¿El negocio del siglo?: Tesla cobrará casi 1.000 millones de euros de otras marcas por venderles sus créditos de carbono

Hecha la ley, hecha la trampa, que se suele decir. Y en este caso esta última se conoce como 'pooling'. Básicamente se trata de una argucia legal que permite que los fabricantes vendan créditos de carbono a otros para que los que no alcancen el límite de emisiones que indica la normativa puedan mejorar su media. Les sale rentable tanto a los pagadores, porque la cuantía a abonar es menor que las multas previstas, como desde luego a los cobradores.

Una vez explicada la teoría, la práctica indica que, según un estudio hecho por UBS, Tesla puede llegar a ingresar 1.000 millones de dólares por la venta de estos créditos de carbono. Es decir, algo menos de 975 millones de euros al cambio actual. Está previsto que las marcas y grupos que entren en la ecuación sean Stellantis, Ford y Toyota.

Tesla no va a ser la única que haga esta jugada. Volvo, a través de Polestar –o más bien de la matriz Geely–, va a engrosas sus arcas gracias a Mercedes-Benz –que también tiene relación con los chinos–, aunque el montante que se espera recaudar será menor, de unos 300 millones de euros.

NO TODAS LAS MARCAS ESTÁN DE ACUERDO EN QUE SE PUEDA HACER ESTO

Las leyes anticontaminación y las multas previstas están pensadas precisamente para eso, que los coches contaminen menos en Europa. Estas alianzas van en contra del espíritu de la normativa, como se diría en la Fórmula 1 cuando un equipo encuentra una zona gris en el reglamento. Pero son legales, al menos de momento, y eso algo que no gusta a todos.

Renault ha sido el último fabricante en alzar la voz. Fue la semana pasada cuando los galos afirmaron que este mecanismo puede suponer una pérdida de fuerza de las marcas europeas respecto a las americanas y, sobre todo, las asiáticas. Se exige, cuanto menos, una mayor claridad en el camino marcado desde la Comisión Europea para conseguir los objetivos propuestos.

LAS MULTAS QUE TIENEN QUE PAGAR LOS FABRICANTES... Y LO QUE VIENE

La normativa CAFE –son las siglas de Emisiones de Combustible Medias Corporativas en inglés– establece desde el pasado 1 de enero un límite medio de emisiones a los fabricantes de 93,6 gramos de CO2 por kilómetro. Hasta ahora esa barrera era de 115,1, y se van a tener en cuenta todos los coches vendidos en los 27 países de la Unión Europea.

Todos aquellos que se pasen de este límite deberán pagar 95 euros por cada gramo excedido por el número de coches que se hayan vendido. Es decir, una millonada. Se calculan pérdidas para los fabricantes de entre 10.000 y 16.000 millones de euros, motivo por el cual estos han solicitado un retraso en la entrada en vigor del nuevo límite de dos años, de momento sin éxito. Además, el horizonte no es nada halagüeño para las marcas, porque desde ahora todas ellas están obligadas a reducir sus emisiones en un 15% respecto a lo que tenían a principio de la década.