Toyota Gazoo Racing Experience: nos vemos en la pista

Dos kanjis sirven para escribir 'Gazoo' en japonés. Significa algo así como 'imagen', y es el nombre del portal web que Toyota abrió en Japón hace 20 años para mostrar a sus propios concesionarios los coches que tenían disponibles. Años después, en 2007, decidieron llamar Gazoo Racing a su equipo de competición en Japón y, ya en 2015, exportaron el concepto al resto del mundo. Y lo hicieron porque el deporte del motor es imagen. Una plataforma de superación, de progreso, de emociones y, además, de exhibición. Un repaso a la historia de este deporte habla claramente de ello, y tiene lógica que Toyota haya recurrido al nombre Gazoo para devolver el lustre a su gama de productos deportivos, que incluyen actualmente el Yaris GRMN, el GT86 y el inminente Supra.

España es un caso especialmente importante para Toyota en este camino hacia las emociones, ya que actualmente cuentan en las filas de Gazoo Racing con uno de los mejores pilotos del mundo que, además, nació en Oviedo. Hablamos, claro está, de Fernando Alonso y su aventura en el Mundial de Resistencia con el TS050 Hybrid que le ha llevado, por ahora, a ganar las 6 Horas de Spa y nada menos que las 24 Horas de Le Mans. También la comunidad rallyista ha recibido con buenos ojos la rentrée de Toyota y, aunque no sea con un piloto español –quizá sí a través de la cobertura mediática que levanta el piloto español–, la presencia en el Dakar también arrastra público para la marca.

La filial española de la compañía detectó inmediatamente la fuerte demanda de merchandising y un 'hype' especial por la marca, así que juzgaron que había llegado el momento de hablar de deportividad y no sólo de la eficiencia pegada al ADN de Toyota.

La consecuencia de todo lo anterior son las Gazoo Racing Experiences, eventos que Toyota España promoverá por circuitos de toda España para que sus clientes, potenciales clientes, fans y aficionados al motor en general puedan disfrutar de los Toyota más deportivos en un ambiente de carreras como son los circuitos. La primera de estas experiencias, casi un experimento piloto, se celebró en el Jarama y nosotros acudimos invitados junto a otros periodistas para conocer la nueva mirada de Toyota hacia la competición.

Alrededor del box que nos sirvió de centro de operaciones, encontramos los que iban a ser nuestras monturas por un día: varias unidades del Toyota GT86 ‘de calle’ recientemente actualizado, tres unidades del exclusivo Yaris GRMN con el que tan bien nos llevamos en Castellolí –se han fabricado sólo 400 unidades en todo el mundo–, y también los dos ‘pepinos’ de carreras, el humilde pero efectivo Aygo de la Copa Kobe y el GT86 preparado también por los hombres de Alberto Dorsch principalmente para correr en tierra. Además, y para mejorar el ambiente, dos boxes más allá trabajaba Toyota Europa con tres unidades del nuevo Supra convenientemente camufladas. Dicen que había también una unidad definitiva, pero oculta tras dobles puertas y fuertes medidas de seguridad.

Un briefing rodeados por imágenes de Toyota en competición, merchandising del WEC y el personal de la marca y de Kobe Motor abiertos a todo tipo de consultas técnicas nos trajo ya el agradable mariposeo en el estómago que se siente antes de salir a rodar en circuito, y que crece cuando pisas el pitlane. Allí encontramos un equipo de instructores que nos acompañó durante toda la prueba. Desde luego, la mayoría de periodistas necesitamos su asistencia, por muchas vueltas que hayamos dado en circuito, pero todavía es más necesario para el público general, que es el que la marca quiere acercar a su gama más deportiva.

Empezamos con el Toyota GT86 2018, que apenas ha cambiado respecto a la anterior versión pero que monta un interesante equipo de frenos Brembo, más potente que el anterior y, por tanto, más adecuado para un coche con un chasis exquisito. Isaac Vera, piloto, comercial y en definitiva hombre de carreras de Kobe Motor nos los resumió así: "Es uno de los mejores chasis que he probado en un coche de calle, me arriesgo a decir que es uno de los mejores del mercado". Y la verdad es que consigue una pisada excepcional en circuito. Su motor sólo empuja de verdad a partir de las 5.000 vueltas, pero si nos concentramos en la conducción no es algo difícil de conseguir. Gira muy bien, suena muy bien y transmite todo a través de nuestro trasero –con una suspensión firme– y de las manos –con un cambio corto y preciso unido a una dirección muy informativa–.

Al bajarme del GT86, Isaac me ‘secuestró’ para dar el salto directamente al GT86 preparado por Kobe Motor. Monta un autoblocante trasero tarado al 70% –pude confirmarlo con el piloto– así como un grupo corto que le da un brío necesario para salir de zonas lentas. No en vano cumple con la normativa del grupo N3 de rallies… y con una preparación que no pasa de los 10.000 euros, además de la compra del coche, claro. 

El interior del coche está ‘vacío’, aunque cuenta lógicamente con dos bacquets de competición y una jaula de seguridad. Por otra parte, en el exterior lleva un alerón trasero imponente, dos buenas salidas de escape que suenan a gloria y las típicas llantas Braid. En pista, además del lógico ruido que nos obligaba a levantar en el tramo desde la Hípica a Bugatti –por la normativa de sonoridad instituida recientemente en el Jarama–, descubrimos un coche con una curva de par tan progresiva que podíamos empezar a acelerar pronto, muy pronto. Tanto que, junto a un chasis con una puesta a punto agresiva en cuanto a caídas en el eje trasero, podíamos abrir el gas a fondo a media curva. Isaac se mostró especialmente insistente en este punto, y quien suscribe le hizo caso contra lo que le dictaba su percepción. El chasis de este GT86 aguantaría un motor mucho más potente, aunque perdería ese punto de iniciación que es precisamente lo que buscan Kobe Motor y Toyota España.

Bajamos un par de escalones y nos montamos a renglón seguido en el Aygo de la Copa Kobe de Asfalto. El volante queda descentrado respecto a los pedales y resulta un poquito grande. El contraste en cuanto a postura de conducción es grande, aunque también el Aygo cuenta con jaula y bacquets. El tacto del cambio, por contraste con el GT86, resulta gomoso. Suena fuerte y corre poco. ¡Qué más da! Aquí se trata de exprimir lo que tenemos entre manos y, con las curvas, todo se vuelve más rápido y divertido. Se puede frenar tarde, inusitadamente tarde. Discos y pastillas son evidentemente específicos para la ocasión. Es cierto que la velocidad terminal no es muy alta y, por tanto, hay que aminorar menos que en un coche más potente, y también juega a favor su ligereza. Pero frena. Vamos de nuevo al gas y… hablamos de 78 caballos y 830 kilos sin piloto. Buscamos los leds de la consola central para subir marcha en el momento adecuado. En la Rampa Pegaso aguantamos la tercera hasta arriba, porque ahora no llevamos grupo corto. Y vamos razonablemente rápido. Y nos divertimos. Mucho. Parece mentira que el precio de esta máquina sea de 16.698 euros con toda la preparación incluida, porque es una pequeña caja de sorpresas y diversión.

Último stint en pista. Nos subimos al Toyota Yaris GRMN. Un viejo conocido que exprimimos –o él a nosotros, más bien– en la pista de Castellolí y las carreteras de l’Anoia. Le notamos lo mismo que entonces: su motor empuja como un demonio, la puesta a punto es excelente, aunque es más fácil subvirar que con el GT86 y, desde luego, la postura de conducción es bastante menos ergonómica. Es lo único que nos recuerda que estamos en un utilitario, porque llegamos fuerte y confiados a la frenada de la Hípica, tanto o más que con su hermano mayor. Si los tres pedales fueran metálicos y estuvieran a la misma altura nos gustaría aún más, aunque la verdad es que elegimos mal el calzado para la ocasión… definitivamente no era día de mocasines, pero realmente no esperábamos tanto punta tacón.

Termina el tiempo en pista y bajamos ante la mirada de los responsables de Toyota España. "Qué tal la experiencia?", nos dicen, a medio camino entre la cortesía y la encuesta. Contestamos aquí mismo: una tarde divertida, con buenos consejos de los profesionales y una gama deportiva con brotes verdes, a punto de florecer aún más con el advenimiento del Supra, el Yaris GR –un híbrido con toques ‘sport’ que descubriremos en París– y lo que se perfila como un superdeportivo de futuro. Sin menoscabo de la eficiencia y la conciencia ecológica nuestra y de nuestros lectores, dar un paso hacia lo deportivo nos parece un acto de justicia con el aficionado y con la historia de una marca que ha escrito con letras doradas bonitas páginas de carreras… ¡y las que pueden estar por llegar!