Alex Palou: el Fast Nine de Indy500 y mi primera conversación con Alonso

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18 Ago 2020 - 17:00

El domingo pasado, cuando terminé mi tanda del Fast Nine consciente de que un problema del weight jacker me había costado la oportunidad de pelear por la Pole Position de las 500 Millas de Indianápolis, me enfadé por un instante. El escenario era muy grande y yo me veía capaz de conseguirlo, y después de tanto trabajo me daba rabia que nos quedásemos tan cerca. Pero el enfado me duró un instante, porque rápidamente vi la otra cara de la historia, y es que comenzar mi primera Indy500 desde la séptima posición es algo que hace no tanto tiempo parecía utópico.

Si el enfado me duró poco, es porque soy consciente del camino que hemos hecho para llegar hasta aquí. Hace tan sólo tres años, a principios de 2017, hubo un momento en el que mi futuro fue muy incierto y no sabía dónde podría seguir corriendo. Hasta que surgió la oportunidad de ir a Japón, donde no sólo pude continuar mi trayectoria, sino que pude darle un impulso y sentar las bases que más tarde me llevarían hasta la IndyCar en Estados Unidos.

Si me paro a pensar de dónde vengo y por todo lo que hemos pasado… Quién hubiera podido imaginar que algún día podríamos sentir un resquemor por no haber hceho algo más que un séptimo en la parrilla de las 500 Millas de Indianápolis. El mero hecho de que podamos lamentarnos significa que la situación ha cambiado drásticamente, que todo ha salido bien y que ahora vamos por el buen camino, que podemos pensar en grande porque estoy en el escenario donde quiero desarrollar mi carrera profesional. Así que me quedo con eso: es un resultado para estar orgullosos.

Pero antes de llegar al Fast Nine y de hablar de lo que pasó, permitidme que hagamos un breve repaso de cómo fueron los días previos.

Mi primera toma de contacto con el óvalo de Indianápolis fue el miércoles de la semana pasada. La verdad es que llegué al circuito sin ningún objetivo concreto, más allá de querer hacer un buen papel y aprender. Y debo decir que llegamos con los deberes hechos, porque el equipo hizo un gran trabajo preparando el monoplaza y analizando todo lo posible antes del evento. Aunque una cosa es la teoría y la otra es la práctica, más cuando implica estrenarte en un Superspeedway.

Sientes un punto de respeto, no sólo porque sabes que es un lugar especial, sino porque los muros están muy cerca y es muy fácil destrozar el coche si cometes el más mínimo error. Y el coche es como un bebé: has de tratarlo con cariño y devolvérselo de una pieza a los mecánicos. La mejor forma de hacerlo es salir a pista, acumular kilómetros y comenzar a ganar experiencia para saber qué puedes hacer y qué no.alex-palou-columna-indy500-fast-nine-pagoda-soymotor.jpg

Mi posición en el Pit-Lane está justo ante la pagoda de Indianápolis. Fantástico para las fotos

 

Desde un principio me sentí cómodo. Y desde un principio el coche fue rápido. Fuimos octavos en la primera sesión de entrenamientos, quintos en la segunda y sextos en el Fast Friday, cuando por fin rodamos a plena potencia. Eso en sí mismo ya era una gran señal, porque estábamos dentro del Top 10 en todo momento, rodando con o sin rebufo, en condiciones de clasificación o de carrera.

Tenía curiosidad por saber cómo sería la sensación de velocidad en un Superspeedway. La notas sobre todo en tu primer día y también en la primera tanda de cada nueva sesión, porque luego en cuestión de minutos entras en una especie de estado zen y todo se mueve despacio, a pesar de que este domingo tuve puntas de más de 380 kilómetros/hora. No eres del todo consciente de eso hasta que tienes que frenar para entrar en boxes o cuando tienes un fallo en el coche y en tu cabeza no estás seguro de si podrás pasar la siguiente curva.

Los entrenamientos me sirvieron para ganar mucha confianza. Me sentía bien y estaba contento, porque veía que tenía un coche realmente competitivo. Eso no siempre ocurre, porque a veces llegas a una carrera y has de centrar toda tu atención en corregir puntos débiles, y eso te distrae. Ése no ha sido el caso en Indianápolis. El equipo hizo un gran trabajo preparatorio y me pude centrar en mi adaptación desde el primer día.

Como debutante en óvalos, mi gran reto era y es la gestión del tráfico. Es un aspecto en el que hemos mejorado en cada sesión. Si el miércoles o el jueves el reto era rodar en grupo e interpretar cómo cambiaba el comportamiento del coche, el domingo hice varios adelantamientos y di otro paso adelante. Cuando vas a rebufo pierdes mucha carga aerodinámica. En Indianápolis, si en condiciones normales tienes unos 1.000 kilos de apoyo, a rebufo pierdes casi la mitad. Y el coche se te va y el muro se acerca muy rápido. Eso es lo más complicado: tener paciencia en el tráfico y saber cuánto debes acercarte al muro para adelantar. Pero creo que le he pillado bastante el truco.

Los entrenamientos son tan largos que tienes tiempo para probar muchas cosas. Pruebas ideas que se te cruzan por la cabeza, cosas que usa tu compañero de equipo o simplemente experimentas para ver si descubres algo. El segundo día nos permitimos probar otro concepto para el set-up, pero no dio resultado. Estuvimos entre los 15 primeros, pero no estábamos tan cómodos. De modo que decidimos regresar a los reglajes anteriores y en tan sólo tres vueltas pude sentir que ése era definitivamente el camino a seguir. Y lo más importante: que podíamos estar más cerca de los de delante.

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Pasando sobre los ladrillos de la recta de meta; lo único que queda del circuito original

 

Eso nos daba esperanzas de cara a la clasificación, de modo que nos permitimos soñar con algo con lo que no contábamos al principio: el Fast Nine. Somos uno de los equipos más pequeños de la parrilla, de modo que estar en ese grupo tan selecto ya era como una victoria. Y eso pasaba por estar entre los nueve primeros en la sesión del sábado.

No sé si la pudisteis ver por televisión, pero en la clasificación rodamos de forma individual. Nos pusimos todos los coches en el Pit-Lane y uno tras otro salimos a pista para hacer nuestras cuatro vueltas lanzadas. El orden se decidió por sorteo y yo fui el 23º, de modo que tuve tiempo de sobras para reflexionar mientras esperaba mi turno.

Esa espera da bastante miedo, porque hay mucha tensión en el aire. Estás en la soledad de tu coche y ves cómo poco a poco la fila se va moviendo, cómo cada tres minutos tus mecánicos te empujan cinco metros adelante. Y llega un momento en el que ya puedes ver la primera curva, y de repente ves cómo un monoplaza se lanza al vértice para luego desaparecer en un instante. Ahí te das cuenta de que van muy rápido. Te quedas pensando en que tú también tienes que hacerlo, dudando porque no sabes cómo serán las condiciones y si de verdad podrás hacer esa curva a fondo. Luego sales a pista y dejas de pensar para ponerte a conducir.

El sábado lo bordamos. Hicimos cuatro vueltas a una velocidad media de 231,034 millas/hora, que son más de 371 kilómetros/hora. Yo salí cuando la temperatura era bastante alta, pero conseguí ponerme sexto; séptimo después de que los demás hubieran completado su primer intento. Estaba en posiciones de Fast Nine, pero estaba inquieto porque aún quedaban tres horas de sesión y había gente que tiraba a muerte para quitarme mi plaza.

Esas tres horas las pasé fuera del Pit-Lane, concretamente en el garaje del equipo, que es donde tenemos las pantallas y las mesas para trabajar. Hablé con Dale Coyne y acordamos que volveríamos a salir si alguien nos superaba. Los mecánicos estaban preparados para ponerse en marcha en caso de que saltaran las alarmas. Y durante la mayor parte de ese tiempo estuvimos razonablemente tranquilos, pero luego entramos en un punto de no retorno cuando a falta de 20 minutos decidimos quedarnos en el taller en vez de rodar. Había tres pilotos en pista, tres coches que nos podían eliminar, y no teníamos tiempo material para reaccionar. Corrimos un riesgo, pero nos salió bien. Nadie nos superó y conseguimos el billete al Fast Nine. Todo el mundo aplaudió y lo celebró.

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La tensa espera antes de salir a clasificar

 

El resultado del sábado es muy importante por varios motivos. Porque es un argumento para que la gente crea en ti como debutante, porque da visibilidad al trabajo bien hecho, porque atrae atención mediática hacia ti… Todo el mundo se fija más en ti cuando las cosas te empiezan a ir bien. Y eso también lo percibes dentro del equipo, que ve recompensada la confianza que ha depositada en ti. De modo que, si los mecánicos normalmente trabajan al 100%, con esta inyección se ponen al 110%. Se genera una inercia positiva y es importante que la aprovechemos de cara a la carrera.

Con estas llegamos al Fast Nine del domingo. Poco antes de salir a pista, tuve ocasión de hablar por primera vez en persona con Fernando Alonso. Habíamos coincidido en el circuito en los entrenamientos e incuso habíamos rodado juntos, pero hasta entonces no nos habíamos conocido. Estuvimos hablando y me preguntó si tenía algo más guardado en el coche. Le dije que sí, que creía que podíamos mejorar el resultado del sábado. De hecho, mis mecánicos me quitaron un poco de carga aerodinámica para ser más rápidos.

Pero las cosas no salieron según lo previsto. Se nos quedó enganchado el weight jacker. Lo activé en la primera vuelta, pero no lo pude devolver a su posición original. Por culpa de eso, perdí carga aerodinámica en el tren delantero, paso por curva y toda opción de estar en la Pole Position. Aun así, mi primera vuelta fue la más rápida de todos los que estábamos en pista porque los neumáticos disimularon el fallo por unos instantes. Luego ya se volvió insostenible.

Tenía uno de los mejores coches y quería hacer la Pole Position porque me veía capaz de conseguirla, pero no pudo ser. Imagino que no soy el único piloto con ese pensamiento en estos momentos. Lo bueno es que hemos podido investigar la avería y que ahora mismo ya sabemos por qué no funcionó correctamente, de modo que ya está solucionado y no supondrá ningún problema el día de la carrera.

Le doy mucho valor a que salgamos séptimos, sobre todo porque tras el fallo del weight jacker el objetivo era no salir novenos. Ahora tenemos casi una semana para prepararnos para el gran día. Será una semana de compromisos con patrocinadores y medios de comunicación, y reuniones con el equipo. El viernes tenemos la última sesión de entrenamientos, de modo que intentaremos encontrar algo que nos haga ser aún más rápidos. Y a por las 500 Millas. No será nada fácil, pero nuestro coche tiene ritmo, hemos sido competitivos con y sin tráfico, y cada vez tengo más confianza adelantando. Las primeras tandas pueden ser difíciles, pero haremos todo lo posible para llegar a la fase decisiva de la carrera en una posición que nos permita luchar. Y disfrutaremos por el camino.

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Mi padre y yo. Hasta ahora mi familia no había podido estar en ninguna carrera de IndyCar por las restricciones de la pandemia.

 

LA COLUMNA DE ALEX PALOU: TEMPORADA 2020 DE LA INDYCAR

1. Mi llegada a la IndyCar
2.  Los tests de pretemporada
3. Cancelan St. Petersburg por el COVID-19
4. La odisea para entrar en EEUU tras el confinamiento
5. Texas: mi primera carrera en IndyCar
6. Previo: mi debut en Indianápolis
7. IndyGP: un poco de contexto sobre lo ocurrido
8. Road America: mi primer podio en IndyCar
9. Iowa: adaptación acelerada a los óvalos cortos
10. Indy500: preparación de las 500 Millas
11. Indy500: relato de los entrenamientos y clasificación
12. Indy500: balance final de la carrera
13. Gateway: imposible adelantar
14. Mid-Ohio: me echan cuando iba 4º
15. Indy: ahorro de gasolina y sanciones
16. St. Petersburg: casi damos la campanada
17. El fichaje por Chip Ganassi

 

Alex Palou
IndyCar
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