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GP de Mónaco F1 2018: Daniel Ricciardo, intocable

José Miguel Vinuesa
29/05/2018 09:24

Y llegó el Gran Premio de Mónaco, la sexta carrera del año y la más atípica y a la vez, atractiva del calendario. El número 76 de una larga historia que comenzaba allá por 1929 y que siempre se ha caracterizado por lo difícil del trazado, pero también por la belleza de las imágenes que arroja, más allá de lo emocionante que pueda resultar o no la carrera en sí: ver rodar a coches de F1 en un trazado tan angosto, tan cerca de las vallas, a velocidades absolutamente inapropiadas para esas dimensiones, es una emoción digna de degustar por sí misma.

Pirelli estrenaba aquí su tan esperado neumático hiperblando, marcado con el color rosa pálido, el más prestacional de toda la gama de los disponibles para los Grandes Premios, y que sin duda en el circuito urbano sería muy útil. Llegaba Red Bull con la vitola de gran favorito para la victoria, por delante de Ferrari y Mercedes, en ese orden, por la esperada eficacia de su chasis y un rendimiento aerodinámico superior. Mercedes, con un coche más adecuado a trazados de curvas de alta velocidad, estaba llamado a sufrir, como el año pasado, en este Gran Premio. Dicho sea, claro, en términos relativos.

 

JUEVES

Las nubes desde la roca que abraza el Principado amenazaron la primera sesión de libres del jueves, una en la que Fernando Alonso apenas participó, debido a un fallo en el sensor de un freno, algo que el asturiano detectó a las cinco vueltas y que obligó a investigar y solucionar el problema, pudiendo volver a salir a falta de 11 minutos para el fin de la sesión. Pese a que un bicampeón del mundo de la talla de Alonso no ha de padecer por la pérdida de una sesión completa, lo cierto es que en un circuito como este la confianza lo es todo y eso es algo que se obtiene vuelta a vuelta.

A eso es a lo que se dedicaron, principalmente, todos los demás pilotos. Los Mercedes comenzaron con los ultrablandos sus vueltas desde prácticamente el inicio de la sesión, mientras que los Red Bull se unirían después haciendo uso del hiperblando, misma opción que tomó Ferrari. Había mucho que probar con ellos y de hecho, desde un inicio, los Red Bull se mostraron como los más rápidos, con Daniel Ricciardo y Max Verstappen alternándose en las dos primeras posiciones de inicio. Y eso pese a un absurdo accidente de Sergey Sirotkin en la recta de meta, tocándose con el muro de la derecha por aproximarse demasiado tras la última curva, lo que le causó el pinchazo de la rueda trasera derecha, con algunas piezas esparcidas por la recta.

Los Mercedes pasaron también al hiperblando y Hamilton pudo colocarse momentáneamente en primera posición mediada la sesión, pero pronto un inspirado Verstappen volvía al liderato con un 1'12''280 que sería su mejor registro. El holandés rodaba con mucha velocidad y precisión y sólo un error en Ste. Dévote cortó una sesión perfecta. Su regreso marcha atrás fue objeto de investigación, pero incomprensiblemente ni siquiera fue motivo de advertencia: Sebastian Vettel, aunque a baja velocidad, tuvo que apartarse de la trazada por la maniobra del holandés. Nada dramático, pero tampoco algo tranquilizador.

En un circuito en el que la confianza es el elemento que marca la diferencia, quizás ese susto es lo que hizo que Max perdiese ligeramente el empuje. Le sustituyó su compañero de equipo, que pese a impactar con el guardarraíl interior de la chicane de La piscina, no se vio afectado y marcó un 1'12''126, que quedó registrado como el mejor tiempo de la jornada, avanzando en 0'154 segundos a Verstappen. Lewis Hamilton estaba a gusto con el coche en líneas generales, lo encontraba mejor de lo esperado y quedó tercero, a 0'354 segundos. Sin embargo, el vencedor del año anterior, Vettel, estaba a casi un segundo –0'915 concretamente–. Los tiempos de la primera sesión había que interpretarlos con tantos interrogantes como suciedad y falta de agarre había en el trazado.

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