¿Están preparados los aparcamientos para los coches eléctricos? El peso podría ser un problema

En esta ocasión toca hablar del aumento de peso que ha traído para el automóvil su electrificación y, con ello, la carga que tienen que soportar las distintas infraestructuras públicas o privadas de la ciudad.

Como muchos centros comerciales, aparcamientos y otros tipos de parking se construyeron cuando los vehículos eléctricos todavía eran una idea en camino, ahora los hay que dudan de su capacidad para aguantar el peso de una flota 'cero emisiones' que cada vez es más numerosa.

No es el único reto al que se enfrenta la sociedad con este tipo de movilidad. Ya nos contaba el bombero especializado Cristóbal Gómez que la instalación de estaciones de carga subterráneas o en zonas 'bajo techo' era un problema real en caso de incendio. De ahí que agrupaciones y cuerpos de emergencias solicitaran algunas condiciones en la instalación de estos puntos de carga para coches eléctricos.

En el caso de Bomberos de Barcelona, publicaron una 'guía técnica' en la web del Ayuntamiento de la ciudad condal en la que se instaba a no instalar –o deshabilitar– estaciones de recarga ni por debajo de la primera planta del sótano ni por encima de la primera planta superior.

Pero esto en cuanto a riesgo de incendio. El tema que nos ocupa ahora se refiere a posibles derrumbes del suelo en aparcamientos entrados en años. Así lo determina la Asociación Británica de Aparcamientos (BPA) en el estudio que ha realizado en Reino Unido y que se puede hacer extensible a cualquier ciudad del mundo.

Esta voz de alarma pide que las administraciones pertinentes tomen cartas en el asunto y realicen las comprobaciones necesarias, principalmente en las edificaciones más antiguas pero sin dejar de lado la necesidad de establecer una regulación en cuanto a las nuevas construcciones. Estas deberían ser capaces de soportar unos pesos mayores, ya que los automóviles electrificados, y los 100% eléctricos en particular, marcan en la báscula pesos mucho mayores que los de sus homólogos con motores alimentados por Diesel o gasolina.

Siendo más concretos, un automóvil eléctrico, de media, pesa dos toneladas –algo menos en el caso de los híbridos enchufables–, mientras que su versión de gasolina difícilmente pasará de aproximadamente 1,5 toneladas. Y nos podemos ir a ejemplos de actuales modelos que pasan de largo los 2.000 kilos, como el Tesla Model X –2.352 kilos– o el Ford Mustang Mach-E –2.348 kilos–.

Tengamos en cuenta que siempre estamos hablando de peso en vacío, porque esa cifra incrementará considerablemente cuantos más ocupantes y más carga haya dentro del vehículo. De ahí que salten las alarmas y se pida una regulación antes de que ocurra una desgracia debido al derrumbe de alguna planta que colapse por exceso de peso.

Plantas, que en la legislación de la mayoría de los países no disponen de un límite de peso o que en su momento fueron construidas para soportar el peso de unos coches que ahora han subido unos cuantos kilos de más debido a la batería de grandes dimensiones que equipan, principalmente.

Reino Unido, por su parte, ya está preparando una normativa en la que se estimará que el peso máximo de cualquier vehículo sea de 2.500 kilos. Igualmente importante es que el resto de países se 'pongan las pilas', no solo en cuanto a nuevas regulaciones de construcción sino que también habrá que limitar el acceso –o mejorar la infraestructura– a los vehículos más pesados en aquellos edificios que, por sus condición o estructura de origen, no estén preparados para asumir una amplia flota de automóviles eléctricos en su interior.