Renault Espace

El Renault Espace que hemos probado, tanto en la presentación internacional del modelo como durante dos semanas en la redacción, tenía el nivel de acabado Iconic, algo importante de resaltar porque incluye uno de los elementos que más influye en la sensación que aporta el coche al volante. Se trata del 4Control advanced, o lo que es lo mismo, su sistema de ruedas traseras directrices, capaz de girar 5 grados las ruedas posteriores, en sentido al contrario al giro de las delanteras. Eso es por debajo de 50 kilómetros/hora; por encima de esa velocidad, las traseras pasan a girar hasta 1 grado en el mismo sentido que las delanteras. Han de pasar unos cuántos kilómetros para acostumbrarse a sus reacciones, ya que lógicamente los movimientos que realizamos en el volante deben ser menores a la hora de cambiar de dirección que en un vehículo sin este elemento.

Una vez completado el período de aprendizaje, este 4Control aporta 'chispa' al Espace, un SUV ágil si se compara con sus rivales directos y, desde luego, más de lo que uno puede esperar en un primer momento de un vehículo de este tamaño. El peso y la distancia entre ejes están ahí, no es comparable a un utilitario, pero tiene facilidad para rotar. Algo menos en el cambio de pesos, y creemos que podría ser mejor con un control de estabilidad algo más laxo. A esta sensación de agilidad contribuye, con toda seguridad, la llanta de 20 pulgadas del acabado Iconic, si bien no hemos podido comparar directamente con una unidad equipada con la llanta básica de 19 pulgadas.

Lo placentero de la dirección del Espace se complementa a la perfección con unas suspensiones que aguantan perfectamente las oscilaciones de la carrocería sin caer en un exceso de dureza que afecte negativamente al confort. Si vamos más al detalle, lo verdaderamente destacable es el poco movimiento de la carrocería en casi cualquier circunstancia. En fuerte tracción a la salida de curvas lentas llega a 'agacharse' un poco de atrás, y da la sensación de que puede menguar ligeramente la motricidad de la rueda interior delantera, sin que resulte desagradable en ningún momento y con la ayuda –nunca exagerada, en este caso– del control de tracción. Eso ocurre exclusivamente cuando se buscan los límites de adherencia. Incluso en carreteras secundarias plagadas de virajes este SUV rinde más que adecuadamente. En curva rápida y en recta, la estabilidad es elevada, lo cual hace agradable viajar con él.

La sensación de comodidad general es elevada, a lo que también contribuye la calidad de rodadura. El filtrado de la suspensión es bueno y sólo en resaltes grandes recordamos el bajo perfil de los neumáticos y 'pagamos' su eficacia en cabeceo. La sonoridad interior es muy contenida, si bien la aerodinámica de los espejos –de generosa dimensión– sí genera el típico 'silbido'.

El motor híbrido del Renault Espace es más que suficiente para afrontar cualquier situación en la carretera. La sensación de empuje corresponde perfectamente con su potencia, incluso sorprendente en primera instancia. La complejidad del conjunto propulsor, no obstante, nos lleva a puntualizar varias cosas. La más importante es que su suavidad depende mucho de la agresividad con la que se le trate. Parece una obviedad, sí, pero no lo es. Cuando la aceleración que se demanda es intensa –por ejemplo, ante un adelantamiento– la reacción del motor provocada por la transmisión es más lenta de lo deseable. Esto se manifiesta siempre en forma de unos vacíos de par que se compensan luego con 'tirones'. Con menor intensidad, este fenómeno también es perceptible cuando hay cambios de marcha.

En el otro extremo de la balanza está el desempeño del motor cuando las demandas sobre el pedal derecho son más tranquilas. Se prioriza siempre la acción de la parte eléctrica, lo que genera una sensación de suavidad que aporta confort. Es posible moverse en modo 100% eléctrico durante bastante tiempo, ya que la batería se recarga rápidamente siempre que es posible –se nota cierta vibración en el volante y los pedales cuando lo hace, causada por la acción del motor térmico como generador– y es muy complicado agotarla del todo.

Uno de los puntos más fuertes que tiene el conjunto híbrido del Espace es su consumo. Durante nuestra primera toma de contacto recorrimos 130 kilómetros principalmente por carreteras secundarias de montaña y zonas urbanas para obtener una media de 5,8 litros/100 kilómetros, cifra que no se sitúa muy lejos de los 4,6 litros homologados. Y todo ello con una conducción que bien podría haberse mejorado a favor de la eficiencia. Durante la posterior prueba a fondo del vehículo, que superó los 1.000 kilómetros, nunca alcanzamos los 8 litros/100 kilómetros, ni siquiera con el uso más rudo posible. Por tanto, concluimos que es un coche eficiente.

Por último, debemos comentar que el uso del freno requiere aprendizaje hasta controlarlo completamente. Su tacto es extraño. En general es duro, genera más resistencia que la media de los turismos actuales. Recuerda al del BMW iX1. Pero eso no es un problema importante; de hecho, cuesta a veces notar el salto entre la frenada regenerativa y la provocada por la fricción de discos y pastillas, algo positivo y poco habitual en coches con recuperación. El mayor problema es que el pedal del freno se hunde o vuelve hacia arriba unos milímetros y de forma autónoma en función del grado de recuperación elegido. Muchos conductores no apreciarán en absoluto este hecho, otros sí. Claro que siempre se puede optar por aumentar el nivel de retención eléctrica y llegar prácticamente a una conducción 'one pedal' que es especialmente efectiva en el ámbito urbano, salvo en el momento de detenerse completamente, donde el freno es imprescindible pero no genera dudas.