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GP China F1 2017: Hamilton devuelve el golpe

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José Miguel Vinuesa
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10 Abr 2017 - 13:42

Lewis Hamilton necesitaba disipar las dudas que se habían generado en Albert Park, tras haber sufrido un desgaste prematuro de los neumáticos y haberse visto superado en ritmo de carrera por el SF70-H de Sebastian Vettel. Sabía que el Mercedes no era en absoluto un mal coche, pero había que volver a la senda de la victoria: una segunda derrota y algunas alarmas se habrán disparado. Quizás todo se debía a las peculiaridades del circuito australiano.

Por su parte, Vettel y Ferrari llegaban con la satisfacción de un inicio de campeonato perfecto, mejor quizás de lo esperado y con la humildad que se ha apoderado de la Scuderia en el invierno y tras esa primera victoria. Saben que el rival es un gigante difícil de doblegar y es pronto para triunfalismos en un inicio de campeonato tan igualado.

El problema para ambos, y para toda la parrilla, es que no hubo entrenamientos libres el viernes debido a la climatología, que impedía llegar al helicóptero médico al hospital. Fue una decisión correcta, aunque nos privara de ver a los monoplazas rodar y alargase un poco más la ansiada necesidad de respuestas más fiables en un circuito más real. Así que todos llegaban al sábado completamente ciegos en relación a rendimiento, desgaste de neumáticos o reglajes. 

Pero cuando se tienen dos coches como el Mercedes W08 y el SF70H, uno puede estar relativamente tranquilo de que estará arriba, salvo grandes sorpresas. Y eso es lo que ocurrió en una clasificación que generó altas expectativas, sobre todo tras ver en la Q2 a los cuatro primeros en sólo cuatro décimas, con los dos pilotos de Ferrari en las primeras posiciones. Las espadas estaban en todo lo alto, pero Hamilton no estaba dispuesto a perder sus dominios en el primer lugar de la parrilla. En su primer intento en la Q3, una pequeña corrección en la chicane antes del gran curvón de derechas hizo que la vuelta no fuese perfecta, pero marcaba un 31'9 que le daba la pole provisional con 0'184 segundos de ventaja sobre Vettel. 

En el segundo intento, Lewis fue velocidad pura, empezó por la agresividad con la que afrontó la entrada de la primera curva y después con un dominio absoluto de su monoplaza, al que hacía bailar por las enlazadas, al que hacía morder los pianos, al que hizo volar bajo. El resultado fue un 1'31'678. Por detrás, Vettel hizo lo que definió posteriormente como una vuelta perfecta, de la que no podría haber sacado nada más, pero que le otorgó el segundo lugar a 0'186 de Hamilton, sólo dos milésimas peor en la diferencia que en el intento anterior. Ese era el nivel de los contendientes. Claro, que el alemán de Ferrari lo logró 'in extremis', superando por sólo una milésima a un Valtteri Bottas, que volvió a quedarse en el último instante sin la primera línea. Cuarto, en tiempos de ’32, y lejos, Kimi Räikkönen, que pasó de una posible pole en la Q2 al cuarto lugar. 

Ferrari necesita mejorar el ritmo a una vuelta, pese a que han mejorado notablemente y son capaces de superar a uno de los Mercedes. O al menos, Vettel lo consigue, pero para aspirar con solvencia a la victoria, la primera línea es necesaria, pero la pole más, el lugar que te permite salir desde la zona buena de la pista y afrontar la salida con garantías. Mercedes, sin embargo, mantiene ese punto de supremacía, pero sólo con Hamilton, que es capaz de sacar el máximo al monoplaza. Él y Vettel demuestran esa pasta especial que les hace exprimir sus coches.

La sorpresa de la clasificación fue doble. Por un lado, que Max Verstappen no lograse superar la Q1 y se clasificara decimonoveno, aquejado de problemas en el RB13. Generó un sinfín de dudas sobre el monoplaza austríaco, aunque al final Max fuera a salir decimosexto. No era la situación soñada, sobre todo cuando Daniel Ricciardo partiría quinto. Se revirtió la situación de Australia. La otra sorpresa fue el excelente decimotercer puesto de Fernando Alonso con su MCL32, en otra vuelta de quitarse el sombrero, dejando atrás a rivales con coches mucho mejores, más aún cuando su compañero de equipo quedó clavado en la Q1. Cero críticas a Stoffel Vandoorne, que lucha con un monoplaza demasiado complejo y carente de rendimiento como para poder hacer destacar el talento que atesora el belga, pero la experiencia se nota en estos casos. 

Otro que firmó una clasificación para enmarcar fue Nico Hülkenberg a los mandos de un todavía precario RS17, y Lance Stroll se coló por primera vez en la Q3, clasificándose décimo en su segundo Gran Premio, un avance notable para el canadiense tras ser vigésimo en Australia. Su vuelta en la Q1, que le colocó quinto, la consiguió bajo la presión de pasar a la siguiente ronda. Empieza a mostrar su talento, si bien sigue pelando compulsivamente con el volante.

La carrera se planteaba más abierta que si hubiera sido en seco. Porque el domingo, como indicaban las previsiones, llovió en el circuito de Shanghai, y eso hizo que las opciones de casi todos los pilotos se abriesen. La pista estaba para neumáticos intermedios, y sólo un piloto cometió la osadía de colocar neumáticos de seco: Carlos Sainz, que partía undécimo. Osadía o jugada maestra, dependiendo de cómo evolucionara la pista, pero tomaba un riesgo de los que dan frutos o descalabros, y el resultado dependía de sus manos.

Si en seco hubiera sido difícil que Vettel presionara a Hamilton en la salida, en mojado la situación no mejoraba. Por eso, Vettel colocó su coche en el cajón de salida fuera de la posición normal, ostensiblemente a la izquierda de la zona marcada. Buscaba evitar las marcas de neumático, que con agua sólo le habrían dado más derrapaje. La situación no era normal y motivó una investigación que quedó sin sanción, pero que puede abrir las puertas a que otros pilotos actúen de forma similar.

Pese a ello, Hamilton tomó el liderato con comodidad, sin presiones al encarar la primera curva. La presión era para Vettel, que veía a Bottas en su lado izquierdo. El alemán fue arrinconando al finlandés hacia el exterior, dentro de la legalidad, para no darle la oportunidad de conseguir el interior en la segunda curva, lo que habría supuesto perder la segunda posición. Bottas tuvo que ceder en el último momento, y Sebastian pudo concentrarse en Lewis. El que no hizo eso fue Kimi Räikkönen, que se vio sorprendido por un desatado Ricciardo, que colocado en el exterior mantuvo su posición con firmeza para arrebatar el cuarto lugar al finlandés de Ferrari.

Pero la salida del día fue para Max Verstappen. Desde el decimosexto lugar, al séptimo al paso por meta. Como un juego, el holandés superó a quien se ponía por delante, con la ambición propia de alguien que quería reponerse, y sabía que podía hacerlo, del descalabro del sábado. Buena salida también de Alonso, que aprovechó las dudas en otros competidores para avanzar hasta el octavo lugar. Eso es algo que no pudo hacer Sainz. La cámara subjetiva mostró la impotencia de alguien a quien le faltó agarre en pista y mucho hizo el madrileño con no sucumbir a un súbito aquaplaning que le hubiera hecho pasar inmediatamente a la categoría de fracaso. Eso sí, tuvo un trompo y golpeó una barrera, pero el STR12 se mostró un coche sólido, que no reportó ningún daño.

Entre la confusión, el ímpetu de la primera vuelta y la pista deslizante, el que se llevó la peor parte fue Stroll, al que embistió Sergio Pérez y tuvo que acabar a mitad de la primera vuelta con lo que podría haber sido una carrera prometedora. Ese accidente motivó que se activara el coche de seguridad virtual, y en ese momento, Ferrari lanzó un órdago contra Mercedes, al hacer parar a Vettel para poner neumáticos blandos en la vuelta tres. Era una jugada estratégica brillante, tanto es así que cuando volvió a la pista, el piloto de Ferrari era sexto, pero cerca de los que le antecedían y con los neumáticos correctos para las vueltas que vendrían. Incomprensiblemente, Mercedes no copió, al menos con uno de sus monoplazas, la estrategia de los italianos, con un inmovilismo que sólo los sucesos posteriores evitaron que pudieran haber sido nefastos para el resultado final. Porque Vettel olía a líder de la carrera en unas pocas vueltas.

En la vuelta cuatro, la carrera se relanzó, pero no duró mucho tiempo, porque Antonio Giovinazzi, que ya había probado en clasificación los muros del lado izquierdo de la recta de meta, colisionó esta vez con los de la parte derecha, merced a un aquaplaning que fue incapaz de controlar. La factura del italiano para su equipo durante este fin de semana fue abultada, pero eso no quita, de momento, nada de valor a la promesa de futuro que es el italiano. Y sin embargo, el piloto, que se encuentra bajo el manto de Ferrari, propició la situación que acabó arrebatando la victoria a la Scuderia, porque para limpiar los restos en la pista, salió el coche de seguridad, que tenía que pasar por el carril de boxes. Eso hizo que en Mercedes, y los demás equipos que aún no lo habían hecho, realizasen la parada para cambiar a gomas blandas. En ese momento, la ventaja estratégica de Vettel, que seguía sexto, se esfumó.

Sin embargo, el alemán pasó a quinto lugar en la vuelta en la que se iba a reanudar la carrera, debido a que Bottas cometió un error monumental al realizar zig-zags para calentar neumáticos. Incomprensiblemente perdió el control del monoplaza y realizó un trompo que debió tornar su pálida tez en un tono rosso corsa bastante pronunciado. Pero el problema para los Ferrari no era seguir a Hamilton, sino los dos RB13 que se habían colado delante de ellos. Por un lado Ricciardo, y por otro un sorprendente –si es que aún sorprende- Verstappen. Pero Max no tardó demasiado en dar pruebas de su valentía, al adelantar a su compañero en la curva tres del circuito, lanzándose desde lejos a por un hueco que el australiano no había cubierto. 

Por un breve momento, parecía que Max, con neumático superblando, podría inquietar a Hamilton. Los RB13, ya se vio en Melbourne, tienen que hacer uso de compuestos más blandos que sus rivales para mantener un ritmo similar a estos, con la contrapartida de que el desgaste es más prematuro y fue eso lo que hizo que la carrera se rompiese, puesto que Ricciardo se convirtió en un muro para los dos Ferrari. Kimi Räikkonen era incapaz de adelantar al australiano y Vettel aguantó algunas vueltas detrás de su compañero de equipo. Quien sostuvo con rotundidad que fue Verstappen el que dio la victoria a Vettel en la carrera anterior, debería sostener, por la misma lógica, que posiblemente Ricciardo se la dio a Hamilton en China, pero ninguna de las dos situaciones explican plenamente la razón de ambas victorias.

Así que, mientras un coche plateado y otro azul mate se alejaban en la distancia, dos monoplazas rojos eran rehenes del RB13 número tres. Hasta que a Vettel se le activó el instinto depredador y decidió que ya era suficiente. Poco antes, en la vuelta 18, Vandoorne tomaba el camino de boxes por problemas de alimentación en su MCL32. Dos vueltas después, Vettel se colocaba detrás de Kimi después de la curva casi imposible que es la primera del circuito chino. Y en la tres, se lanzaba al interior. Kimi hizo amago de cerrar la puerta, y lo hizo, pero dejó el espacio justo para evitar la colisión, y vio cómo su compañero se colocaba cuarto. Pero lo mejor llegaría dos vueltas después. 

A Vettel la carrera se le escapaba. Su Ferrari le permite hacer casi todo lo que desea, su ritmo es alto, su manejo noble. Y no podía permitirse acabar quinto, o cuarto. Aún había una opción. Repitió la estrategia que había usado con su compañero, y en la casi rotonda curva uno se pegó a Ricciardo. Bajaban hacia la tres, el objetivo del alemán diáfano. Pero el australiano había aprendido de su refriega con su compañero de equipo que debía cubrir el interior. Lo hizo. Pero jamás se hubiera esperado que Vettel atacara por el exterior en una lenta horquilla. El alemán frenó tardísimo, se colocó en paralelo, y para cuando Ricciardo quiso reaccionar, la posición del Ferrari era firme. Un toque de ruedas camino de la primera de las enlazadas, añadió el dramatismo necesario a lo que ya había sido de por sí uno de los adelantamientos más soberbios que se han visto, sin ayuda de DRS, en los últimos años. El próximo objetivo era Verstappen.

Y Vettel llegó rápido. Y en una de las escasas veces en las que el holandés sucumbe a la presión, bloqueó ostentosamente las ruedas de su Red Bull en la penúltima curva. Camino libre para el Ferrari. El problema es que Hamilton estaba ya a una distancia insalvable, que rondaba los diez segundos. Salvo algún problema o un coche de seguridad, lo que tenía que hacer Hamilton era controlar una carrera que había tenido en jaque, pero que no iba a estar dispuesto a perder. Vettel lo intentó, hasta que comprendió que era en vano.

La carrera quedó estabilizada en las primeras posiciones y sólo el intento final de Ricciardo sobre su compañero Verstappen, en lucha por el último escalón del podio, puso mordiente a los instantes finales de la prueba. No pudo el australiano, mientras Max se quejaba amargamente de un Romain Grosjean que, pese a haber sido advertido con banderas azules, no se apartó. En defensa del francés, su ritmo era lo bastante bueno como para mantener una distancia suficiente respecto de los Red Bull, pero también es cierto que debería haberse apartado. Quejas furibundas de Verstappen, que pese al intento desesperado en la última vuelta de Ricciardo, logró el tercer puesto, y con ello firmó una remontada espectacular, labrada en la pista, que le coloca en el tercer lugar de la clasificación. Cuidado con Verstappen si el RB13 supera sus flaquezas.

Por detrás, Sainz y Alonso protagonizaron una carrera soberbia. El primero, porque hizo funcionar su arriesgada estrategia y pilotó con velocidad pero sobre todo con seguridad en una situación delicada. Cuando la pista se estabilizó, estaba sexto, y mantuvo esa posición salvo los cambios por la última parada en boxes. Tras ese momento, se aproximó a un Fernando Alonso que llevaba toda la carrera en los puntos, principalmente en séptima posición. Era un duelo de amigos, sí, pero de rivales. Al piloto de McLaren le resultó difícil contener el ataque de su compatriota, pero no iba a entregar su piel con facilidad. Fernando nunca lo hace. Así que cuando Sainz le pasó al final de la larga recta en la vuelta 34, el bicampeón del mundo se revolvió y lanzó su coche al interior. El resultado es que se pasó de frenada, y Sainz lo superó con sólo mantener la línea buena de la curva. Carlos ya no es una promesa, es una realidad muy sólida, que extrae lo mejor de su coche, y que con el séptimo puesto en esta carrera, tras sucumbir ante el huracán del Mercedes de Bottas, le sitúa como el mejor piloto de los que no llevan un Mercedes, un Ferrari, o un Red Bull.

Defensa numantina, decíamos, de Alonso, que cedió ante la evidencia de un coche que se desmoronó justo después de ser superado por Sainz, con un palier roto. Un fallo que es del coche, y que, como sostiene Alonso, se debe en gran medida a la ausencia de entrenamientos en pretemporada por la falta de fiabilidad del motor Honda. Pero son ya dos abandonos del español por problemas no relacionados con el motor. Lo que hace Fernando con el McLaren es impresionante. Deberíamos disfrutar de ello, casi más que cuando tenía coches competitivos, porque está destilando un pilotaje cargado de pundonor y experiencia, arrojo y soberbia, que podría desaparecer de la parrilla al acabar este año. Lástima que la temporada tenga perspectivas poco halagüeñas para él.

Carrera a destacar la de Kevin Magnussen con el Haas VF-17, que logró estrenar el casillero del equipo estadounidense este año con los cuatro puntos de la octava posición, lograda en los compases finales tras adelantar a Pérez. Una carrera fuera de los focos, pero muy regular del danés, que recupera así el sabor de piloto de nivel que dejó en algunas actuaciones con McLaren el año de su debut, pero que no pudo refrendar el año pasado en Renault. El Haas, al menos al principio de esta temporada, responde, y tanto Grosjean, que acabó decimoprimero, como Magnussen, sacan partido del buen material a su disposición, especialmente del motor Ferrari en su versión 2017. A su vez, Sergio Pérez y Esteban Ocon volvieron a estar en los puntos por segunda carrera consecutiva. Resultado más gris del mexicano en comparación con su actuación en Australia, pero consistente en todo caso, como viene demostrando de un largo tiempo a esta parte. 

Y al salir del coche, Hamilton apretó los puños y celebró una victoria muy necesaria para la tranquilidad propia y del equipo. Esta vez el puñetazo era al aire, y no a una mesa con frustración. Mercedes, que había sucumbido a una nueva jugada estratégica de Ferrari, pudo recomponer la situación. Eso sí, el equipo alemán empieza a pensar que Hamilton está sólo, al igual que Vettel en Ferrari. Ninguno de los finlandeses que son sus compañeros de equipo han mostrado un nivel que pueda hacer presumir, en este momento, que en caso de fallo del líder natural del equipo, pueden estar al quite. Carreras muy grises de ambos, incluso más de un Kimi que nunca tuvo –otra vez- el mordiente necesario para acercarse al rendimiento de su compañero.

Así que están solos. Empatados a puntos en el liderato de un campeonato que se vislumbra largo. Empiezan a mirarse de soslayo, a vigilarse. Los ritmos de sus coches son parejos –la vuelta rápida de Hamilton fue sólo 45 milésimas mejor que la de Vettel, en vueltas similares y con neumáticos prácticamente con el mismo desgaste–, y tanto ellos, como sus equipos, van a tener que trabajar con mucha atención al detalle para no cometer errores y mantener el rendimiento mostrado hasta ahora. Un fallo, y la brecha puede ser demasiado grande. Para alegría del espectador, ha llegado por fin el momento de la lucha cara a cara entre Hamilton y Vettel. A ver qué piloto de los dos da el siguiente golpe.

2 comentarios
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10 Abr 2017 - 16:58
Suscribo lo dicho: "Un toque de ruedas camino de la primera de las enlazadas añadió el dramatismo necesario a lo que ya había sido de por sí uno de los adelantamientos más soberbios que se han visto, sin ayuda de DRS, en los últimos años."
10 Abr 2017 - 14:38
Yo, mas que Hamilton devuelve el golpe, diría: "Hamilton aprovecha el golpe de Giovinazzi y lo da en China", con eso de "golpe" en doble sentido :-P (Estoy de broma) . Ahora en serio: me gustaría que alguien explicase por qué no se penalizó a los que cambiaron gomas con el coche de seguridad pasando por el Pit. Recuerdo que en Movistar+ dijeron que, si se daba el caso, se penalizaría a los pilotos que lo hicieran, pero no volvieron a sacar el caso. . Gracias. Saludos.
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