30 años sin el mito

El brasileño era puro talento, pero también tenía una personalidad fuerte y unos principios prácticamente inamovibles. Y, en una época en la que la forma física no estaba tan cuidada como a día de hoy y los coches eran muy difíciles de controlar, su inconmensurable habilidad al volante no tardó en salir a relucir.

Senna entró en la Fórmula 1 como un elefante en una cacharrería. Seguramente nadie, allá por el inicio de la temporada 1984, daba alguna opción de victoria –o incluso de podio– a Toleman en la categoría reina del automovilismo. No es para menos, pues era un equipo modesto que empezó su andadura en la F1 en 1981.

Pero Ayrton se encargó de romper todos los moldes. En Mónaco, bajo la lluvia, no sólo finalizó en una meritoria segunda posición, sino que quería la victoria ante Alain Prost y ‘forzó’ aquel final de carrera con la famosa bandera roja. Fue su primer truco de ‘magia’. Más adelante llegarían otros dos podios –Gran Bretaña y Portugal–. Fueron los tres únicos podios del equipo Toleman en toda su historia en la F1.

La primera victoria llegó como tenía que llegar: en condiciones de lluvia. En su segunda carrera con Lotus, en el Gran Premio de Portugal 1985, Ayrton marcó un ritmo que nadie pudo seguir –hizo que la carrera fuese hasta ‘aburrida’ para algunos aficionados– y dobló a todos menos al segundo, Michele Alboreto, quien se quedó a más de un minuto. Impresionante.

Por supuesto, su talento pedía un coche para pelear por el título… y Ron Dennis se lo dio en 1988, pero tendría que enfrentarse al gran Alain Prost para ser campeón. Es ahí cuando entra en escena la personalidad. No sólo tenía el talento, sino también la tenacidad y la capacidad de no venirse abajo ante la presión por alcanzar la cima del deporte.

En McLaren hubo ‘líos’. Muchos. Desde la creencia de ambos pilotos de que a su compañero le daban mejor material hasta todo tipo de declaraciones e ‘incendios’. El propio Jo Ramírez llegó a decir que la temporada 2007 y todo el ‘caos’ entre Fernando Alonso y Lewis Hamilton parecía un juego de niños comparado con Senna-Prost, así que ya se lo pueden imaginar.

Todo esto nos lleva a Suzuka, en aquella edición de 1989 que vio una colisión entre Ayrton y Alain. Pero lo peor vino después. La descalificación del brasileño originó un auténtico ‘huracán’ entre éste y el presidente de la FISA, Jean-Marie Balestre. Sin ir más lejos, el caso estuvo cerca de terminar con Senna fuera de la F1. Al año siguiente, también en Suzuka, la venganza era inevitable.

Senna era así de indomable. Podía llevar un monoplaza de Fórmula 1 hasta la victoria en Brasil con la caja de cambios atascada en sexta o incluso hacer la que probablemente es la mejor primera vuelta de la historia –en Donington 1993– de los Grandes Premios, pero sus impulsos eran incontrolables. El error de Mónaco 1988, cuando tenía prácticamente ganada la carrera, es otro ejemplo de ello.

Si en la pista era especial, fuera de ella tampoco se quedaba corto. Nadie olvidará una famosa frase suya: "Si no vas a por un hueco que existe, ya no eres un piloto de carreras". Además, no dudaba en utilizar su estatus para dejar claro quién ‘mandaba’ en la Fórmula 1, como aquella vez que le puso la mano encima a un joven Michael Schumacher.

Pero también llevaba el compañerismo al extremo. Pocas personas en su lugar se hubiesen bajado del monoplaza en una zona de alta velocidad como Blanchimont –en el circuito de Spa-Francorchamps– para apagar el motor del Ligier de Érik Comas y evitar una tragedia. Se jugó la vida para salvar la de un compañero de profesión. Eso también era ‘puro Senna’.

Por todas estas razones se forjó la leyenda de Ayrton Senna. Peleó en pista con pilotos de la talla de Alain Prost, Nigel Mansell, Nelson Piquet, Niki Lauda o Michael Schumacher; llegó a meterle más de un segundo a su compañero de equipo –Prost– en la clasificación de un circuito tan corto como el de Mónaco; pero también dejaba su huella fuera de la pista y no dejaba a nadie indiferente.

Aquel Gran Premio de San Marino de 1994 fue muy triste para el mundo del automovilismo. Rubens Barrichello ya sufrió un horrible accidente que, afortunadamente, no fue a mayores, pero Roland Ratzenberger y Ayrton Senna no tuvieron la misma suerte. Todos desearíamos que el brasileño hubiese aceptado la invitación del gran Sid Watkins de ir a pescar, pero lo cierto es que su muerte no fue en vano, pues ‘obligó’ a un endurecimiento de las medidas de seguridad y no volvimos a ver una muerte en F1 hasta Jules Bianchi.

Sobre Ayrton se han hecho películas, documentales… y hasta hay una serie de Netflix en camino. Es lo que tienen los mitos. No tiene nada que ver con los números ni el palmarés, sino con los sentimientos que generan en seguidores y aficionados. Sempre Senna.