Binotto, ¿demasiadas cuerdas para un violín?

La centralización de poder y gestión deportiva y técnica en la figura de Marttia Binotto puede responder a este esquema. Una acumulación de poder y dolores de cabeza que puede llevar a un cierto bloqueo.

Binotto tiene ante sí un órdago de gran calibre. Su ascensión a la cúpula no ha sido fácil, pero ha sabido nadar y guardar la ropa muchos años, en los que ha visto caer o abandonar al barco tanto a directores deportivos como a responsables técnicos.

En cierta forma ha sido el fontanero de Maranello. Primero, solucionando el déficit en el departamento de motores. Después, asumiendo la dirección técnica. Y ahora, la responsabilidad total… aunque imagino que buena parte de la responsabilidad técnica estará delegada. Es más, en el mundo de la F1 existe una cierta curiosidad por saber quién será el líder técnico práctico, el hombre que deberá someter las soluciones técnicas a a Mattia.

Se piensa que Laurent Mekies, el que fuera ingeniero de Toro Rosso y que pasó a la FIA como responsable de seguridad, al que repescó Ferrari a mediados del pasado año, pudiera ser una pieza importante en el engranaje, aunque oficialmente se incorporó al terminar la temporada 2018 como director deportivo. Y en el aire, una duda: ¿fue idea de Binotto por si sustituía a Arrivabene o de éste por si prescindía de Binotto?

En los próximos días, veremos movimientos nuevos en Ferrari. Tanto ascensos en el organigrama, como algún futuro fichaje.

Curioso. El año se cerró con Arrivabene recibiendo el Tapiro de Oro, un galardón que en Italia se otorga a los fiascos o derrotas de un año. Oficialmente lo recibió en nombre de Ferrari porque a inicios de temporada se le veía ganador… nadie pensaba que nominarían a Arrivabene a este premio. 

Y es que lo que sucede en Maranello es un poco lo que sucede en la casa de Gran Hermano: todo se sabe, se airea, se imagina, se da como cierto. Hay cuitas internas y, tanto desde desde dentro como por parte de los tifosi, hay nominados y expulsados.

Todo este movimiento se rumoreó ya a mediados del año pasado. Muchos pensaban que el nuevo gestor de Ferrari, Louis Camilleri, daría continuidad al organigrama y a los planes trazados de Marchionne, incluso que Arrivabene saldría reforzado –no en vano ambos habían trabajado codo con codo muchos años en Phillip Morris–. No obstante, Maurizio estaba en la cuerda no ya floja, sino que tenía síntomas de deshilacharse.

La pugna Arrivabene-Binotto era pública y notoria. Ya saltó a escena a mediados de 2017 y se recrudeció muy especialmente a mitad del año pasado. Por entonces, en Italia se hablaba incluso de que el entonces director de la Scuderia negociaba las condiciones de un finiquito airoso con el mismísimo malogrado Marchionne.

No hace mucho, la pugna Arrivabene-Binotto parece se recrudeció hasta el punto que fueron llamados a capítulo para que los trapos sucios quedaran en casa y de puertas para fuera, se simulara matrimonio feliz, incluso parecía que Arrivabene reconducía la situación a su favor. Él mismo se encargó de asegurar la continuidad de su rival, partida aplazada hasta final de temporada, cuando en Ferrari debían discutir ya sobre 2019. 

Pero en la recta final del Campeonato, parecía evidente que la posición fuerte la tenía Binotto. Eso quedó en evidencia tras las declaraciones de Arrivabene culpando a Sebastian Vettel de la derrota, dando a los errores de éste mucho mayor protagonismo que a la ralentización de la evolución del coche o a los problemas de fiabilidad. De hecho, el problema de criticar a sus pilotos ya se remontaba a 2016. 

En Ferrari han mirado alrededor. No hay sustituto para Vettel en el horizonte. Y, como hizo McLaren al decidirse –al menos en cierta forma– entre Alonso y Honda a finales de 2017, en Ferrari se han decantado por apoyar a Vettel. Simplemente, no hay ninguna opción mejor en el mercado… aunque algunos insinuaran o soñaran con un posible –e improbable– retorno de Fernando.

Binotto ya sabe que uno de los problemas de Maranello es la trasparencia de sus muros. La presión de prensa y tifosi obligan a emplear excesivo tiempo en explicaciones y disculpas… o atemperando los ánimos cuando se cantan victorias antes de tiempo.

Por eso me pregunto si no son 'demasiadas cuerdas para un violín'… sobre todo porque la cabeza visible en Maranello no es una cabeza asentada sobre un trono, sino inclinada en el soporte de una guillotina o, como en el oeste, con una soga al cuello.