BMW M2

El BMW M2 es un auténtico animal de circuito. Sí, permite una utilización razonable en el día a día, pero cuando se trata de extraer todo su potencial la carretera se queda pequeña, muy pequeña. Bastaron apenas 50 kilómetros al volante durante la presentación nacional del vehículo para darnos cuenta del tamaño de la obra de la marca alemana.

Vaya por delante que no nos dio tiempo a jugar con los diferentes modos de conducción y demás, con lo que decidimos dejar el que viene de serie, llamado 'Road'. Eso quiere decir que todo lo que vamos a describir a continuación tiene potencial de radicalizarse. Y con este modo desde luego que ya es suficientemente extremo. En el nuevo M2 las cosas pasan muy deprisa. Puede que su motor haya perdido potencia respecto a la que tiene en el M3, pero esos 460 caballos dejan una firma difícil de olvidar cuando se despliegan. Cuidado al hacerlo sin controles porque los dientes de la zaga aparecerán sin dudar. Acelera de forma muy contundente y, en el caso de la versión manual que condujimos, obliga a jugar con el cambio antes de lo que la mente puede considerar lógico.

Este carácter rabioso no impide que la capacidad de tracción del coche sea óptima. Si uno no comete errores a la hora de pisar el acelerador todo irá como la seda. Así funciona también el cambio manual, del que sólo hemos echado un falta unos recorridos de la palanca de cambios más cortos y directos. Por cierto, la función que emula el punta-tacón actúa de fábula.

Otro de los puntos clave del M2 es su rendimiento en apoyo. No tomamos una sola curva en la que el coche amagase con perder adherencia cuando ésta afronta su punto más crítico. Pero no, no es este el momento que más placer da al volante. Es el inicio de la curva. La dirección eleva a sus máximas cotas lo que suele ser en los M de BMW. Precisa, directa, con una resistencia al giro de volante que difícilmente puede ofrecer mejor tacto. Es tal la agilidad que transmite que cuesta creer que el coche pese 1.775 kilos, algo más en el caso de la versión automática.

También nos ha dejado muy buen sabor de boca el freno. Hubiese aguantado un tacto de pedal más firme, pero lo realmente importante es que es capaz de detener el M2 en pocos metros y sin pérdida alguna de estabilidad. Y la fatiga no debería ser un problema con los M Compound de la marca alemana.

Por último hay que hablar del sonido. En condiciones normales no es todo lo contundente que a uno le gustaría, mal endémico de todos los deportivos de un tiempo a esta parte, pero lo cierto es que según se acerca el cuentarrevoluciones al límite la cosa cambia. Como cambia con el modo Track activado, según el personal de BMW, pero para confirmar esto debemos esperar a un futuro encuentro con el coche que esperamos no tarde en producirse.