Este híbrido utiliza una turbina como generador y es el proyecto personal de una sola persona

Su nombre es Voo Doo, y está inspirado por el avión de combate McDonell Douglas  F-101 del mismo nombre. Se trata de una creación personal y artesanal de un exdiseñador de General Motors, Brian Booth, que comenzó a trabajar en él hace la friolera de 25 años. Tras su paso por el fabricante de automóviles, pasó a ser diseñador de una empresa de vehículos militares.

Para este proyecto personal, Brian buscaba que su elemento propulsor fuese eléctrico. Para empezar, probó con nada menos que 2.912 pequeñas baterías para posteriormente cambiar el concepto y hacer uso de un conjunto de 10 baterías con 32 kiloWatios hora hora de la marca LG Chem, ahorrando así un 25 % de espacio. Brian asegura que la potencia de carga admisible es de 220 kiloWatios para un tiempo de recarga de 2 horas, con una autonomía puramente eléctrica estimada de 96 kilómetros.

No obstante, la prioridad motriz de Brian y lo que debía de tener el coche sí o sí como amante de la aviación, era una turbina. Dicho y hecho, se hizo con los servicios de un Garrett GTP 30-67, capaz de girar a 50.000 revoluciones por minuto y generar 40 caballos de potencia. Como implementarla haciendo las veces de elemento propulsor era harto complicado, ésta cumple la función de generador eléctrico, tratándose en el fondo de un híbrido de autonomía extendida, con capacidad para funcionar con multitud de combustibles. Con ambos depósitos al máximo, la autonomía que su creador estima es de unos 350 kilómetros.

La unidad motriz per se es un motor eléctrico de la firma UQM con 400 caballos ubicado sobre el eje trasero y que los envía a través de un diferencial de Ford Mustang con un ratio de 5,14:1 a las ruedas favoreciendo así unas aceleraciones más alegres.

El chasis, por su parte, es tubular y enteramente de acero, mientras que la carrocería es de fibra de vidrio para lograr de esta manera marcar un peso en la báscula de aproximadamente 1.350 kilos. Curiosamente Booth afirma que los diseños y planos de la carrocería ya los tenía desde hacía 20 años, cuando era complicado y caro fabricarla, sin embargo, la llegada de la tecnología de impresión 3D facilitó las cosas. La suspensión es neumática y diseñada específicamente para este modelo por un amigo del creador.

En su interior, con espacio para cuatro ocupantes, prima la esencia aeronáutica. La consola central y el panel de instrumentos son prestados directamente de un avión de combate, así como los reposacabezas. Como no podía ser de otra forma, no cuenta con espejos retrovisores, sino con tres cámaras que dan una visión completa de lo que ocurre detrás del coche.

Tras 25 años de trabajo y unas 20.000 horas invertidas, sin contar con la ayuda inestimable de amigos que compartían su sueño y visión, el proyecto lo tiene prácticamente terminado e incluso tiene el visto bueno y la homologación por parte del gobierno de California.