones, parecía una locura, pero era una oportunidad para poder tener mejor rendimiento. A fin de cuentas, Gasly los hacía durar 38 vueltas, más las tres de clasificación. Los números encajaban y acabó por ser una buena estrategia. De hecho, Hülkenberg hizo lo mismo en la vuelta 51, para salir décimo, justo delante de Max. Ellos eran los que tendrían que remontar. Mientras tanto, el Toro Rosso-Honda de Gasly inquietaba al McLaren-Renault de Alonso. El español podía retener al francés porque estaba en Mónaco, con un problema en el cambio que dijo basta en la vuelta 53, cuando en la recta de meta Alonso se hizo a un lado y Gasly pasó. El español aparcó en Ste. Dévote y con ello se esfumó un buen séptimo lugar muy trabajado el fin de semana. 

De esa lucha, a la de Sainz, Hülkenberg y Verstappen. El español difícilmente podía aguantar a su compañero y excompañero. Por la radio le pidieron que hiciese labor de equipo y dejase pasar a Nico: Carlos no dudó y seleccionó el mejor momento, precisamente en 'su' vuelta, la 55, nada más salir de Ste. Dévote: se apartó e inmediatamente bloqueó a Verstappen. Lo sostuvo apenas tres vueltas, las suficientes para dar un margen a Hülkenberg de 11 segundos. De hecho, el adelantamiento de Max fue brillante: saliendo del túnel, Carlos protegió el interior, y Max se fue pegado al muro derecho para pasarlo. La frenada fue al límite, tanto que el Red Bull acabó pasando por encima del montículo amarillo del piano de la chicane, rebotando, pero por delante. No hubo ni investigación y Carlos tampoco se quejó después: su problema había sido una mala estrategia. Le tocaba rodar en décimo lugar y conservar ese último punto.

En la cabeza, por un momento los cinco primeros se apretaron, pero pronto volvieron a ser sólo Ricciardo y Vettel a una distancia corta, que no iba más allá de los 1'5 segundos, mientras Hamilton se descolgaba, a siete segundos del líder. La clave para Ricciardo era que sus neumáticos estaban en un estado mejor. Estaba cumpliendo vuelta tras vuelta su cometido. Incluso se permitió subir un poco el ritmo para desembarazarse de la presión de Vettel. Su único temor podía ser un coche de seguridad. Y entonces, en la vuelta 72, Leclerc embestía con virulencia a Hartley en la frenada de la chicane. En descargo del monegasco, se había quedado sin frenos. Su Sauber se fue directo a la escapatoria, mientras Hartley circulaba con el alerón trasero subido a la tapa motor y precariamente sujeto. La frenada de la chicane llena de restos no provocó el coche de seguridad, sino el virtual, que se eliminó en la vuelta 74. Vandoorne había aprovechado para parar en boxes y colocar hiperblandos y apareció justo delante de Vettel. 

Pero ese no fue el problema para el alemán de Ferrari, sino que no pudo poner en temperatura sus neumáticos, así que Daniel, que sí pudo y los tenía en mejor estado, abrió un hueco definitivo, ante el que Vettel se rindió: mejor un segundo que un ataque descontrolado que acabase como en Bakú o peor. Nadie, ni los problemas mecánicos, iban a poder doblegar a Daniel Ricciardo este fin de semana. Su pilotaje fue sublime todo el fin de semana, pero la exhibición en carrera es del nivel de pilotos en el que el australiano se mueve, pese a no ser aún campeón del mundo. Lo que debiera ser una victoria relativamente fácil se convirtió en un reto que Daniel asumió con su habitual tranquilidad. La consecuencia fue su séptima victoria, el día en el que Red Bull cumplía 250 Grandes Premios. La que Daniel más había soñado desde aquél desastroso día de 2016. Ya era suya. Y hasta la nobleza monegasca se doblegó a su carisma y se contagió de su alegría.

Menos feliz estaba Vettel ante la segunda ocasión en la que un Red Bull con problemas se convertía en un monoplaza insuperable. En clave de campeonato no era un mal resultado: todo lo que sea recortar puntos es positivo. El Ferrari se comportó bien, aunque habrá que esperar a que en circuitos más ortodoxos demuestre haber recuperado su nivel. Aunque es cierto que quizás Hamilton estuviera más feliz: su Mercedes no estaba en ningún sitio en esta carrera. En la peor situación, con Verstappen en la posición que debía, debería haber aspirado a un quinto puesto, incluso por detrás de Räikkönen. La realidad es que estaba en el último escalón del podio, y que sigue líder con 14 puntos de ventaja sobre Vettel. Lo que viene siendo encajar perfectamente el golpe.

Räikkönen y Bottas tuvieron un fin de semana gris, que no mejoró en carrera. Por momentos, el Ferrari número 7 presionó a Hamilton, pero acabó presionado por Bottas. Quizás en otros circuitos, la situación hubiera sido diferente en meta en ambas situaciones. El que estaba también pletórico era Ocon por su espectacular sexto puesto. Ni un error del francés, una carrera inteligente, un coche que respondía perfectamente a sus requerimientos y la vuelta del talentoso y joven francés a los puestos de cabeza. Peor le fue a Pérez, que debería haber puntuado, pero su nefasta parada en boxes le relegó a un pobre 12º puesto final, que no reflejaba la realidad de su pilotaje. Mientras tanto, Gasly lograba otro resultado espectacular a bordo del Toro Rosso: un séptimo por méritos propios, presionando y sacando a relucir lo mejor de un monoplaza que en esta pista suele rendir tradicionalmente bien. Mientras tanto, de manera casi desapercibida, los problemas de fiabilidad de Honda parece que han desaparecido. Gasly sostuvo al final de la carrera a Hülkenberg y a Verstappen. Ambos remontaron con soltura y mientras el de Renault tendrá un gusto dulce de su carrera, el de Red Bull lo tendrá agridulce: su coche era el mejor este fin de semana, pero su error le redujo a una carrera complicada con dos puntos como premio. Carrera, eso sí, madura y agresiva a partes iguales. No cometió ni un error, ni se precipitó. Siguió siendo Max.

El último punto lo logró Sainz, en una carrera que fue poco a poco a peor por culpa de la estrategia. Un mal día, en el que sin embargo hay que ver el lado positivo de un punto más para el contador. El resto de la clasificación quedó con Ericsson, Pérez, Magnussen, Vandoorne, Grosjean, Sirotkin y Stroll. Los Williams cerraron la tabla, aunque su debutante ruso –del que algunos esperaban acciones que denotasen su nefasto nivel– mereció mucho más, y fue un error del equipo lo que le privó de posiciones más altas. Los puntos quizás fuesen una quimera, pero desde luego poco se puede reprochar a Sirotkin de talento.

Otro año más, la F1 dejaba Mónaco con una carrera sin mucha acción, como es cumplida tradición en este trazado. O quizás sí. Porque en este circuito se exacerba el arte de la conducción precisa y veloz, la visión de carrera, la paciencia y el talento. Ahí reside la gran emoción de este Gran Premio, con el extra de disputarse en un escenario de ensueño. Este año, fue Ricciardo el que se sumó a la larga lista de ganadores del Gran Premio de Mónaco en una tremenda pelea íntima con sus emociones, su máquina y los rivales. Intocable.

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12 comentarios
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01 Jun 2018 - 21:10
JMV. como siempre un muy buen análisis de todo el fin de semana del GP de Mónaco, felicidades, una gran reseña....!!
Sebas
29 Mayo 2018 - 17:47
#9 Lo único que puede variar la estrategia entre los equipos sería los repostages, así cada uno ver� ... Ver comentario
Esa si seria una buena opción, ademas veríamos carreras mas al sprint. El problema es que los equipos no quieren los repostajes, la FIA ya los quiso de nuevo y los equipos se negaron.
29 Mayo 2018 - 17:19
Por cierto, excelente reseña de todo el fin de semana. Felicitaciones JMV.
29 Mayo 2018 - 17:17
Lo único que puede variar la estrategia entre los equipos sería los repostages, así cada uno vería cual compuesto le sirve mejor según la carga de combustible.
Sebas
29 Mayo 2018 - 17:10
#7 @#3 Al menos si duran no bajan el ritmo, y por tanto hay mas posibilidades de accidente y de Safety ... Ver comentario
Pero a ver, cual es el problema, que duran o no duran? El super blando daba para toda la carrera. Ademas, aquí el ritmo lo marca el que va en cabeza, te recuerdas de Rosberg, gano aquí con el brazo por la ventanilla y saludando. Mónaco es lo que es, y no de ahora, lo que si resulta curioso es que no saliera ni un SC, eso si que es curioso, por el resto, lleva así muchos años.
29 Mayo 2018 - 15:17
#3 @#1 El problema de la F1 actual y los neumáticos es lo difícil que es adelantar en muchos circuito ... Ver comentario
Al menos si duran no bajan el ritmo, y por tanto hay mas posibilidades de accidente y de Safety Car.
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14-55
29 Mayo 2018 - 13:54
[Editado por la Administración SoyMotor.com]
29 Mayo 2018 - 10:18
#2 buen articulo como siempre. Lo que si tengo una duda, la caja de Ricc falló o es que debido a la fa ... Ver comentario
"forzándole a gestionar al límite las temperaturas de los frenos traseros y evitando la séptima y octava marcha." https://es.motorsport.com/f1/news/redbull-monaco-riesgo-motor-ricciardo-rotura-1042615/
29 Mayo 2018 - 10:16
Como siempre, una gran y detallada reconstrucción de lo sucedido durante el GP..... un circuito, que sin lluvia o SC, es demasiado previsible, y el miedo a perder posición es muy grande
Sebas
29 Mayo 2018 - 10:02
#1 Prefiero algo como el año pasado a lo de este año. Porque el desgaste de neumáticos solo hace qu ... Ver comentario
El problema de la F1 actual y los neumáticos es lo difícil que es adelantar en muchos circuitos, así los que duran ya duran y los que no, los hacen durar bajando el ritmo todo lo posible y mas.
Sebas
29 Mayo 2018 - 10:00
buen articulo como siempre. Lo que si tengo una duda, la caja de Ricc falló o es que debido a la falta de esos 160cv no metía mas de sexta para no perder aceleración y velocidad final?
29 Mayo 2018 - 09:54
Prefiero algo como el año pasado a lo de este año. Porque el desgaste de neumáticos solo hace que sea todo superlento, porque no merece la pena parar. Sin desgaste al menos vemos a los coches al límite, rozando el muro.
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