Cupra: ¿Está en peligro por los aranceles al eléctrico Tavascan?

Cupra decidió fabricar el Tavascan en la planta de Anhui, en China, ante la imposibilidad de hacerlo en Europa al estar en ese momento las fábricas que producen coches en esa plataforma saturadas de pedidos…

Ante su procedencia y ser eléctrico, la Unión Europea va a gravar al Tavascan con un impuesto extra del 28%, debido a que muchas fábricas y proyectos eléctricos en China fueron financiados por el Estado, lo que les da una ventaja considerada ilegal en Europa. En Estados Unidos y Canadá este impuesto es del 100%, eliminando a los coches eléctricos chinos del mercado.

A Cupra, este imprevisto arancel le impediría vender el Tavascan de forma adecuada: no puede trasladarlo a una subida de precio en un mercado ultra-competitivo que no tiene tanta demanda como estaba previsto, ni se puede restar del margen comercial, que en ningún caso supera el 10%. El caso es que, de vender el coche con los precios previstos, entrará en pérdidas y, si no los vende, no recuperará la inversión en el mismo, y para una marca con tan pocos modelos en el mercado, que uno de ellos no vaya a ser rentable ninguno de los siete años de su vida comercial es un desastre económico que puede arrastrar a pérdidas a toda la compañía.

Wayne Griffiths ha denunciado esta situación que pone a la empresa contra las cuerdas. Cupra reclama que se estudie su caso como una marca aparte, ya que no es una empresa china ni ha recibido ayudas directas del gobierno chino, pero lo cierto es que la Unión Europea lo que busca es, sobre todo, que no se deslocalice la producción hacia el país asiático, justo lo que ha hecho Seat con el Cupra Tavascan.

La solución llegará en las próximas semanas, pero si la Unión Europea no cede, la viabilidad del coche está sujeta a poder trasladar su línea de producción a Europa, un proceso que, en el mejor de los casos, supondría un retraso de entre 12 y 18 meses, con un sobrecoste que, de nuevo, lastraría las cuentas de la marca española.

Aún así en la empresa hay cierta resignación. Desde el lanzamiento de Cupra hace seis años han vivido una pandemia, la crisis de microchips, una guerra que ha entorpecido sus suministros y ventas y, ahora, el ataque de los aranceles.