La suspensión delantera salvó los neumáticos de Hamilton en Mónaco

Lewis Hamilton tuvo que lidiar con el graining, sobre todo en el neumático delantero izquierdo, desde la vuelta 33. La situación cada vez iba a peor y el británico no paraba de quejarse al equipo y de cuestionar la estrategia de montar el medio, contraria a la de sus rivales. No obstante, finalmente cruzó la línea de meta. 

¿Cuál fue la clave de que ese desgaste no fuera a más y de que Hamilton haya podido conseguir su cuarta victoria de la temporada? Como explicábamos hace unos días, el secreto estuvo en la suspensión delantera del Mercedes, "una obra de arte", según describen algunos.

El clásico esquema de dobles triángulos se ha sustituido por un concepto multilink, algo que es habitual desde hace algún tiempo en Red Bull, pero que en el caso de Mercedes es mucho más sofisticado y todavía más eficaz.

El sistema permite mejorar 'la huella' de las gomas delanteras sobre el asfalto, lo que se traduce en más agarre, mejor direccionalidad y mayor capacidad de frenada y les permite cuidar las gomas y mantenerlas en la ventana idónea de trabajo. 

Este sistema de 'push-rod de doble pivote' es tremendamente sofisticado: consigue mantener el ala delantera muy cerca del suelo para generar la máxima carga y reducir el subviraje en las curvas más lentas, pero también hace funcionar mejor las gomas y la posición de los brazos superiores, retrasada sobre los inferiores y que puede ser aprovechada aerodinámicamente.

De esta forma, el W10 logra mantener sus neumáticos en la ventana de trabajo correcta, mientras el SF90 de Ferrari sufre. En resumen: gran cuidado de cada detalle por parte de los Brackley que hace que a día de hoy tengan el Mercedes más fuerte de la historia.