Ferrari confunde hasta a sus pilotos y provoca el enfado monumental de Leclerc en Las Vegas

Todo se reduce al hecho de que han existido dos mensajes de radio, distintos en cada box. A Leclerc le han asegurado que habían avisado a Carlos para que no le atacara en pista, pero lo cierto es que al piloto español le habían dicho otra cosa: que no presionara a su compañero. Una expresión que en condiciones normales podría parecer que implica una orden de contención, pero que en realidad no es así.

Leclerc salió de boxes justo delante de Sainz, pero este último tan sólo se regía por la premisa de que, hiciera lo que hiciera, no tenía que poner en apuros a su compañero para evitar que ambos bólidos rojos arruinasen sus gomas. Y aquí el madrileño contaba con dos cosas que decantaban la balanza mucho a su favor: la velocidad punta que otorga el DRS y unos neumáticos en temperatura que le ofrecían mejor tracción y frenada. Con esos dos factores, su superioridad era tal que pudo adelantar sin llegar a entrar en el cuerpo a cuerpo con Leclerc.

El desencadenante de la cuestión es que los mecánicos de Ferrari fueron más rápidos con Sainz. Si Carlos pudo cambiar sus neumáticos en 2,2 segundos, en el caso de Leclerc necesitaron 2,9 segundos. Y esas siete décimas de segundo son la diferencia entre que Charles llegue a la primera frenada con la posición básicamente consolidada y, en consecuencia, que Carlos hubiera tenido que frenar y remiterse al mensaje que había recibido instantes antes, o que el monegasco se vea en una posición vulnerable.

El hecho de que Sainz recibiera la orden de no meter en apuros a su compañero justo cuando Leclerc estaba volviendo a arrancar tras su pit-stop muestra la improvisación del momento. Entre que Ferrari manda su mensaje a Carlos y que éste lo supera en pista pasan poco más de 10 segundos de tiempo. Ferrari probablemente no contaba con que los coches estarían tan juntos en pista al incorporarse Leclerc. Con un pit-stop perfecto de Charles, el madrileño no habría llegado a él con tanta contundencia, y probablemente habría primado la orden de no presionar para no comprometer los neumáticos.

Cuando Sainz paró en la vuelta 28, estaba entre tres y cuatro segundos por detrás de su compañero. Y esto era así porque le hicieron perder una buena enorme de tiempo en la vuelta previa, en la que confirmaron la parada al madrileño para corregir en el último momento. Sainz salió de boxes estando a 22,3 de Leclerc. Cedió nueve décimas de primeras porque sus gomas aún no estaban a temperatura, por lo que terminó la vuelta 29 a 23,2 segundos de Leclerc. A partir de ahí, sin embargo, voló: recuperó 1,1 segundos en la vuelta 30 –22,1 segundos– y otro segundo entero en la vuelta 31, coincidiendo con la entrada en boxes de Charles –22,1 segundos–. Las siete décimas que Leclerc se dejó en boxes, combinadas con la diferencia de temperatura en los neumáticos, fue lo que acabó de decantar la balanza.

El resultado ha sido un enfado monumental de Leclerc, a quien su equipo le había contado una mentira: que le habían pedido a Sainz que aguantara posición y no lo atacara. Es por eso que Charles espetó por la radio que intentasen hablar con Carlos en español, porque entendía que estaba ocurriendo una desobediencia por parte de su compañero. Su enfado en el post-carrera se explica de la misma forma.

En el fondo, sin embargo, en Las Vegas ha habido dos fallos: uno mayor en la comunicación y el otro menor en boxes. Ferrari especuló con su comunicación por radio: pensó que Sainz saldría ampliamente por detrás y creyó que eso les permitiría decirle a Leclerc que el español había recibido la orden de no atacar. A Carlos, sin embargo, le contaron una historia ligera pero crucialmente distinta: que no presionara. Un mensaje que a priori pudo bastar, de no ser porque Leclerc se volvió vulnerable por su parada lenta y las primeras vueltas rápidas de Sainz tras su parada.

El enfado de Charles Leclerc es lógico, si bien es cierto que en ningún equipo como en Ferrari hay un piloto que presiona de forma tan insistente por radio para consolidar su liderazgo interno. El origen de todo ha estado en el muro de boxes, porque a los ingenieros les ha temblado el pulso para ser más tajantes con sus pilotos: bien para frenar a Carlos de una forma más clara –con el único objetivo de satisfacer a Charles, ya que no había motivo que lo sustentase por estrategia de equipo– o bien para ser honestos con Charles y asumir que no han querido 'someter' a Carlos hoy, en vez de hacerle ver al monegasco que le servían el equipo en bandeja.