F1-2026: La guerra de las gasolinas está servida

No le falta razón, pero Newey parte de un supuesto: que la power unit sea eficiente, es decir, competitiva. Muchos indican que la clave de una power unit eficaz estará en la parte eléctrica, especialmente en la recuperación de energía y en el uso prolongado de la potencia eléctrica.

Sin embargo, el motor térmico parece haber quedado en un segundo plano. Esto se debe a que será más sencillo que el actual: deberá prescindir de algunos elementos, como las precámaras, y se estima que entregará hasta 300 caballos de potencia.

Pero hasta ahora se ha minimizado un detalle clave: el combustible. Si con las estrictas reglas actuales las petroleras han logrado desarrollar combustibles que otorgan entre 10 y 15 caballos adicionales, con las normas de 2026, su importancia será aún mayor. De hecho, ya se habla de una ‘guerra de las gasolinas’.

Durante la era del turbo se vivió una espectacular competición en este ámbito. Se diseñaron gasolinas sintéticas de alta densidad e incluso se enfriaban para que el depósito pudiera albergar un poco más.

Desde entonces —en una época en la que incluso se hablaba de combustibles peligrosos para la salud y los técnicos que los manipulaban usaban máscaras—, la FIA ha impuesto restricciones, limitando el octanaje y exigiendo combustibles comerciales con componentes regulados.

Pero para 2026, habrá libertad en lo que respecta a los combustibles, siempre que sean sostenibles, sintéticos y no derivados del petróleo. Las diferencias de rendimiento entre un combustible y otro podrían ser significativas. No solo se trata de energía calorífica, sino también de densidad, velocidad de combustión, entre otros factores.

¿Qué impacto tendrá esto? Se estima que la diferencia entre combustibles podría ser de entre un 3 % y un 5 %, lo que puede parecer pequeño... pero en un motor de 600 caballos, eso supone entre 15 y 30 caballos adicionales. Si en la era de los motores con casi 900 caballos Renault lamentaba una diferencia de 30 caballos, es fácil imaginar el impacto que esto tendrá con unidades más pequeñas.

Además, esta gasolina no será barata. Con aditivos especiales y moléculas complejas, podría costar hasta ¡200 euros por litro! Esto implica un gasto de 40.000 euros por coche y Gran Premio, o casi un millón de euros por coche y temporada. Sin embargo, los equipos más importantes posiblemente obtendrán este combustible sin coste directo.

La guerra de las gasolinas está de nuevo servida, y muchos la temen. Sin embargo, está claro que si la Fórmula 1 quiere ser tecnológicamente avanzada, marcar pautas y abrir nuevos caminos, este es un riesgo necesario.