Hasta cierto punto es comprensible, Honda todavía está pagando la novatada, y de hecho creo que tardará en ofrecer la mejor imagen de la unidad de potencia. De momento hacen lo que tienen que hacer, la prioridad debe ser asegurar una mínima fiabilidad del motor. Mucho trabajo todavía en Japón...
Realmente yo soy de la idea de que nada identifica a un piloto como su casco. Las franjas verde y negra sobre el amarillo de Senna, el rojo de Lauda, el negro de Damon Hill, el azul con el rojo y amarillo de Fernando.... Cuando Vettel se retire, ¿con qué diseño se identificarán sus fans? Porque queramos o no, también es un identificativo para los aficionados. Sinceramente pienso que el cambio continuo de modelo no aporta nada al piloto. Me suscribo a lo que dice Felipe: el casco es como una segunda cara.
Sin duda, cuando me enteré sentí pena; la presencia de la grava a milímetros de la trazada aportaba un plus de riesgo y exigencia al piloto, haciendo de ella una curva para los mejores. Quizá se pierda parte de esto, pero sigue siendo la Parabólica, y sobre todo, sigue siendo Monza, el templo de la velocidad, y un circuito único para todos los que amamos la F1.
Hasta cierto punto es comprensible, Honda todavía está pagando la novatada, y de hecho creo que tardará en ofrecer la mejor imagen de la unidad de potencia. De momento hacen lo que tienen que hacer, la prioridad debe ser asegurar una mínima fiabilidad del motor. Mucho trabajo todavía en Japón...
Realmente yo soy de la idea de que nada identifica a un piloto como su casco. Las franjas verde y negra sobre el amarillo de Senna, el rojo de Lauda, el negro de Damon Hill, el azul con el rojo y amarillo de Fernando.... Cuando Vettel se retire, ¿con qué diseño se identificarán sus fans? Porque queramos o no, también es un identificativo para los aficionados. Sinceramente pienso que el cambio continuo de modelo no aporta nada al piloto. Me suscribo a lo que dice Felipe: el casco es como una segunda cara.
Sin duda, cuando me enteré sentí pena; la presencia de la grava a milímetros de la trazada aportaba un plus de riesgo y exigencia al piloto, haciendo de ella una curva para los mejores. Quizá se pierda parte de esto, pero sigue siendo la Parabólica, y sobre todo, sigue siendo Monza, el templo de la velocidad, y un circuito único para todos los que amamos la F1.