Tres ganadores de Le Mans, tres motivos para emocionarse

Los tres tienen su historia, su emocionante historia. Ferrari, en su retorno, cincuenta años después, celebrando el centenario de la prueba. Inter Europol con Albert Costa en LMP2. Corvette y Ben Keating en GTE.

Todos tienen su historia detrás. Ferrari, sin duda, la épica, la apuesta personal de John Elkann, el retorno soñado que no se esperaba. Un retorno hecho posible porque Liberty Media y la FIA impusieron el límite presupuestario a la F1. ¡Gracias F1 por haber hecho de nuevo el WEC grande!

Albert e Inter Europol, un equipo pequeño, modesto. Pero la pasión mueve montañas y está la han movido. Eh, Albert no lo esperabas cuando, hace pocos años, estaban asumiendo su papel de coach sin apoyos para correr y de repente te llamó, a finales de 2015, Emil Frey para un test…. Que cambió tu vida.

He recordado a Joan Villadelprat, que creyó en Albert, le hizo correr con Epsilon en F-Renault y en las World Series… como había hecho, en la segunda de las categorías, con el que hoy ha sido el mayor rival de Albert, Robert Kubica. Otro piloto que apuntaba muy alto, llegó a F1, y un accidente en un rally pareció truncar su carrera.

Y Ben Keating, americano, gentleman driver, apasionado de las carreras, el hombre de negocios que se convirtió en piloto y que este año ha adquirido estatus oficial porque Le Mans exigía un piloto bronce en los equipos de GTE. Oficial de Corvette.

No han sido estas las únicas emociones. Miguel Molina me ha hecho vibrar, luchando por la victoria absoluta. Àlex Riberas ha estado peleando por la victoria en GTE en su primer Le Mans.

Y me he emocionado por Jack Glickenhaus. Sus dos coches han llegado a la meta. Su quijotesca aventura ha tenido su premio, aunque me hubiera gustado más un podio. Seguro que esto no era realista, pero soñar es gratis. 

Y por supuesto, por vivir la edición del centenario, una de las mejores ediciones de Le Mans que he visto nunca.