Gran Premio de Bélgica de 1995: Imperial Schumacher

Y en ese proceso de renovación, la nueva y rutilante estrella de la F1 era un joven alemán llamado Michael Schumacher, que ya tenía un título en su haber, el logrado en 1994 en lucha cerrada con Damon Hill, que debería haber sido Ayrton Senna. Schumacher nunca consideró a Damon un piloto número uno, sino un escalón por detrás. Y sin embargo, el inglés venía demostrando su buen hacer con el Williams desde tres años atrás, a la sombra de Alain Prost en 1993, parcialmente de Senna en 1994, y sólo durante casi todo ese año y 1995. Si había alguien en la parrilla que tenía el coche y la capacidad para doblegar a Schumacher era él, pese a sus intermitencias. Fue un duelo que duró en plenitud dos años, y que absorbió la época central de los años 90.

Los encuentros entre el alemán y el inglés rara vez eran pacíficos. Teníamos el del Gran Premio de Australia de 1994, claro, el que decidió el título, pero también el del GP de Inglaterra de 1995, cuando Damon midió mal la distancia y el espacio y se llevó por delante a Schumacher, para decepción en uno y enfado en otro. Y sin embargo, Damon seguía en la disputa por el título de 1995, aunque el Benetton contara también con el maravilloso motor Renault V10: a la llegada a Spa-Francorchamps, la distancia era de 11 puntos a favor de Schumacher, apenas una victoria –por entonces eran diez puntos para el ganador, seis para el segundo, cuatro para el tercero, y tres, dos y uno hasta el sexto clasificado–. Era la 11ª prueba del año, y aún quedarían otras seis para completar las 17 carreras del año.

Pero era Spa-Francorchamps, territorio predilecto de Schumacher. Es en vano recordar su debut en 1991 desde el séptimo lugar en parrilla, su primera victoria en la F1 lograda en 1992 en condiciones cambiantes, el segundo lugar en 1993 tras Damon Hill, y la victoria en 1994, que luego fue retirada por un problema en el patín de madera y otorgada a Damon, que llevaba así dos victorias seguidas en el circuito de Las Ardenas. Un circuito que recuperaba su gran atractivo, la combinación Eau Rouge-Raidillon, que en 1994 había sido mutilada con una chicane que a nadie gustó, pero que se consideró necesaria para garantizar la seguridad. Las curvas rápidas y retadoras se habían convertido en un tabú en la F1, pero los propietarios del circuito supieron realizar un profundo trabajo de adecuación, con escapatorias más amplias que contentaron a todos: la curva estaba salvada.

El Gran Premio estaba previsto para el 27 de agosto, y curiosamente para lo que es la región, llevaba dos meses sin llover en la zona. Sin embargo, Spa no sería Spa sin el riesgo de lluvia, y el fin de semana se caracterizó por la alternancia climática: sólo una sesión de todo el fin de semana estuvo completamente seca. El viernes por la mañana, Jean Alesi dejaba su impronta sobre la pista húmeda marcando el mejor tiempo inicial, mientras que Schumacher no estaba cómodo. "No me siento seguro con este coche, es muy difícil controlarlo cuando vas al límite". Un límite que su compañero de equipo, Johnny Herbert, no pudo conocer cuando su acelerador quedó bloqueado en La Source y dañó el coche. De hecho, no iba a poder participar en la primera sesión de clasificación por ello, y porque el equipo no quiso que el coche de Michael se compartiese con Herbert, para no poner en peligro las opciones del alemán.

Así que en la primera sesión de clasificación, que se disputaba entonces los viernes, los Ferrari siguieron demostrando su bondad en suelo mojado, lo que les abría una oportunidad si la carrera fuese en mojado. Gerhard Berger logró el mejor tiempo con un registro de 2'14''744, justo por delante de Schumacher por apenas 0'218 segundos; con Alesi tercero, a una diferencia de 0’333 segundos y Damon Hill en cuarta posición. Los Ferrari se habían entrometido entre los contendientes al título, pero aún quedaba mucho por decidir. Y es que el sábado por la mañana, la pista estuvo totalmente seca, lo que suponía una mejora en los tiempos de 22 segundos. Todos intentaban aprovechar esta sesión de libres para preparar el coche en condiciones de seco. Sin embargo, Michael Schumacher cometió un error definitorio: su coche era el más rápido, pero llegando a Malmedy colocó dos ruedas por la hierba y perdió el control. El choque fue violento, sin consecuencias para el piloto pero sí para un Benetton B195 que necesitaría un intenso trabajo de reconstrucción que el equipo inició de inmediato.

Pese a ello, cuando a las 13 horas del sábado se puso verde el semáforo, el coche de Schumacher no estaba aún listo. Y justo en ese momento, la pista estaba aún seca, aunque las nubes del circuito anunciaban un cambio inmediato en las condiciones. Los Ferrari salieron enseguida, y Gerhard Berger logró un tiempo de 1'54''392 al que Jean Alesi sólo pudo responder con un 1'54''631. En ese momento, comenzó a llover y las opciones de todos se comprometieron: la primera fila para Ferrari estaba sellada. Mientras tanto, Schumacher sufría para lograr un tiempo competitivo, con la lluvia arreciando hasta que paró hacia mitad de sesión, pero no lo suficiente como para secar la pista. El alemán había logrado un tiempo que le colocaba en 16ª posición de salida, la peor hasta entonces de su carrera deportiva, y la primera vez desde el Gran Premio de Australia de 1991 que su compañero de equipo le superaba en parrilla, entonces fue Nelson Piquet, ahora era Johnny Herbert, que partía cuarto. Peor aún, el cambio del Benetton falló, y engranó la segunda de improviso, lo que hizo aullar al motor que, milagrosamente, no se rompió, pero puso fin a la sesión para el campeón el título. Para Damon Hill no había ido mucho mejor: era octavo para el Gran Premio.

El domingo, con la lluvia, Alesi marcaba el mejor tiempo en el warm-up, última prueba que demostraba que los Ferrari eran una seria amenaza en mojado. La pista estaba húmeda a las 14 horas, pero Gerhard Berger no supo aprovechar su pole position y se vio superado por un incisivo Herbert, que puso en aprietos también a Alesi y lo superó tomando el liderato. El francés, sin embargo, aprovechó el rebufo hacia Les Combes y recuperó la primera posición. Peor fueron las cosas para Mika Häkkinen, que con su McLaren MP4/10B salía tercero, pero protagonizó un trompo en la primera vuelta y tuvo que abandonar. Al completar la segunda vuelta, Alesi se mantenía férreo en cabeza, con Herbert y Berger por detrás. ¿Y Schumacher? En sólo dos vueltas se había colocado ya décimo, mientras que Hill había remontado hasta la quinta. Lo mejor era que Jean Alesi no había podido abrir hueco, y Schumacher estaba a nueve segundos de la cabeza, pese a haber lidiado con el tráfico.

En la cuarta vuelta, Herbert retomaba el liderato al pasar por boxes Alesi, que no podría volver a la carrera, acabando así con toda ilusión de victoria por culpa de la suspensión. Pronto, sin embargo, David Coulthard en el otro Williams tomó el liderato, seguido por su compañero de equipo. El escocés estaba espectacular, abriendo hueco con Hill y marcando la que sería la vuelta rápida de carrera en la 11, con un tiempo de 1'53''412. Sin embargo, el cambio dijo basta al final de la vuelta 13, y Damon Hill tomó el liderato. En ese momento, Schumacher era tercero, pero pronto se colocó segundo al superar a Berger, que entró a boxes. La remontada se completó en la vuelta 15: en ese momento, Hill paró para repostar y cambiar los neumáticos, así que en sólo 15 vueltas, Schumacher había alcanzado el liderato de la prueba, que pasaba a ser un mano a mano entre los líderes del Campeonato. Paró en la vuelta 18 y se mantuvo con neumáticos de seco, cediendo el liderato a Hill. El problema fue que en la vuelta 20 comenzó a llover con fuerza, y Hill, que tenía una ventaja de 14 segundos, se anticipó para poner neumáticos de lluvia en la vuelta siguiente, mientras que Schumacher llevaba todavía los de seco. La decisión de parar era del alemán, pese a que desde el equipo le habían advertido de la situación y recomendado mantenerse en pista. Era la única manera de ganar a Hill, si la pista se secaba y sólo se trataba de un chaparrón pasajero. Y Michael se mantuvo en pista.

Pero Damon era capaz de rodar seis segundos más rápido que el alemán, así que pronto estuvo en su zaga, en la vuelta 22. Y ahí comenzó un duelo electrizante. Michael, con ruedas de seco, hacía lo imposible por mantenerse en pista y mantener a Damon a raya, que buscaba el hueco con insistencia, de lado a lado por la pista. Camino de Les Combes, el inglés se colocó por el interior, pero el alemán soportó el ataque por el exterior, las ruedas tocándose, y Hill teniendo un pequeño susto. El toque –otro más entre ellos– se cernía en la pista. Era una pelea brillante, con Michael cerrando las trazadas defensivamente, incluso obligando a Damon a tocar la hierba, el alemán por momentos demasiado agresivo, paralelos por la pista belga en varios momentos. Finalmente, en la vuelta 24, Hill logró pasar a Schumacher en Les Combes, en una maniobra idéntica a la anterior, pero con el Benetton saliéndose de pista incapaz de aguantar en pista por más tiempo: le había hecho perder 15 segundos con su defensa, que resultarían decisivos. Habían sido dos vueltas épicas que habían encendido a los aficionados, casi tanto como el Jordan de Eddie Irvine se prendió fuego durante su parada en boxes en la vuelta 22, sin daños personales, pero con el lógico abandono para el irlandés, como también había abandonado quien salía en primera posición, Berger, que rodaba sexto cuando un problema eléctrico detuvo su Ferrari.

Quedaban 20 vueltas, y Hill empezaba a abrir una ligera distancia, que subió a los tres segundos. Sin embargo, la lluvia cesó de golpe. Schumacher siguió poniendo lo mejor de su talento en una pista delicada y empezó a recortar la distancia. De repente, el Williams estaba otra vez delante, y en la chicane de La parada del autobús, en la vuelta 25, el alemán adelantó al inglés y se escapó hasta los 3 segundos: había marcado un tiempo de 2'10 frente a los 2'16 de Hill. Damon se desesperó, y en la vuelta siguiente colocó los neumáticos de seco de nuevo: Michael estaba a una distancia de 31 segundos, impasible con sus gomas de seco. Hasta que el cielo se volvió a abrir con virulencia en la vuelta 29, y Dirección de Carrera sacó a la pista el coche de seguridad, un Porsche 911 blanco. Obviamente, a Schumacher lo llamaron para colocar ruedas de lluvia, con Joan Villadelprat señalando al alemán el lugar de su box. Hill, resignado, sólo pudo seguirle para hacer lo mismo. 

Cuando el coche de seguridad se retiró a falta de 12 vueltas, Schumacher estaba primero, seguido de Hill. Todavía había carrera, pero Damon había sido muy efusivo en los boxes y había superado la velocidad: el castigo fue un stop & go que cumplió enseguida y dejó a su rival en un liderato muy amplio. Iba a resultar imposible, a igualdad de condiciones, recortar esa ventaja al piloto que había dominado la pista en todas las condiciones posibles. La diferencia en meta fue de 19 segundos, en la que era la 16ª victoria para Schumacher en la F1. Partiendo 16º, desde un lugar desde el que nadie, hasta hoy, ha ganado nunca en Spa-Francorchamps. 

Hill estaba derrotado, pero también enfadado tras la carrera. "Michael pilotó una carrera estupenda desde tan atrás, y tuvimos algunos momentos peliagudos. Pilotó de manera muy defensiva, hasta el punto de tocarnos las ruedas. Todo eso está bien si es accidental, pero si es a propósito, es muy molesto". La justificación de Michael no se hizo esperar. "Defendía mi posición y estuvo todo muy apretado, pero no lo hicimos en curvas de alta velocidad. Y si pilotas tan cerca en las curvas más lentas, no pasa nada". Los comisarios no opinaron lo mismo y el alemán recibió una carrera de sanción que quedó en suspenso con la condición de no repetir esas maniobras. Curiosamente, Hill recibiría esa misma sanción en la siguiente carrera, Italia, por impactar contra Schumacher.

Sin embargo, para Pat Symonds, la actuación de su piloto fue asombrosa. "Michael fue excelente. Hubiera sido muy fácil perderlo bajo la lluvia –con neumáticos de seco–. Pensé que pilotaba extremadamente bien. La única anormalidad en Spa fue que lo llamamos para colocar neumáticos de lluvia cuando salió el coche de seguridad, una decisión tan obvia que realmente no necesitaba mucha atención. ¡No obstante, discutió con nosotros!".

Fue un Gran Premio memorable, una de las victorias más rotundas de toda la trayectoria de Schumacher, y un precioso duelo con un magnífico Damon Hill. Ambos luchando en mitad de las trampas que el circuito de Spa-Francorchamps plantea de tanto en tanto, como si se divirtiese contemplando quién sucumbe ante sus cambios meteorológicos y quién sobrevive. Y con el récord de seis victorias en las montañas de Spa, quizás Michael Schumacher fue el que más se acercó a dominarlo.

Si quieres leer más artículos como éste visita nuestro Flipboard