Peugeot E-308

Para hablar del comportamiento del motor del Peugeot E-308 hay que hacerlo irremediablemente de sus modos de conducción, ya que la elección de uno u otro cambia sensiblemente su reacción. El denominado Eco limita la potencia a poco más de 107 caballos, cifra más que suficiente como para afrontar la gran mayoría de las situaciones cotidianas a las que toca enfrentarse. Son algo escasos simplemente cuando toca incorporarse a una autovía o autopista, para adelantar o al subir con cierto ritmo un puerto de montaña. A cambio, eso sí, se obtiene una eficiencia sobresaliente que, si se conduce como ha de conducirse un eléctrico, permite acercarse a esos 14,9 kilovatios hora cada 100 kilómetros de gasto que se homologan.

Los modos Normal, ya con 136 caballos, y Sport aportan el brío que puede echarse en falta en algunos momentos con el Eco. Eso sí, en todo caso la respuesta del motor es suave y progresiva. La habitual contundencia de los motores eléctricos desde que se roza el acelerador no aparece en el e-308. Y nos parece un acierto, porque el cometido del vehículo no es el de un deportivo. Cabe recordar, eso sí, que en cualquiera de los tres modos de conducción se puede solucionar una posible demanda inmediata de potencia pisando a fondo el acelerador, kick-down incluido.

Salvo por estas peculiaridades de la mecánica eléctrica que equipa y por un tacto de freno no muy natural –mal endémico de casi todos los BEV–, se puede decir que el e-308 es un 308 como cualquier otro. Eso quiere decir, por ejemplo, que tiene un tacto de dirección sobresaliente. Otra cosa es la comodidad o no que le pueda generar a uno el volante de pequeñas dimensiones, pero no se puede negar que la información que transmite es clara y precisa.

También merece elogios el comportamiento del chasis del e-308. En todo momento se nota muy asentado sobre la carretera. Su estabilidad no se resiente ni siquiera en las carreteras secundarias más exigentes. Es más, da la sensación de ir muy sobrado respecto a la potencia que ofrece el motor. Además, el mencionado suave carácter de éste provoca que en ningún momento haya amagos de pérdida de tracción, ni siquiera cuando se acelera en apoyo.

¿Merece la pena apostar por el E-308 en lugar de una de las versiones de combustión? He ahí el dilema. Por tamaño es un coche que puede considerarse como algo más que un vehículo destinado al tráfico urbano, pero su autonomía no permite pensar en él como un producto que nos salve sin quebraderos de cabeza extra en un viaje largo. Si es el único vehículo que se va a tener en el garaje quizá convenga más apostar por una de las versiones de combustión o por uno de los híbridos enchufables, ya que con el acabado Allure como referencia hay un ahorro de unos 14.000 euros, descuentos y Moves aparte, respecto al de gasolina de 130 caballos y de unos 2.500 con el PHEV de 180 caballos.