1982: Cuando el diablo reparte las cartas
Una mancha roja que atraviesa la recta principal a velocidad de vértigo. Una lluvia que no cesa y que descarga con furia sobre el anegado trazado de Hockenheim. Un hombre en la cima de su carrera que huye a toda velocidad de su mayor enemigo. Una grúa que retira los amasijos de hierro. Un perseguidor que ni siquiera existe. Una nueva jornada maldita y son ya demasiadas, incluso para el funesto 1982.