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Ferrari se marcha de Rusia con la satisfacción de ver cómo Vettel escala hasta el segundo puesto en el Mundial, aunque al mismo tiempo impotentes con el incidente entre Räikkonen y Bottas y la posterior sanción de 30 segundos. Mirando el lado positivo, en la Scuderia elogian la estrategia que han adoptado con ambos monoplazas y reconocen que sus expectativas pasaban por estar aún más lejos de Mercedes. En Estados Unidos quieren consolidarse como segunda fuerza.

Cada hora que pasa, cada día, cada semana sin un contrato de motor firmado por Red Bull, se acerca el límite lógico para preparar la temporada 2016. Mientras los chicos de Milton-Keynes afirman que no hay más opciones que la de montar la unidad de potencia de Ferrari, Maurizio Arrivabene ha dejado claro que será difícil que los italianos puedan proporcionar un motor a Red Bull.

Ferrari no cree que en Sochi vuelvan a rendir tan bien como en el GP de Singapur, dónde Sebastian Vettel logró una aplastante victoria gracias en parte a la bajada de rendimiento que sufrieron los Mercedes en el trazado urbano. 

Cuando la alta tecnología no existía en la Fórmula 1, los responsables de los equipos tiraban de ingenio y dedicación para fabricar sus monoplazas y rodar con ellos sobre la pista. Entre todos los ilustres jefes que han existido a lo largo de la historia, se antoja inevitable no recordar al emblemático Enzo Ferrari, padre de uno de los equipos más queridos y laureados durante los 65 años de historia de la categoría reina. De hecho, tal es el respeto que aún infunda la figura del ‘Commendatore’, que incluso los actuales responsables de Ferrari se fijan en su forma de trabajo como un ejemplo de innovación y carácter para sortear los problemas que presenta la complejidad existente en el reglamento actual.

A pesar de no haber logrado superar a Mercedes en el Gran Premio de Japón, en Ferrari son conscientes de que cada carrera que pasa están más cerca de la escudería alemana y, de hecho, no dan por sentenciado el título mundial a falta de cinco carreras para la conclusión.

El jefe del equipo Ferrari, Maurizio Arrivabene, ha restado importancia a las posibilidades de ganar el Campeonato a pesar de que Sebastian Vettel no se encuentra a tantos puntos de Lewis Hamilton en la clasificación del Mundial. El inglés y el alemán están separados por solo 59 puntos, poco más de dos carreras cuando todavía faltan cinco Grandes Premio para que la temporada de 2015 llegue a su fin.

Sebastian Vettel se va de Japón con un nuevo podio tras la victoria en Marina Bay. En esta ocasión, el equipo Ferrari no ha podido con la superioridad del equipo Mercedes y se ha tenido que conformar con una tercera posición de Sebastian Vettel y una cuarta plaza de Kimi Räikkönen.

Maurizio Arrivabene se ha mostrado dubitativo ante los beneficios que podrían derivarse de la prohibición del uso del túnel de viento, una propuesta que se puso encima de la mesa en la reunión del Grupo de Estrategia de la semana pasada como medida planteada para reducir los costes de la competición.

El Gran Premio de Singapur fue raro en sí mismo. Más allá del caminante que provocó un coche de seguridad, la principal causa que hizo que la carrera no siguiese el 'status quo' de la temporada fue el bajón de rendimiento de Mercedes. Para explicarlo, aparecieron teorías conspiratorias de debajo de las piedras debido a la rareza vista: que las flechas de plata estuviesen lejos de la Pole, de la victoria y del podio.

El Gran Premio de Singapur fue algo de lo más inusual respecto al devenir de la temporada. Los Mercedes sufrieron, mucho. Tanto fue así que Hamilton se retiró por primera vez en lo que va de año y Rosberg fue incapaz de alcanzar a los tres pilotos que acabaron subiendo al podio. Un trío encabezado por Sebastian Vettel y en el que también estuvo presente un Kimi Räikkönen renovado en Ferrari.

Si ya el sábado de Singapur fue especial para Ferrari, hoy es día grande en Maranello. Y es que la Scuderia ha conseguido el objetivo que marcó Arrivabene al principio de la temporada al conseguir la tercera victoria del año con Vettel. El alemán no se bajó del liderato en ningún momento pese a la presión de Ricciardo y las apariciones del Safety Car. La alegría italiana se completa con el podio de Räikkönen, que, eso sí, lamenta por no haber podido luchar por más.

Es evidente. Le ha cambiado la cara. Solo había que ver la felicidad reflejada en su rostro al estar subido en el podio más especial del año, el de Monza, el de los 'tifosi'. Allí consiguió su primera e inolvidable victoria en la Fórmula 1 con Toro Rosso en 2008, y el domingo pasado una de las experiencias que jamás olvidará y que solo puede superar si algún día su sube un escalón más del cajón vistiendo los mismos colores de Ferrari. Sebastian Vettel es feliz.

Shell y Ferrari anunciaron el domingo que han acordado una prórroga de cinco años en su agrupación comercial. Las dos compañías tienen una relación que se extiende desde el inicio del Campeonato Mundial de la FIA en 1950. Incluso, la petrolera anglo-holandesa patrocinó a Enzo Ferrari como piloto a finales de 1920.

Red Bull se ha cansado de Renault definitivamente. Durante el parón veraniego el mismo Christian Horner dijo públicamente que tenían un contrato con los franceses hasta finales de la temporada 2016 pero parece que ahora los de Milton Keynes no están dispuestos a seguir agonizando con la unidad de potencia de la que disponen. Según asegura Autosport, Red Bull ha hecho una petición de romper su contrato con Renault a final de temporada y Abiteboul y sus socios la aceptarían.

Ferrari se ha topado con la cruda realidad en el arranque de su Gran Premio de casa. Pese a erigirse nuevamente como la segunda fuerza competitiva de la parrilla por delante de los Force India y los Williams, tanto Sebastian Vettel como Kimi Räikkänen contemplan atónitos la distancia de casi un segundo que ambos Mercedes han logrado endosarles tanto en la primera como en la segunda sesión de entrenamientos libres. Las expectativas reales de cara a la sesión clasificatoria no son otras que asegurar la segunda línea de la parrilla y tratar de plantar cara a las flechas plateadas en la carrera del domingo.