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Mis 'youngtimers' favoritos: Mazda 6 MPS, el rival tapado del EVO y el Impreza

El Mazda 6 MPS llegó en 2005 con 260 caballos y tracción total con toda la calidad de Mazda
Otras 'chucherías' eran la suspensión de doble triángulo en ambos ejes o el equipo de frenado específico
Fue uno de los últimos modelos firmados como 'Mazda Performance Series' o MPS
En la actualidad se cotizan entre 10.000 y 15.000 euros en el mercado de ocasión
Capaz de desarrollar 272 caballos, en el mercado europeo se limitó a 260 - SoyMotor.com
Capaz de desarrollar 272 caballos, en el mercado europeo se limitó a 260
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15 Jun 2024 - 14:10

A mediados de la década de los 2000, Mazda se lanzó valientemente a competir con los Mitsubishi EVO y los Subaru Impreza en el terreno de los sedanes de altas prestaciones, aunque sin aquel pedigrí de rallies. Su motor de 260 caballos, tracción total y puesta a punto eran formidables, pero su estilo 'sleeper' no generó tanta atención como unos rivales con una imagen puramente deportiva.

Para descubrir a fondo la máquina que hoy nos ocupa, desempolvemos los libros y descubramos la historia de su predecesor, el Mazda 626. Éste último apareció en el mercado americano a finales de los años setenta como sustituto del RX-3 de motor rotativo que, a lo largo de varias generaciones, este modelo se granjeó una buena reputación por sus cualidades dinámicas. A mediados de los años 80, llegó al mercado el MX-6, como una variante separada del 626 coupé más destinado a aprovechar esa vena dinámica. Por aquel entonces se comenzaban a fraguar los lazos entre Ford y la propia Mazda que derivaron, entre otras cosas, a que el nuevo Ford Probe —otrora destinado a ser el próximo Mustang—, compartiese plataforma con el modelo que nos ocupa. Y así estaba Mazda, en la cresta de la ola, cuando a mediados de los años 90 comenzaron los problemas. Las ventas del espectacular y rapidísimo RX-7 no compensaban su cuantiosa inversión, acentuada por el desarrollo en paralelo de la berlina de lujo Xedos 9. Mazda se encontraba en apuros y fue Ford la que entró a salvar la situación, aumentando su accionariado del 15 al 35%.

La marca americana ayudó con la liquidez monetaria, se compartieron más mecánicas e incluso algunos ejecutivos se trasladaron al país nipón. La última generación del 626 se presentó en 1998… y fue una decepción, al menos en términos estéticos. Parecía que el equipo de diseño había perdido la inspiración y lo que era peor, se parecía enormemente a sus competidores acérrimos.

Es por ello por lo que esta última generación se mantuvo apenas cuatro años en el mercado hasta que llegó el 6 en el 2002. Sobre un chasis diseñado por los nipones —y que aprovecharía Ford—, un nuevo y atractivo lenguaje de diseño, y la máxima de recuperar las sensaciones de conducción que los hicieron reconocidos, Mazda estaba de nuevo preparada para asaltar el mercado de los sedanes medios con autoridad.

En el mismo 2002, sobre el marco del Salón de París, Mazda desveló el concepto del Mazda 6 MPS –por Mazda Performance Series–. Obra realizada bajo la supervisión del diseñador británico Peter Birtwhsitle, presentaba un aspecto ciertamente más 'racing' pero a la vez muy comedido, con apenas un frontal diferente y un capó más abultado.

Se hizo esperar hasta el año 2005, con el 'restyling' del modelo, pero la demora mereció la pena. En el apartado técnico sobresalía no solo frente a la gama básica del 6, sino al de otros modelos a los que se enfrentaba. Para empezar, su mecánica turboalimentada de cuatro cilindros con inyección directa de combustible era exclusiva del modelo —tan solo compartida con el 3 MPS y el CX-7—. Capaz de entregar nada menos que 272 caballos, en el mercado europeo se redujo esa cifra a 260 por normativas de emisiones, con una entrega de par cifrada en 380 Newton metro gestionada a través de una caja de cambios manual de seis relaciones. En su contra se encontraba el alto consumo en condiciones exigentes y el hecho de que bebía únicamente gasolina de 98 octanos. Todas las versiones del Mazda 6 MPS contaban con tracción a las cuatro ruedas mediante el sistema 'Active Torque Split'. En condiciones normales se comportaba como un tracción delantera puro, pero era capaz de mandar el 50% del par al eje trasero a través de un diferencial central gestionado electrónicamente si las condiciones del firme empeoraban o el conductor cambiaba el modo de conducción. A su vez, el eje trasero contaba con un diferencial de deslizamiento limitado.

Finalmente, y no por ello menos relevante, se beneficiaba de las suspensiones por paralelogramo deformable que equipaba toda la familia 6, tanto en el eje delantero como el trasero, en este caso puestas a punto para la ocasión. Lo cierto es que en el mercado no tenía rival en cuanto a precio, ya que tanto el Mitsubishi Evo IX como el Subaru Impreza STi rozaban los 43.000 euros de tarifa, mientras que nuestro Mazda se quedaba en 35.000. El rival más directo por precio era el Opel Vectra OPC de 280 caballos, más potente, pero solo con tracción delantera, suspensión McPherson, y un comportamiento más 'morrón' debido a su gran motor V6. Estuvo en producción hasta la temporada 2008, cuando entró en línea la segunda generación del Mazda 6.

DE OCASIÓN, ENTRE 10.000 Y 15.000 EUROS Desafortunadamente, en la actualidad ya no se puede adquirir un modelo con las siglas MPS. El equivalente más parecido es el Skyactiv-G 143 kW de 194 caballos, pero con una filosofía muy diferente, de mayor tamaño, para ser una berlina de largos y cómodos viajes en lugar de altas prestaciones —curiosamente, el nuevo 6 monta suspensión de tipo McPherson en el eje delantero—. Ambos igualan precios si se aplica la inflación correspondiente, cercano a los 50.000 euros. En definitiva, el Mazda 6 MPS era un deportivo disfrazado de berlina más que una berlina con aspiraciones deportivas. Uno de aquellos coches que esconde sus cartas y prefiere mostrarlas en pista en lugar de en el aparcamiento. Es un modelo relativamente escaso, pero pueden encontrarse unidades de segunda mano en buen estado por precios entre los 10.000 y los 15.000 euros.

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