COCHES

PRIMERA PRUEBA

Mercedes-AMG G 63 2018, primera prueba: potencia y distinción desde las alturas

Su motor V8 biturbo de 585 caballos acelera de 0 a 100 en 4,5 segundos
Mantiene la tracción total, la caja reductora y los tres bloqueos de diferencial
Combina un aspecto exterior con reminiscencias del pasado con un lujoso interior
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Rafael Alonso
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16 Ene 2019 - 08:27

El Mercedes Clase G se renovó por completo G en 2018 y, con él, su versión más potente por el momento, el Mercedes-AMG G 63. En SoyMotor.com nos hemos puesto al volante de su acabado de lanzamiento Edition 1 para comprobar si imponente aspecto exterior, su lujoso interior y sus 585 caballos están a la altura de los 199.000 euros que cuesta.

Tras casi 40 años en el mercado, el Mercedes Clase G afrontó el difícil reto al renovarse sin renunciar a su esencia ni defraudar a sus fans más incondicionales; mantener su carácter todoterreno, pero ofrecer un mejor comportamiento dinámico y un interior a la altura del segmento premium. El resultado fue un éxito, y su sublimación llegó con su versión AMG 63, que añade a lo anterior un extra de potencia y distinción, lo que lo hace todavía más especial.

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El Mercedes Clase G es un todoterreno puro, con chasis de largueros y travesaños, tracción 4x4 permanente, reductora y tres diferenciales, para superar sin dificultad cualquier reto 'off road'. De serie equipa un motor V8 biturbo de 4.0 litros y 421 caballos pero, si a esto le sumamos la puesta a punto de la versión AMG G 63, aumenta su potencia hasta 585 caballos. De este modo, acelera de 0 a 100 kilómetros/hora en 4,5 segundos, 0,9 segundos más rápido que el G 63 de 2015. Cabe recordar que de la anterior generación hubo una versión G 65 con 630 caballos, pero éste llegaba a 100 en 5,3 segundos, 0,8 más lento.

Respecto a la anterior generación, el Mercedes-AMG G 63 2018 crece en todas sus cotas y mide 4,87 metros de largo, 1,98 de ancho y 1,97 de alto. Su batalla es de 2,89 metros y su ancho de vías de 1,65, lo que redunda en una mayor estabilidad y habitabilidad interior. Con todo, el peso de esta versión es de 2.560 kilos, 130 más que el G 500.

A simple vista, el Mercedes-AMG G 63 es un vehículo imponente, y combina reminiscencias de generaciones anteriores con una estética todavía más agresiva y contundente. Su angulosa silueta, su característico diseño frontal, los espartanos tiradores y bisagras vistas de las puertas, o la ubicación de los intermitentes sobre el capó, contrastan con una calandra específica AMG, unos pasos de ruedas ensanchados para albergar llantas de hasta 22 pulgadas, y cuatro llamativas salidas de escape bajo las puertas traseras.

Pero si hay un lugar dónde el Clase G sorprende es en el interior. Mientras que el exterior se mantiene fiel al diseño original, el habitáculo ha experimentado un salto de gigante para ponerse a la altura de los modelos más lujosos de la marca. Sobre un salpicadero muy horizontal y forrado en cuero, con pespuntes rojos e inserciones en carbono en esta Edition 1, mantiene detalles retro como el asidero para el acompañante. Junto a él, un puesto de mando de doble pantalla –de 12,3 pulgadas cada una– que se pueden gestionar desde la superficie táctil háptica, los botones del volante –de corte deportivo–, con la voz, o desde el mando en el mueble central, para no apartar la vista de la carretera. Las salidas de aire acondicionado mantienen el aspecto de turbina, presente en otros modelos de la marca, mientras que el reloj analógico ofrece un aire vintage.

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Tanto el diseño y tapizado de los asientos como los guarnecidos de las puertas están al nivel de la mejor berlina de representación y, opcionalmente, la butaca del conductor puede contar con multicontorno activo que se modifica acorde a la dinámica de conducción para ofrecer una mejor sujeción lateral. Es una sensación extraña, pero no incómoda, y se combina con la función de masaje, opcional según el nivél de acabado.

La postura de conducción es elevada, como cabe esperar en un coche de estas características, y la verticalidad del parabrisas y tamaño de las superficies acristaladas ofrecen una buena visibilidad en todas direcciones. En cualquier caso, se puede contar con cámaras de visión 360 grados alrededor del vehículo para vigilar el entorno al aparcar o superar obstáculos todoterreno.

En las plazas traseras, la ganancia en espacio para las piernas de los pasajeros es evidente. Se ha incrementado la distancia desde la banqueta posterior a los respaldos delanteros en 15 centímetros respecto a la generación anterior, pero el acceso se ve un poco limitado por el tamaño y la forma de las puertas. Es el precio que hay que pagar por mantener ese aspecto de coche casi bélico. Como colofón a su amplio espacio interior, los respaldos de las plazas traseras se pueden abatir en dos secciones 40/60 para ofrecer un mayor volumen de carga, que pasa de 454 a 1.941 litros.

De serie, el Mercedes Clase G cuenta con un amplio equipamiento de confort y seguridad, e incluye elementos como el volante y los asientos delanteros con ajuste eléctrico y función de memoria, asientos calefactados delante y atrás, climatización automática de tres zonas, luces de leds automáticas, espejos electrocrómicos y calefactados, control de crucero adaptativo con asistente de cambio involuntario de carril reconocimiento de señales y detección de fatiga, aparcamiento asistido y sistema precolisión con llamada a emergencias automática, entre otros. Todo ello se puede completar con distintos los niveles de acabado y paquetes de opciones como los asientos multicontorno activos, el sistema de sonido Burmester o la visión de 360 grados de la que ya hemos hablado.

La versión AMG G 63, además de su potencia y paquete de acabado exterior con llantas de 20 pulgadas, añade de serie el volante AMG Performance en napa delante de un cuadro de instrumentos distinto, los frenos de alto rendimiento AMG y una puesta a punto específica del tren de rodaje. Este equipamiento se completa en el acabado Edition 1 con un interior con elementos distintivos en rojo, asientos con multicontorno activo forrados en napa, detalles en fibra de carbono, embellecedores distintivos y llantas forjadas de 22 pulgadas.

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El Mercedes-AMG G 63 equipa un motor V8 biturbo de 4.0 litros –el mismo bloque que propulsa al Mercedes-AMG GT 4 puertas Coupé o el Mercedes-AMG S 63 S, entre otros modelos de la marca–, que desarrolla 585 caballos de potencia a 6.500 revoluciones y 580 Newton metro de par entre 2.500 y 3.500 vueltas. Con él, y gracias a la tracción total y el cambio automático AMG Speedshift TCT 9G-Tronic, acelera de 0 a 100 kilómetros/hora en 4,5 segundos y alcanza una velocidad punta limitada a 240 kilómetros/hora, 20 kilómetros/hora más que sin el paquete AMG Drive.

Desde parado, el empuje del motor es brutal y te proyecta hacia delante con una ligera elevación del morro que imprime todavía mayor sensación de catapulta. Una vez en movimiento, su capacidad de progresión también es sorprendente y, a pesar de su peso, permite afrontar con confianza adelantamientos en carreteras de doble sentido.

En un plano menos emocional, dado su cubicaje, potencia y dimensiones, es fácil pensar que su consumo será desmedido y, si bien es cierto que no se trata de un modelo 'eco', Mercedes ha equipado al G 63 con una función de desactivación selectiva de los cilindros AMG Cylinder Management. Así, cuando el nivel de exigencia al motor es bajo, las válvulas de los cilindros dos, tres, cinco y ocho se cierran para mejorar la eficiencia y contener el consumo. El menú principal del cuadro de mandos informa al conductor cuando la desactivación de cilindros está operativa, y el motor vuelve a entregar todo su potencial en el momento en que se le demanda más potencia sin que la transición de cuatro a ocho cilindros resulte apreciable para los ocupantes.

Con todo, y según el tamaño de las llantas y las ruedas, que pueden ser de 285 o 295 milímetros de huella para llantas de 21 o 22 pulgadas, homologa unas emisiones de 299 gramos/kilómetro, con un consumo de 13,1 litros a los 100. Durante nuestra breve prueba no pudimos hacer una medición exhaustiva de consumos, pero sí comprobamos cómo la 'aguja' del indicador –que es digital– bajó de los 12 litros a los 100 cuando circulamos a velocidad legal y constante por vías rápidas. No se trata de un consumo bajo, pero sí contenido, dado su peso, potencia y muro aerodinámico frontal.

Para gestionar todo su potencial, y contribuir también a contener el consumo, el Mercedes-AMG G 63 equipa una caja de cambios automática por convertidor de par AMG Speedshift TCT 9G-Tronic, puesta a punto específicamente para su dualidad como todoterreno y turismo. Mercedes asegura que ha acortado las relaciones entre sus nueve marchas para hacer más confortable y silenciosa la conducción a bajas revoluciones, y lograr un menor consumo. Un software específico gestiona el cambio según el modo de conducción seleccionado para que las transiciones sean suaves cuando se circula a ritmo sosegado, y más rápidas al pisar con contundencia el acelerador.

La palanca selectora del cambio, situada en la columna de dirección a mano derecha, permite cambiar con facilidad entre la dirección de avance, y un pulsador hace posible cambiar al modo manual, para subir o bajar marchas a voluntad desde las levas solidarias al volante. En este modo, el cambio mantiene la relación de transmisión seleccionada aun cuando se llega al régimen máximo de giro del motor.

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Como no podía ser de otra manera, el G 63 mantiene su ADN 4x4 con la tracción integral, tres diferenciales mecánicos y una caja reductora. No obstante, la tracción total AMG Performance 4Matic se ha puesto a punto para dar prioridad al eje posterior con un reparto de par 40/60, mediante un diferencial central mecánico con un embrague multidisco. Así, Mercedes ha logrado una mayor agilidad en curva para el G 63 y, si el conductor requiere de una capacidad de tracción mayor, puede bloquearlo por completo mediante los interruptores en la consola central.

Del mismo modo, para incrementar sus capacidades 'off road', también se pueden bloquear por completo y de manera independiente los diferenciales del eje delantero y trasero mientras se circula, tanto con reductora como sin ella. Por su parte, la caja reductora –con una desmultiplicación de 2,93– le permite incrementar el par motor en las ruedas para superar pendientes muy pronunciadas. Ésta puede activarse en parado o mientras se circula a una velocidad inferior a 40 kilómetros/hora, y volver a la relación de marchas 'normal' hasta a 70 kilómetros/hora desde el mismo interruptor.

No hemos tenido la oportunidad de probar en profundidad el funcionamiento de todos estos sistemas en una conducción 'off road' pero, dadas las características estéticas de esta versión AMG Edition 1 –con llantas de 22 pulgadas y bajo perfil–, no parece que el campo sea su hábitat natural. Para aquellos conductores que quieran hacer un uso intensivo del Clase G fuera de asfalto, tal vez resulte más recomendable su versión de acceso G 500 con llantas de 18 pulgadas.

En carretera, donde sí hemos probado el Mercedes-AMG G 63, la sensación de lujo y poder es total. Al margen del descomunal empuje de su motor, te sientes como si nada pudiese detenerte, y los SUV, incluso los más grandes, quedan un peldaño por debajo. Esta visión desde las alturas encuentra su explicación, entre otros motivos, en sus 24,1 centímetros de altura libre al suelo.

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Por primera vez en un Clase G, Mercedes ha recurrido a una suspensión independiente de trapecios articulados en el eje delantero, y eje rígido atrás; ambas con muelles helicoidales y amortiguadores de dureza regulable electrónicamente. Para reforzar la rigidez estructural del conjunto, cuenta además con una barra entre copelas, y para contener los movimientos de la carrocería, barras estabilizadoras transversales en ambos ejes. Con todo, el tren de rodaje AMG Ride Control ofrece un muy buen compromiso entre capacidades fuera de asfalto y comportamiento dinámico en curva, sin renunciar a un gran confort de marcha. En vías rápidas, ciudad o al superar relatos es como una 'alfombra mágica' y, cuando llegan las curvas, no balancea más de lo esperado.

Es un coche grande y pesado, y no podemos calificar su comportamiento como deportivo, pero sí es cierto que transmite una buena dosis de confianza para circular a un ritmo ligero y se muestra muy estable. La suspensión electrónica ajusta su dureza de manera independiente en cada rueda en función de la velocidad y el tipo de conducción, como también sucede con la asistencia electromecánica de la dirección. Así, al circular a un ritmo ágil, el tren de rodaje se vuelve más firme y la dirección más precisa, y vuelven a ser ligeras y confortables al aminorar la velocidad.

No obstante, el conductor puede cambiar entre los distintos modos de conducción –Confort, Sport, Individual o Eco– mediante un pulsador en la consola central, lo que modifica la respuesta del motor y las relaciones de cambio, además de los parámetros de la suspensión y la dirección. En el modo Eco busca ofrecer un consumo lo más eficiente posible, mientras que el modo Sport centra su objetivo en las prestaciones. El programa Individual permite combinar los ajustes del vehículo según las preferencias de cada conductor.

Con independencia del modo de conducción seleccionado, el Mercedes Clase G pone en funcionamiento el programa G-Mode en el momento en que se active cualquiera de los bloqueos de diferencial o la caja reductora. De este modo, el Clase G adapta la amortiguación, el sistema de tracción, la dirección y la respuesta del motor para ofrecer unas mayores capacidades fuera de asfalto.

El Mercedes Clase G 500 está a la venta desde 127.450 euros, pero es necesario abonar 173.750 euros para acceder a su versión AMG G 63 de 585 caballos. La unidad que hemos probado, con el acabado de lanzamiento Edition 1, tiene un coste de 199.000 euros, lo que lo sitúa por encima de modelos como el Jeep Grand Cherokee Trackhawk de 707 caballos, pero por debajo del Range Rover SV de 565 caballos o el Bentley Bentayga V8 de 549. El G 63 también es más caro que el Mercedes-AMG GLS 63, que equipa el mismo motor de 585 caballos, pero es cláramente más capaz fuera de asfalto que cualquiera de ellos, además de contar con un aspecto más impactante.

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En definitiva, el Mercedes-AMG G 63 Edition 1 aglutina un completo paquete tecnológico para ofrecer el mejor comportamiento posible en carretera, sin sacrificar ni un ápice de su espíritu 'off road'. Su motor ofrece un empuje brutal, a la altura de su impactante aspecto exterior y lujoso acabado interior; una amalgama perfecta de potencia y distinción, sólo al alcance de unos pocos.

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