Citroën GS y la llegada del último motor refrigerado por aire

La etapa vivida por Citroën durante el siglo XX es digna de ser contada y recordada. De crear modelos revolucionarios como el Traction Avant a otros sencillos y accesibles al pueblo llano como el 2CV, pasando por supuesto por el opulento, vanguardista y esbelto DS y llegando nada menos que a incorporar mecánicas Maserati y pasar peliagudos problemas económicos en más de una ocasión.

Hoy no vamos a recordar toda la historia de la marca de los chevrones, sino que más bien nos quedaremos en el período comprendido entre los años 60 y 70. Por aquel entonces, la oferta de Citroën apuntaba hacia dos polos muy opuestos: por un lado se ofrecía el 2CV y el Ami como modelos de acceso a todo el mundo y por otro se encontraba el magnífico DS con su revolucionaria suspensión neumática y su diseño digno de una ''Diosa''.

La creación de un modelo que encajase en el término medio parecía una estrategia obligada, de la cual apareció el no menos recordado Citroën GS. Este modelo aunaba los mundos de los modelos anteriormente mencionados incluso a nivel de ingeniería. Sí, el GS incorporaba la suspensión neumática de su hermano mayor, pero mecánicamente se movía mediante un motor refrigerado por aire al igual que sus hermanos menores.

Éste nacía sencillamente a partir de dos motores de Citroën 2CV, lo que lo convertía en un cuatro cilindros en configuración opuesta refrigerado por aire. En su primera iteración apenas cubicaba 1.015 centímetros cúbicos y 54 caballos –esto fue así para que quedasen exentos de los impuestos a cubicajes mayores–, pero eran algunas sofisticadas soluciones las que lo hacían destacar, como el árbol de levas en cabeza para cada bancada de cilindros, accionado por correa.

No es menos llamativo el hecho de utilizar cámaras de combustión hemisféricas, al estilo de las que popularizaron los 'muscle car'americanos con sus V8 de gran potencia. El cigüeñal, cojinetes y bielas estaban fabricados de una pieza –y así se venden sus recambios–, lo que permitía reducir el peso total de las masas rotatorias. El ventilador estaba directamente atornillado a la salida de éste.

En las primeras versiones, el carburador se calentaba mediante la recirculación de aceite, algo que no funcionaba al 100% en temporadas y climas fríos, por lo que más adelante se decidió dirigir hacia él los gases de escape.

Con el paso del tiempo, la marca aumentó la cilindrada a 1.129, 1.222 y 1.299 centímetros cúbicos y la potencia hasta los 65 caballos. Hasta su cese de producción en 1986, se fabricaron casi 2,5 millones de ejemplares, aunque los más especiales de todos no utilizaban un motor como el mencionado, sino uno rotativo.

Porque sí, a comienzos de los 70, Citroën llegó a un acuerdo con NSU para lanzar una versión con motor Wankel y nada menos que 106 caballos de potencia. El coche funcionaba bien, sin embargo, esta condición lo separaba de su público objetivo, pues el precio era un 70% superior a las versiones equivalentes y se acercaba peligrosamente al aura del DS. Se vendieron 847 unidades, muchas de ellas desmanteladas más tarde por la propia firma francesa.