TÉCNICA: el funcionamiento de los frenos en Monza 2019

Universalmente conocida como el 'Templo de la velocidad', la pista brianzola –está a 15 kilómetros de Milán– se construyó en 1922 para disputar el Gran Premio de Italia. Con 68 Grandes Premios disputados, el Autódromo Nacional de Monza es el circuito más utilizado en la historia de la Fórmula 1: en Mónaco se han disputado 66 Grandes Premios y en Silverstone, 53.  En los años 70, para limitar la velocidad de los monoplazas, se introdujeron tres chicanes, denominadas Varianti –variantes–. La última vez que se modificó la pista fue en el año 2000, con el cambio de la Variante del Rettifilo. ​  Con esta configuración, la vuelta récord es de Kimi Räikkonen que, en 2018, con el Ferrari equipado con frenos Brembo, paró los cronómetros en 1'19''119. Este año, con coches con más rendimiento y neumáticos más anchos, se podría batir este récord. ​  El esfuerzo será notable para los sistemas de frenos de los monoplaza que este año logran desarrollar mayores pares de frenado. Por otra parte, la escasa carga aerodinámica utilizada para explotar las rectas larguísimas se traduce en apuradas de frenada sumamente fuertes y difíciles de controlar. ​  Según los técnicos de Brembo, que han clasificado las 21 pistas del Mundial utilizando una escala de 1 a 5, el Autódromo Nacional de Monza cabe en la categoría de los circuitos desafiantes para los frenos. ​  La pista italiana se ha apuntado un índice de dificultad 4.

EL DESEMPEÑO DE LOS FRENOS DURANTE EL GP Hace cuatro años, en Monza los monoplaza más rápidos en calificación daban la vuelta a un promedio de 250 kilómetros/hora, mientras que el año pasado pasaron los 263 kilómetros/hora. El tiempo gastado en frenar es escaso: sólo el 11 por ciento de toda la carrera. 

Monza tiene seis frenadas por vuelta: en Singapur son 15, en Monaco, Yas Marina, Budapest y Baku 11, pero en Hockenheim son cinco. De promedio, se utilizan los frenos durante 10,6 segundos por vuelta, valor superior sólo al de la pista de Spielberg, que es un kilómetro y medio más corta. ​

La presencia de pocas frenadas, pero todas muy fuertes, se traduce en una desaceleración media de 4,1 G por vuelta. ​

La combinación de frenadas fuertes, compensadas por su escaso número, genera una energía disipada frenando por cada automóvil durante todo el Gran Premio ajustada con respecto a la energía disipada en otros GP: efectivamente, los 165 kilovatios hora son comparables con los valores de Spa-Francorchamps y de Sochi. Desde la salida hasta la bandera de cuadros, cada piloto aplica una fuerza total, sobre el pedal del freno, de 31 toneladas. ​ 

Prácticamente, a cada vuelta la fuerza aplicada para frenar roza los ​600 kilos lo cual exige una gran preparación física, indispensable también para hacer frente a las aceleraciones laterales en las curvas largas.

LAS FRENADAS MÁS DIFÍCILES De las seis frenadas del Autódromo Nacional de Monza, los técnicos Brembo han clasificado tres como difíciles para los frenos, una es de dificultad media y las otras dos, ligeras. ​

La más difícil para el sistema de frenos es la primera curva despues de la meta: los monoplaza llegan a 349 kilómetros/hora y, en tan solo 137 metros, bajan a 87 kilómetros/hora. ​ 

Para lograrlo los pilotos frenan durante 2,74 segundos, aplicando una fuerza de 196 kilos sobre el pedal del freno y afrontando una desaceleración de 5,6 G. Impresiona también la frenada en la Curva 4, de 334 kilómetros/hora a 119 kilómetros/hora en tan solo 2,09 segundos y 117 metros: la fuerza sobre el pedal es de 133 kilos y la desaceleración máxima es de 4,9 G.

​Intenso es el esfuerzo exigido a los pilotos en la sucesión de curvas 6, 7 y 8: tres frenadas con desaceleraciones entre 2,2 G y 5 G y fuerzas sobre el pedal de 45 kilos, 59 kilos y 82 kilos.