Opel Corsa-e

El Opel Corsa se vuelve más urbano que nunca con esta versión eléctrica. Tanto por la suavidad que aporta en todo su rango de funcionamiento como por su autonomía. Hemos probado el Corsa-e durante aproximadamente 100 kilómetros durante la presentación nacional de la edición especial 40 Aniversario.

El desempeño del motor es perfecto en un entorno urbano porque, a pesar de su condición de eléctrico, no incurre en ningún momento en brusquedades derivadas de la inmediata entrega de par. Ni siquiera al arrancar. Posteriormente, la ganancia de kilómetros/hora se produce de una forma muy lineal.

Puede que la sensación de aceleración no sea ni de lejos la más espectacular del mercado, pero ni el Corsa-e lo busca ni desde luego significa que el coche no lleve a cabo un esprint inicial de cierta contundencia. Simplemente la progresividad con la que gana velocidad da esa sensación de tranquilidad. De hecho, en carreteras comarcales de doble sentido tuvimos que realizar adelantamientos y no echamos en falta más potencia.

Otro de los puntos clave que nos hace pensar en el Corsa-e como una apuesta claramente urbana es su autonomía. Si se lleva a cabo una conducción normal ésta debería rondar los 250 kilómetros.

Respecto al comportamiento dinámico, ni siquiera en carreteras viradas conduciendo a cierto ritmo se percibe en exceso que esta versión del Corsa supere claramente el peso de las unidades térmicas. No existen inercias ni balanceos en la carrocería, algo que es posible gracias al bajo centro de gravedad del vehículo, cuyas baterías van situadas en el suelo. Por lo demás, todo lo dicho en la prueba del Corsa de combustión en su artículo correspondiente sigue vigente.

Lo que sí cambia claramente respecto a los modelos térmicos es el tacto del freno, excesivamente artificial con una primera parte del recorrido del pedal que da la sensación de no detener el coche todo lo deseado. No obstante, éste es un mal endémico que, en mayor o menor medida, sufren todos los vehículos electrificados.