F1

El piloto español y su ingeniero nos cuentan una de sus secretas estrategias

Carlos Sainz y el secreto de Excálibur

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25 Mayo 2016 - 18:51

Allí están. Carlos Sainz y Marco Matassa. Hablan en el paddock sobre quién sabe qué detalle del comportamiento del Toro Rosso, o eso parece. Están de pie, hartos de la sala de trabajo. El ingeniero fuma y mueve mucho los brazos, un poco desgarbado. Es un rasgo de carisma, aunque discreto al lado de esa melena de león, que entre amigos confiesa peinar a diario adrede para que sea la nota disonante en esa armonía de números que es un box de F1. El piloto permanece mucho más quieto, pensativo. Cuando trabaja, Carlos no es muy expresivo. Frunce el ceño. Es muy raro que un periodista pueda sumarse a este tipo de reuniones, íntimas como un vis à vis. Esta vez, sin embargo, había sido convocado ex profeso. Habían decidido contarle un secreto.

"Si lo has descubierto, mereces saberlo", fue el saludo del ingeniero. Y todo por ver una pegatina, un adhesivo de cinco por cinco en el chasis STR10-01 que utilizó Carlos Sainz durante los Grandes Premios de México, Brasil y Abu Dabi del año pasado. Era una espada clavada en una roca, como la que el Rey Arturo extrajo en su leyenda con la mágica ayuda de Merlín. Pero, ¿qué sentido tenía esta arma medieval pegada a la fibra de carbono de un Toro Rosso?

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Marco Matassa toma la palabra: "Es una historia bellísima. Se remonta al GP de Rusia. Después del sábado, cuando tuvimos el accidente", dice en plural, síntoma de la simbiosis entre ellos. "Carlos se presentó el domingo con el deseo, con la necesidad de pilotar, de hacer una buena 'carrerita' –esto lo dice en español, n.d.r.– y de conquistar lo que había dejado en pista el día anterior. Y después de lo que vimos, se demostró que este espíritu funcionó. Fue una carrera muy buena, realmente buena". Y fue entonces cuando Matassa, ni corto ni perezoso, buceó en Internet hasta encontrar la imagen que buscaba, la imprimió en Faenza y la pegó al coche.

Carlos ya había prevenido al periodista sobre el carácter de su ingeniero: "Te vas a partir de risa cuando te explique por qué es precisamente una espada. Lo cuenta como nadie, Marco sabe de todo, tiene mucha cultura, y lo dice todo como un literato". Menos 'Wehrleinen', claro. Y justo entonces recupera la voz cantante: "La historia de Excálibur es así… Carlos me hizo venir a la mente la historia de Sir Lancelot, que era el mejor caballero del rey Arturo. Un día, entró en una aldea y en este poblado había un campeón con una espada fortísimo, que vencía siempre y al que nadie conseguía abatir. Él desafió a Sir Lancelot y éste aceptó. Después de 10 segundos, Sir Lancelot ya lo había vencido, lo había derrotado cuando nunca antes habían conseguido vencerlo. ¿Cómo era posible?". El tono y la gesticulación son realmente hilarantes, pero resisto la carcajada, porque intuyo que lo que este tándem de velocistas tenían en esa espada es un acceso directo a las motivaciones, un simbólico botón de 'reset' ante la acumulación de datos, sensaciones, dudas para encontrar la última milésima en una sola mirada.

En definitiva, la pegatina es una apelación a la dimensión humana del piloto, que está ahí incluso en medio de una Q3, en la cúspide de la competición automovilística más exigente del mundo. Pero Matassa continúa en el Medievo: "Lancelot decidió contarle su secreto al campeón derrotado, y le preguntó: ¿tú logras observar a tu adversario? Y el campeón respondió 'Sí, sí'. ¿A entender cuáles son sus puntos fuertes y sus puntos débiles? 'Sí, sí, lo consigo'. Perfecto. ¿Logras decidir cuál es el momento exacto en el que atacar? 'Sí, también lo hago'. Pues bien, en ese momento, en ese preciso momento, no debería importarte si vivir o morir. ¿Puedes hacerlo? Y el campeón de la aldea no respondió. ¡Ésa es la diferencia entre Sir Lancelot y el campeón! Pues bien, en ese momento, Carlos fue Sir Lancelot, lo que nos lleva al Rey Arturo… ¡y así extraímos nuestra Excálibur!", dice ya con los brazos en alto.

 

Psicología privilegiada

Este año aún no tenemos nada, porque necesitamos tener un motivo. Un significado profundo

En nuestras indagaciones descubrimos que no era la única pegatina que había pasado por aquel chasis STR10-01. Excálibur no fue la primera arma que empuñaron esta extraña pareja, porque había restos de adhesivos más grandes que en algún momento acompañaron a Carlos en sus vueltas más rápidas. Lo confirma el ingeniero: "Ha habido muchas. Tuvimos un surfista, un tigre, ¡y Rambo!" Carlos ya se retuerce de risa. ¿Y qué hay de este año? "Pues este año aún no tenemos nada, porque necesitamos tener un motivo. Un significado profundo. Si lo haces siempre, pierde el significado". Así es la motivación humana, hace falta llegar a esos 'significados profundos', a lo más hondo del alma, para encontrar la esencia… en una simple pegatina. Guardar en el armario de la mente el registro de detalles minúsculos recogidos metro a metro en pista y simplemente darlo todo, sin que importe morir o vivir como diría Matassa. No es una cuestión de fe, como el Papa Wojtyla que Checo Pérez lleva en su Force India, ni como la cinta de la medida de la Virgen del Pilar que el propio Carlos lleva en su casco. Es algo distinto. Los pilotos son maestros de la psicología, capaces de soportar una presión inasumible para un ciudadano medio, analíticos hasta el final. Quizá por eso, una pequeña pegatina aún puede tener su sentido. 

El Papa en el cockpit de Sergio Pérez

Entonces, cuándo llega Carlos al box después de una tanda de clasificación, ¿le señala la pegatina para que encuentre la última milésima? "Alguna vez, cuando viene al box, le hago la propuesta… ¡míralo! A veces basta con un gesto con los ojos". El piloto asiente. El periodista sonríe, y se marcha. Allí quedan Sainz y Matassa, Matassa y Sainz, charlando. Animados por mejorar cada uno de sus microscópicos detalles, verdaderos fractales de las carreras que tan lejos quedan de la visión de los mortales. La parte quizá más apasionante del deporte, aunque también la más oculta. Menos mal que de vez en cuando sueltan un "¡¡rrraabo!!" por la radio, cuyo significado sí podemos intuir los indoctos en la materia.

3 comentarios
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26 Mayo 2016 - 11:58
Buenisima historia… llevo un rato riendome. Ahora miraré todos los coches a ver si se les ven pegatinas!!
26 Mayo 2016 - 10:20
Detalles divertidos de este serio deporte!
25 Mayo 2016 - 22:34
¿Y esta historia? Me gusta saber cosas curiosas de los pilotos. Lo del papa de Checo es la leche! y lo de Rambo.......... jajajajajaja
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