Un niño ha fallecido por los chanchullos de una ITV en Murcia: ya hay 11 detenidos

El vehículo en cuestión, una furgoneta, acabó volcando. Tenía la ITV en regla, pero las autoridades vieron rápidamente que algo no cuadraba. Un neumático había reventado y se veía a simple vista que había otro en muy mal estado. La Guardia Civil empezó a tirar del hilo y vio que había pasado la ITV en la estación de La Hita, en Molina de Segura, así que envió unos agentes para llevar a cabo una inspección rutinaria. Lo que vieron ahí hizo que saltaran todas las alarmas.

La policía vio que había varios coches procedentes de talleres. Vehículos viejos en muchos casos que a simple vista se veía que estaban mal. Y eso dio pie al inicio de la conocida como Operación Mojita, que ha permitido la detención de 11 personas en esa misma estación. La práctica totalidad de la instalación, porque todo el mundo cobraba mordidas “menos una o dos personas”, según ha revelado La Opinión de Murcia.

En la trama participaban el director técnico, los mismos mecánicos y el personal administrativo de la instalación. Actuaban en coordinación directa con propietarios de varios talleres, que eran quienes les nutrían de coches que en condiciones normales no habrían superado nunca la prueba.

COCHES EN MAL ESTADO… Y EN MUCHAS OCASIONES DE MÁS DE 20 AÑOS

Cuando el Ministerio de Interior comunicó las 11 detenciones, precisó que muchos de los vehículos involucrados eran coches con más de 20 años de antigüedad. Vehículos que cada vez estaban peor, pero que seguían recibiendo la homologación necesaria para circular otro año por la vía pública.

“Se realizaban inspecciones en cuestiones de segundos, sin comprobar elementos esenciales como los cinturones de seguridad y los neumáticos”, dijo entonces la Administración. “Con prácticas irregulares, como la manipulación de vehículos durante el proceso de inspección”. Todo resultó en “un notable número de inspecciones fraudulentas, especialmente en vehículos de más de 20 años”.

Al dar el apto a coches que no cumplían con los mínimos necesarios, la probabilidad de que ocurrieran accidentes y situaciones de gran peligro subía exponencialmente. Eso es lo que ocurrió justamente ese viernes de julio, cuando un neumático que ya estaba en muy mal estado acabó reventando y provocando un accidente en el que perdió la vida un niño de tan sólo 4 años de edad.