¿De verdad la clasificación al sprint mejora lo que teníamos antes?

Dejando a un lado toda la confusión semántica que este nuevo modelo nos ha regalado, las experiencias de Silverstone y de Monza sí dejan entrever una tendencia: que en la carrera al sprint hay mucho más a perder que a ganar.

En ambos fines de semana hemos visto caer a uno de los pesos pesados. En Gran Bretaña fue el Red Bull de Sergio Pérez, que pasó de ser quinto en la parrilla el sábado a terminar último ese mismo día. Y en Italia ha sido Hamilton, éste sí enfrascado en la pelea por el Mundial.

Para acabar de descafeinar la pelea, desde la primera curva Max Verstappen sabía que el coche que tenía delante, el de Valtteri Bottas, saldría este domingo desde detrás de la parrilla. De modo que el holandés tuvo ante él 18 vueltas de absoluta tranquilidad.

Monza parece confirmar la máxima de que la Fórmula 1 ha ideado un formato donde hay mucho más a perder que a ganar, y que de momento no ha servido para regalarnos esas peleas frenéticas que algunos auguraban cuando se anunció que los pilotos no tendrían que conservar neumáticos.

Combinémoslo con un reparto esperpéntico de puntos y tenemos un fin de semana que de momento no es capaz de mejorar lo que teníamos antes, por más que Liberty Media trate de vestir de retórica este modelo.

Ahora bien: ¿cuál debería ser el formato de la Fórmula 1 de cara al futuro? ¿Cómo la hacemos más espectacular?

No hace falta reinventar la rueda, sino procurar que haya más de un equipo peleando por la victoria. Ésa es la respuesta a todas las preguntas y el resto es simple maquillaje que nos distrae de lo verdaderamente importante.

El dominio insultante que Mercedes tuvo entre 2014 y 2016 no habría sido más divertido con una clasificación al sprint el sábado. Habría sido exactamente igual de previsible y la Fórmula 1 habría recibido exactamente las mismas críticas que recibió entonces.

Si parecemos decididos a querer aplicar la filosofía del 'que cada día del fin de semana tenga un momento dramático', la receta podría pasar por aumentar los puntos en juego en la clasificación al sprint para sacarla de la irrelevancia en la que se encuentra en estos momentos.

Claro que, puestos a seguir esta fórmula y reinventar el concepto de Gran Premio, ¿por qué no vamos un paso más allá y seguimos el modelo de la IndyCar, que algunos fines de semana hace dos clasificaciones y dos carreras de idéntico valor?

O quizá todo es más simple y basta con recoger el guante de Imola 2020, suprimiendo la jornada del viernes para que los Grandes Premios tengan tan sólo dos días.

Esto último quizá sería impensable hace unos años, pero hoy en día algunos hasta lo verían como una solución ante un calendario siempre en expansión y la introducción del techo presupuestario. Dos pájaros de un tiro: menos costes y acción más comprimida.

Sea como sea, lo que está claro es que lo que tenemos ahora es tan sólo media hora de buscaminas en la que los pilotos tienen mucho más a perder que a ganar. Y conviene darle una vuelta de tuerca al concepto o al menos reconocer que no mejora lo que ya teníamos antes.