¿Escapará una vez más la Fórmula 1 a la lluvia en Singapur?

No desdeñables las posibilidades de que lo haga en la tercera sesión de entrenamientos libres o en la clasificación, del orden del 40%. Correr con agua aquí es complicado porque no hay medias tintas, 'chirimiris', lloviznas: aquí o sol o aguacero, tormenta de la buena. Así que sufrirlo además de noche, a la luz de reflectores que se reflejarán en los charcos y sobre el asfalto mojado, puede serlo todavía más.

Todo ello suponiendo que las calles por las que transcurre el trazado de Marina Bay drenen lo suficiente para evacuar el agua sin que quede el asfalto inundado, transformado en un canal más adecuado para la motonáutica que para el automovilismo. La bandera roja durante tiempo está, en este caso, garantizada.

Sólo en 2017 cayó un chaparrón antes de la carrera y todos cambiaron a ruedas intermedias o de lluvia. Con la pista mojada, pero ya sin llover, Sebastian Vettel arrancó mal desde la Pole y Kimi Räikkönen, muy bien; Max Verstappen quiso ir a tomar el primer viraje y se encontró que Kimi ocupaba el lugar; el Ferrari y el Red Bull se tocaron, Räikkönen perdió una rueda al tocar el muro y de rebote se llevó por delante a Vettel y más adelante, a Max. Sebastian pudo negociar la primera curva, su coche estaba tocado y partió en aquaplaning, mientras Fernando Alonso, para evitarlo, saltó muy fuerte sobre los pianos. Los dos Ferrari y Max abandonaron al momento; Fernando lo hizo unas vueltas más tarde con el coche inconducible.

También en 2012 hubo algo de agua, pero fue en los Libres 1 y su incidencia quedó rápidamente olvidada.

Lo raro no es que llueva en Singapur, sino que no lo haya hecho en ninguna de las ediciones anteriores. La zona es proclive a las lluvias torrenciales al anochecer, como ha sucedido frecuentemente en el Gran Premio de Malasia, pocos centenares de kilómetros más al norte, en Sepang.

Todo ello ha alimentado la leyenda de que las autoridades de Singapur y los promotores del evento se aseguraban de que no lloviese por un método peculiar, que algunos agricultores usan en todas partes del mundo para provocar la lluvia.

Es lo que algunos conocen como 'siembra de nubes'. Pequeños aviones y con cohetes parecidos a los de feria lanzan yoduro de plata o cristales de hielo seco a la atmósfera, para favorecer la condensación artificial de nubes y la lluvia. Pero, claro, no lo harían sobre el cielo de Singapur, sino que lo hacen en otro lugar, alejado, para que las nubes se descarguen y desaparezcan antes de llegar a Marina Bay.

Es algo que el gobierno de Singapur desmintió hace unos años. "Ni nos lo hemos planteado. No hay métodos fiables. Los vientos variables darían lugar a lluvias impredecibles", señalaron en su día.

A pocas horas para la primera sesión de entrenamientos libres, ha aumentado a 80% la probabilidad de lluvia para el domingo: