TÉCNICA: el funcionamiento de los frenos en Singapur 2019

El circuito diseñado por el arquitecto Hermann Tilke se modificó por primera vez en 2009, por segunda vez en 2013 –cuando se eliminó la chicana de la curva 10– y por tercera y última vez en 2015, cuando se corrigieron las curvas 11, 12 y 13. ​ Se diferencia de los demás circuitos urbanos por su longitud –5.063 metros contra los 3.337 de Mónaco– y velocidad –la media de la vuelta es casi 190 kilómetros hora, 19 kilómetros hora más que en Mónaco–, además de por las irregularidades del asfalto debidas a las alcantarillas y las rayas pintadas que, en ocasiones, hacen perder el agarre.​

El ritmo tan alto y la falta de espacio adecuado para la refrigeración –la recta más larga mide solo 832 metros– lo convierten en uno de los circuitos más duros para los sistemas de frenos. ​El desgaste del material de fricción es uno de los canales que deben monitorizarse constantemente con la telemetría. ​​​

Según los técnicos de Brembo, que han clasificado los 21 circuitos del Mundial utilizando una escala de 1 a 5, el Marina Bay Street Circuit pertenece a la categoría de los más difíciles para los frenos. ​Al circuito de Singapur se le ha atribuido un índice de dificultad 5, idéntico al valor de los circuitos de Montreal, Ciudad de México y Abu Dabi.

EL DESEMPEÑO DE LOS FRENOS En la 23 curvas del trazado, los frenos se utilizan 15 veces por vuelta, valor récord para el campeonato: de todos los demás 20 circuitos, solo Mónaco, Baku, Budapest y Abu Dabi llegan a las 11 frenadas por vuelta, y los demás presentan valores inferiores. ​ El tiempo empleado en la frenada también es récord: casi 24 segundos por vuelta, mientras que el porcentaje de uso de los frenos es el 25% de la duración total de la carrera, valor inferior solo al de Mónaco. Y pensar que hace dos semanas, los coches de Fórmula 1 rodaban en Monza utilizando los frenos solo seis veces por vuelta con un porcentaje del 13%. ​ También es muy elevada la energía disipada en frenada: nada menos que 275 kilovatios hora.​ La extremada tortuosidad del trazado implica una desaceleración media por vuelta de 3,4 G. ​

Desde la salida hasta la línea de meta, cada piloto aplica una fuerza total, sobre el pedal del freno, de casi 70 toneladas. en otras palabras, por cada minuto de carrera, el esfuerzo es superior a 630 kilogramos. ​Un esfuerzo físico importante, si tenemos en cuenta la gran humedad que suele caracterizar a esta carrera –de 66 a 71 % en 2016–, además de las altas temperaturas ambientales. ​

LAS FRENADAS MÁS DIFÍCILES De las 15 frenadas del Marina Bay Street Circuit, los técnicos Brembo han clasificado tres como difíciles para los frenos, cuatroson de dificultad media y las otras ocho ligeras.

La más difícil de todas es la curva Memorial –curva 7, el nombre deriva de su cercanía al parque que conmemora a las víctimas de la Segunda Guerra Mundial–: los monoplazas pasan de 335 a 128 kilómetros hora en 2,06 segundos, en los que apenas recorren 118 metros. ​

En este punto los pilotos están sujetos a una desaceleración de 5,4 G y ejercen una carga de 144 kilogramos en el pedal del freno. El esfuerzo de los pilotos –5,2 G– y del sistema de frenos también es muy importante en la curva Sheares –curva 1, que lleva el nombre de Benjamin Sheares, ex presidente de Singapur–: la velocidad de los coches pasa en 105 metros y 1,70 segundos de 326 a 154 kilómetros hora, gracias a una carga de 114 kilogramos en el pedal del freno. ​​Algo menos dura, pero solo porque los coches llegan a menos de 300 kilómetros hora, es la frenada de la curva 14: de 299 a 93 kilómetros hora en 107 metros con 4,9 G de desaceleración y 139 kilogramos de carga en el pedal. ​