Brawn y Briatore coinciden: la culpa es de la tecnología

Es cierto que en ocasiones era lenguaraz, que no tenía pelos en la lengua, que veía las cosas de una forma inadecuada para la Fórmula 1. Pero sus 'dictámenes' y 'chácharas' encerraban verdades como puños, aunque muchos no quisieran verlas y se escudaran en un "¡Qué gracioso es Briatore!".

Hablé muchas veces con Flavio. Me gustaban sus puntos de vista, sus palabras sonaban a exageradas, cuando no de otro mundo, de mente calenturienta o bien de un personaje que buscaba siempre protagonismo, pero había que escarbar un poco en ellas para ver que marcaban un camino, que bajo un maximalismo total, encerraban un diagnóstico acertado. 

"El primer día que aterrice en F1, lo hice como pensando '¿dónde te has metido?' y que me costaría mucho aprender. Bastó un Gran Premio para darme cuenta de que podía comérmelos", llegó a sincerarse en una ocasión. Y lo decía por una razón de peso "viven tan ensimismados en su propio mundo, que no ven lo que sucede alrededor".

Quizás por eso, algunas de sus frases lapidarias cobran actualidad. "Nuestra tecnología es aeroespacial, pero nuestras empresas fabrican coches, no aviones o cohetes". "Tecnología es algo que cuesta un ojo de la cara, que hay que ir a buscar a la otra punta del mundo y que necesita un gran equipo de ingenieros para domarla. Un ingeniero te pide diez millones para diseñar una solución ganadora y cuando la ha diseñado, te pide otros diez para ponerla a punto". 

LOS INGENIEROS MANDAN

Pero Briatore también reconocía que éste era el camino, quizás sin retorno, que había emprendido la F1 y no había de momento vuelta de ojo. Lo admitía hasta el punto de declarar en una ocasión que "perder un gran piloto es un drama, pero es mucho peor perder un ingeniero". Y lo decía precisamente porque sabe lo que es eso. Cuando era jefe de Benetton y logró dos títulos con Michael Schumacher, vio que todo se hundía, no porque Michael se fuera a Ferrari, sino porque con él, se llevó a Ross Brawn y Rory Byrne, los cerebros técnicos del equipo. Ya entonces los pilotos contaban menos que el coche, el motor y la aerodinámica y hoy cuentan aún menos; posiblemente menos del 20% del resultado es responsabilidad de las estrellas…aunque quizás factores como el liderazgo o el saber indicar a los ingenieros continúen siendo un plus. Sin estas herramientas mecánicas, Fernando Alonso, Lewis Hamilton o cualquier gran campeón tienen poco que hacer.

No sólo eso. La F1 está ahora regida por ingenieros. Las reglas son fruto de pactos y por eso, son tan confusas, con tantas lagunas. Aún recuerdo cuando en 2009 Ross Brawn, en las negociaciones, no quiso entrar en algunos detalles sobre el difusor: él tenía previsto ya el doble difusor que pilló a todos los rivales en bragas y le dio el título de pilotos y constructores.

Quizás por eso Brawn, ahora el hombre que debe vigilar la técnica de los F1 por parte de Liberty, se alinea con el espíritu de algunas de las frases de Flavio. Un Flavio del que Max Mosley, todavía presidente de la FIA, dijo: "Den a Ron –Dennis– 200 millones y a Flavio otros 200. El primero los gastará e hipotecará su casa para ganar el campeonato. Flavio apartará 100 y con los otros 100, es capaz de ganar el campeonato".

COSTES A DOMESTICAR

"Los costes de la F1 han crecido dramáticamente en los últimos cinco años y pocos equipos podrán permitirse seguir en F1. El desafío es conseguir crear un ambiente más sostenible, desde el punto de vista económico, debemos controlar los costes para que todo funcione bien", señala Ross.

Brawn y Briatore, ¡casualidades de la vida!, trabajaron juntos en Benetton. Fue en aquellos años en los que el Benetton de Schumacher se hizo con los dos títulos y parecía imbatible. Se conocen bien. Y en el fondo, posiblemente sepan el valor del dinero. Brawn ha trabajado con los mejores, desde los Jaguar de Le Mans a Benetton, Ferrari, Honda y Mercedes. Ha estado en equipos de presupuesto 'sin excesos' –Benetton– y en otros en los que el presupuesto era poco más o menos que abierto –Ferrari, Honda o Mercedes– y también en algunos sin recursos, como aquel Brawn que conquistó el título en 2009 y que si hizo la temporada, fue por la generosidad de Mercedes.

El diagnóstico de Ross es evidente. Buena parte de los errores, se cometieron hace siete años, cuando se diseñaron las reglas de los motores actuales, demasiado complicados y costosos. Reglas más claras, pero sin tantas limitaciones aerodinámicas, que hacen que los coches se diferencien "porque no queremos una Nascar. Las diferencias técnicas entre unos coches y otros es lo que desean los fans". Y tienen claro que quieren una carrera cautiva, "no por el número de adelantamientos, sino por las batallas rueda con rueda, que los coches se desafíen en las frenadas y que sean capaces de correr la curva en paralelo".

Y tiene muy claro que tener los F1 más rápidos de la historia, no garantiza nada, sino que precisamente es una de las causas de la falta de espectacularidad, su velocidad de paso por curva. "Si para que sean más espectaculares, hay que perder dos o tres segundos por vuelta, no me importaría. Lo importante es que el piloto vaya siempre al 100% de su potencial, sin preocuparse de gestionar frenos, gomas o motor. Y que las prestaciones de los monoplazas sean mucho más equilibradas, que los pilotos puedan demostrar su talento, cosa que algunas veces, la diferencia entre los coches impide".

Ross tiene las cosas claras, habrá que escucharle. Y si un técnico como él dice que la culpa es de la tecnología, quizás tenga razón.

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