Crónica de una dimisión anunciada II: McLaren cambia para salir del pozo

Pero los de Woking atraviesan un periodo negro, muy negro, demasiado dilatado. Su último podio data de Australia 2014, es decir cuatro años casi y medio. Su última victoria, de Brasil 2012, es decir llevamos cinco temporadas y media. Su último título de pilotos, de hace una década, 2008. Su último título de constructores, de 1998, ya que en 2007 fueron excluidos del Mundial –que habrían ganado– por el 'spygate'. Aquellas tormentas y tsunamis de 2007 han traído estos lodos.

Es cierto que Ferrari estuvo 21 años sin un lograr un título… pero en ese periodo peleó por muchas coronas, logró victorias y podios. No es este el caso. Su similitud al descenso a los infiernos de Williams es, cuanto menos, preocupante, salvadas las diferencias de uno y otro modelo.

Lo peor es que en estos tres últimos años y en lo que llevamos de temporada, se han autoengañado, el peor de los errores que se puede cometer. Todo lo negativo lo cargaron en la cuenta de Honda y se dieron por reales cualidades del chasis que no podían demostrarse por las carencias del motor.

Unas carencias que a inicios de este año Fernando Alonso, con sus manos, y circunstancias de carrera contribuyeron a camuflar en forma de posiciones y puntos… que no con el crono en la mano.

Pero todo viene de hace una década, de 2007. El 'spygate' dejó al equipo tocado, a Ron Dennis teóricamente fuera de juego. Y la negativa a vender a Mercedes –propietaria por entonces del 40% del equipo– hizo que la marca de la estrella fuera a pescar a otros lares y se desvinculara de McLaren. 

Una marcha anunciada que Dennis, que volvió a tomar las riendas del equipo, quiso minimizar aliándose con Honda, convencido de que en la F1 actual o eres 'equipo de fábrica' o pasas a segunda división. Un pase que ha tenido que aceptar para salvaguardar su futuro… evitar la sangría final.

A lo largo de la historia de la F1 ha existido un cierto paralelismo entre Williams y McLaren. Han sido dos equipos clásicos; tras Ferrari, los de mayor tradición en F1, también los de mayores éxitos… aunque Mercedes en esta campo esté quemando etapas. Frank y Ron han sido tiburones, que se han respetado sin piedad y, sobre todo Ron, no han dudado en pescar en el caladero del rival.

También muy diferentes. Para ambos, el equipo es lo más importante, pero mientras Frank ha vigilado sus presupuestos al máximo, Ron no ha dudado en aflojar la bolsa si lo creía necesario para ganar.

Williams no quiso, en su día, vender a BMW y desde entonces está en caída libre…. hasta el punto de depender de pilotos de pago. McLaren quiere evitar llegar a ese punto… que se acerca peligrosamente a no ser que cumpla un viejo sueño de Ron, batallar con Ferrari también en el campo de los GT, lo que le permitiría mejorar las finanzas del equipo de F1.

En McLaren quizás pecaron de orgullo o de soberbia. Poco a poco han ido sufriendo una sangría total. De técnicos, de marcha de patrocinadores, del motor Mercedes. Un poco como aquellas familias aristócratas que conservan el abolengo de sus títulos, pero cuyas posesiones y finanzas se van agotando, mientras intentan mantener estatus.

Brown lo sabe. Intenta reaccionar. Los accionistas están dispuestos al sacrifico. El cambio de rumbo debe de ser total… mucho más importante de lo anunciado –posiblemente sólo el primer movimiento–.

La travesía del desierto parece que va a ser larga. Y si no, que se lo preguntan a Ferrari de la época Schumacher, a Red Bull de la era Sebastian Vettel o a Mercedes de la era actual. Y tampoco es cosa de un solo hombre: Paddy Lowe, pese a sus éxitos en Mercedes y antes en McLaren, no logra que Williams levante la cabeza.

Hay que recomponer el equipo humano y rearmar las herramientas tecnológicas y eso lleva su tiempo. Y hay que hacerlo, además, con la mirada puesta en los cambios de 2021, que están a la vuelta de la esquina.

Si quieres leer más entradas de blog como ésta visita nuestro Flipboard