Silverstone, con la piel de gallina

Si somos absolutamente honestos, vemos que la Fórmula 1 de los últimos años –y tampoco lo más recientes– ha sido un campeonato de neumáticos, de motores y de ingenieros. Es lo que tenemos ahora mismo: un campeonato de miles de ingenieros que trabajan para hacer mejorar lo que ya parece inmejorable.

Pero pienso que la competencia de los pilotos debería estar por encima de la tecnología, del diseño aerodinámico. Es por eso que la gente va a ver las carreras y es por eso que la gente pone la televisión: todo el mundo quiere ver las luchas de los héroes, de los gladiadores.

Lamentablemente eso no lo vemos la mayoría de veces. Sí vemos algún destello, algún instante que nos acelera brevemente el corazón y nos hace levantarnos de nuestros asientos, pero ese instante es una estrella fugaz. Desaparece y el cielo vuelve a ser oscuro, y volvemos a la monotonía de lo previsible.

Pero Silverstone fue una excepción. Espero que sirva de ejemplo y que Liberty Media aprenda de ello, porque queremos que la Fórmula 1 camine en esa dirección. Es un circuito que va contra las tendencias: cuando todos cambian las puzolanas por escapatorias de asfalto, ellos quitan el cemento para poner grava, acercan los límites de la pista y estrechan el circuito. Parece insólito, pero es verdad. Y hemos visto que funciona y da espectáculo.

Luego está la naturaleza de Silverstone, con muchas curvas rápidas que ponen mucho estrés lateral a los neumáticos. Es por eso que es casi obligatorio hacer dos paradas. Y cuando hay dos paradas, los pilotos pueden gestionar un poco menos y sacar a relucir su piel auténtica, pueden sacarse el disfraz. Los neumáticos son algo fundamental: no pueden durar tanto como ahora, porque hacen daño al campeonato y esto no es resistencia. Aquí hay que ir a fondo siempre.

En Silverstone se fue mucho tiempo al límite. Hay que dar las gracias. Gracias a los organizadores por mantener la esencia del circuito, gracias a los comisarios de Austria por no sancionar a Verstappen. Esa decisión fomentó que ayer viésemos adrenalina y testosterona, que nos regalaron un domingo excepcional.

Quiero empezar por la primera lucha que vimos: la de Valtteri Bottas y Lewis Hamilton. Bottas estuvo extraordinario. Los dos lo estuvieron. Es difícil luchar cuerpo a cuerpo en la Fórmula 1, pero lo es mucho más cuando es con tu compañero, cuando has de mantener el respeto y la distancia. Se dejaron lo justo y lo necesario.

Me sorprendió que Bottas le aguantase el tipo. Valtteri es un piloto extraño… Este año se está probando el disfraz de aspirante al campeonato. Me da un poco de pena cuando veo contra qué tiene que luchar. Tiene que ser muy duro hacerlo tan bien y no poder batir a tu compañero, porque éste es magistral. Lo está dando todo y en Inglaterra estuvo soberbio. Aguantó hasta que el coche de seguridad hizo que todo saltara por los aires. Lewis estuvo muy bien, pero Valtteri estuvo excepcional.

A Hamilton su parada le salió más barata porque la hizo bajo el coche de seguridad, y eso le vino bien para la victoria. A nosotros nos privó de ese duelo entre compañeros. Tiene el sexto Mundial en el bolsillo. Todos los abemos. No creo que nadie se lo pueda levantar. A partir de ahí, irá a por el séptimo para tratar de igualar a Michael Schumacher y, si lo hace, el objetivo será el octavo para entrar definitivamente en la historia. Es el piloto británico con mejor palmarés. Cuando en la antesala del podio vi las fotografías de James Hunt, Jim Clark o Jackie Stewart, me di cuenta de que todas estas leyendas están eclipsadas por lo que está consiguiendo este hombre.

El duelo entre Max Verstappen y Charles Leclerc también terminó con coche de seguridad, pero nos hizo levantarnos del asiento y gritar de júbilo. Porque esa pelea no fue una estrella fugaz, sino que se sostuvo en el tiempo mucho más de lo que estamos acostumbrados. Verstappen ganó la partida en Austria, pero Leclerc aprendió de ello y ayer lo puso en práctica.

Charles fue otro Charles. Ayer no cedió. Sacó los codos, sacó las rodillas. Sacó todo lo que tenía y se defendió en uno de los duelos más increíbles que hemos visto en los últimos tiempos. Ellos ya peleaban en el karting, pero es que ayer lo hicieron con un kart de 1000 caballos de potencia.

Fue una lucha sin concesiones y un regalo para los sentidos. También se midieron en el Pit-Lane, donde Verstappen le pasó porque su parada fue ligeramente más rápida. Luego el monegasco recuperó la posición, porque no se rindió.

Necesitamos estos gladiadores. Necesitamos a pilotos con una ambición desmedida, pilotos que no teman nada. Luego hubo el coche de seguridad, que mató la carrera de Leclerc porque Ferrari paró a Vettel, que aún no había entrado. Ahí Charles perdió posiciones… y el podio.

Pero cuando el podio parecía imposible, llegó Sebastian Vettel. Desde mi punto de vista, Vettel está acabado. Su tiempo ya ha pasado. Creo que el tiempo que le queda en la Fórmula 1 será breve. No sé cuánto durará ni si seguirá en 2020, pero lo veo muy complicado si sigue esta tendencia.

Me gustaría decir lo contrario. Me gustaría decir que se recuperará, que volverá a luchar como el piloto brillante que conocimos en el pasado, pero me temo que ahora es una caricatura de lo que fue. Vettel está derrotado. Creo que hasta él mismo se siente impotente. Lo veo con los brazos caídos.

Vettel no tiene el brillo en los ojos que sí vemos en Leclerc o Verstappen. Vettel lo ha perdido. No tiene ni su hambre ni su descaro y, si me apuran, tampoco tiene su talento. No parece que disfrute de lo que hace. Ha asumido que su momento ya ha pasado. No ha podido ser campeón con Ferrari y se ha dado cuenta de que nunca lo será, porque Ferrari está lejos y porque, de estar cerca, lo pasaría muy mal para batir a Leclerc, que tiene mucho más talento y don de gentes.

Vettel volvió a ser gris. Volvió a pasar desapercibido. Lleva tres clasificaciones seguidas fuera de los cinco primeros, pero es que en carrear se diluyó. Pierre Gasly le adelantó de una forma bastante dolorosa y luego hubo el lance con Max Verstappen. Ese error es pura desesperación e impotencia, es ver que la ambición de esos jóvenes le arruina su perfil glorioso.

Sé que muchos pensáis que yo soy antivettelista, pero no lo soy. Creo que Vettel está lejos del nivel de otros pilotos. En la prensa italiana, usan palabras como 'desastre', 'nervios', 'error', 'ruina', 'decepción', 'opaco' o 'crisis' para referirse a Sebastian. Y una frase: 'no es el piloto que quiere Ferrari'. Para Charles, hablan de 'futuro', 'campeón', 'cabeza alta', 'emoción', 'valentía', 'talento', 'maestro', 'extraordinario', 'liderazgo'.

Ojo con 'futuro' y 'liderazgo', porque es lo contrario a 'pasado'. Leclerc es el futuro. Vettel es el pasado. Si sigue esta tendencia de errores, carreras grises y falta de ambición, estoy convencido de que Vettel no estará en Ferrari el año que viene. Y no es casual que en Italia hablen de liderazgo, porque lo que piden es que Ferrari dé a Leclerc de una vez por todas el liderazgo que se merece y que no ha tenido en toda la temporada. Vettel le saca tres puntos en el Mundial, pero es flor de un día. Vettel caerá y Leclerc lo pasará, probablemente en el próximo Gran Premio.

Carlos Sainz fue otro de los protagonistas de la carrera de Silverstone. No tuvo un buen sábado, porque el coche no le funcionó en la Q2. Pocos pilotos mejoraron, pero en su caso empeoró. No sé si ya han identificado por qué, pero el caso es que no fue un buen sábado para sus intereses.

Pero Carlos siempre brilla los domingos. Hizo una grandísima salida y luego una buena carrera. El coche de seguridad le permitió ganar posiciones. Le sonrió la fortuna, pero para que te sonría la fortuna te lo tienes que trabajar. Y Carlos lo hizo.

He de confesar que perdí la fe en las últimas vueltas, cuando vi que tenía que defender la sexta posición de Daniel Ricciardo. Pensé que perdería la situación, porque Carlos estaba solo, en la misma situación de neumático y sin DRS. Pero no cometió ni un solo error, a pesar de la presión de tener detrás a uno de los pilotos que mejor adelanta de la Fórmula 1.

Carlos sigue yendo por el buen camino. Sigue siendo el primero del resto del mundo. Ayer nos lo hizo pasar mal, pero se marchó del GP de Gran Bretaña con una gran sonrisa y su tercera sexta posición de este Mundial. Y McLaren sigue cabalgando. Sigue yendo por el buen camino.