Bentley 'SuFaCon' R: la bestia que se vistió de traje y alhajas

La década de los años 90 estuvo plagada de deportivos de altos vuelos que pugnaban por ganarse el crédito de los récords de velocidad y potencia. Prácticamente todas las marcas de lujo estaban metidas en esta batalla, no así Bentley, que siempre ha quedado como una marca refinada más orientada al lujo que a las prestaciones puras. Hubo un pequeño acercamiento a este concepto cuando fue adquirida por el grupo Volkswagen, el Bentley Hunaudières, pero únicamente fue una exhibición de poderío.

A principios de este período, Bentley desvelaba el Continental R en el Salón de Ginebra de 1991, recuperando una denominación de los años 50 y convirtiéndolo en su pico de lanza, el modelo más caro y rápido en su historia como fabricante de coches. El prototipo de preproducción mostrado causó sensación, especialmente a cierto personaje de un país asiático y una cuenta corriente casi sin fondo. Hablamos, por supuesto, de la familia Real de Brunéi y concretamente del príncipe Jefri, que adquirió el mismo ejemplar tras desembolsar no menos de dos millones de libras de la época. Tal vez su atracción residía en una carrocería que, a pesar de las formas de coupé, era más larga que la de todo un Mercedes—Benz Clase S contemporáneo, con una batalla de tres metros.

La exclusividad de este coche se denota por su escasa producción de 1.850 unidades en 12 años de producción, finalizando la misma en 2003 con una tirada especial de once unidades. A lo largo de esos años, la potencia de su icónico motor V8 de 6.75 litros pasó de los 330 caballos hasta los 426 de las versiones más especiales y potentes. Apenas unas 194 llevaron esta especificación. Pero la principal virtud de esta mecánica, no obstante, siempre fueron sus cifras de par, que se movieron de los 650 a los 881 Newton metro.

No hay duda de que el Continental tiene un espacio especial en la colección, ya que cuenta con no pocos ejemplares del mismo, incluso en versiones únicas. De hecho, durante aquellos años fue la familia Real la que mantuvo a flote a marcas tan importantes como Aston Martin, Pininfarina o la propia Bentley. La que nos ocupa es uno de estos pedidos, concretamente el primero que realizaron a la marca, ya que posteriormente se encargaron otros exclusivísimos modelos como el Bucaneer o el Dominator, el cuál podría calificarse como el progenitor 'secreto' del Bentayga.

Parece ser que la potencia de 426 caballos se quedaba algo corta, de manera que se incorporó una especificación con nuevos turbos y otras modificaciones mecánicas que lograron elevar la cifra de potencia hasta los 540 caballos. Hay que recordar que nos encontramos en 1994, como ejemplo, el Lamborghini Diablo se quedaba en 530 para su versión SE30 Jota, siendo 492 caballos la básica. Se mejoraron consecuentemente los frenos delanteros añadiendo una segunda pinza a los discos, aunque la transmisión automática de cuatro relaciones permaneció invariable. Con todo, este potentísimo coloso lograba acelerar de 0 a 100 kilómetros/hora en apenas cinco segundos, a pesar de guardar un peso de 2,5 toneladas.

Lo cierto es que exteriormente apenas destacaba frente a otros ejemplares más convencionales. Tan solo las rejillas de aireación para los turbocompresores ubicadas en el capó tras las ópticas delatan que su verdadera identidad.

En su totalidad, fueron 14 las unidades encargadas a Bentley, cada una de ellas con una combinación específica de colores y a un precio sin duda desorbitado: amarillo, verde o azul son los colores de algunas de ellas. La correspondiente a las imágenes, en un negro absoluto, fue la última en salir de fábrica el 8 de octubre de 1994 y permaneció en la colección hasta el año 2021. Por lo que se recopila de distintas fuentes, es posible que ésta sea el tercer ejemplar conocido fuera de las fronteras del país asiático.

Fue vendido por DK Engineering en el año 2021 y el 1 de enero del presente 2024 volvió a aparecer a la venta en el portal Classicmobilia a un precio de 250.000 euros, con un rodaje registrado de 13.680 kilómetros.