Franz Tost: "Sainz y Verstappen estarán muy igualados"

Atento y tranquilo al mismo tiempo llega al paddock de la Fórmula 1. Con el título de las World Series by Renault ha alejado de una vez por todas el fantasma que amenazaba con dejarlo fuera de la categoría reina, el sueño de su vida. La crisis de Caterham hizo presagiar un debut temprano en julio de 2014, pero la oportunidad no cuajó y la posterior incorporación de Max Verstappen le arrebató el volante para el que era favorito en Toro Rosso. Pero hubo un cambio de guión de última hora. La huida de Sebastian Vettel a la Scuderia Ferrari y el consiguiente ascenso de Daniil Kvyat a Red Bull le abrieron de nuevo las puertas de Faenza. El Gran Circo es la meta de una carrera de obstáculos para un Carlos Sainz (Madrid 1994) obligado a sobreponerse al peso de un apellido bicampeón y a las expectativas de una empresa donde la excelencia es la única fórmula para sobrevivir. Ahora, con toda la atención mediática centrada en él, se enfrenta a un nuevo reto: demostrar su potencial como campeón del mundo. Melbourne marcará el inicio de una nueva prueba de obstáculos. En la meta, un volante en Red Bull Racing.

Tiene edad de estudiante de segundo de bachillerato, pero este año se graduará en la Fórmula 1 como el piloto más joven de todos los tiempos. En 2010 rechazó el programa de jóvenes talentos de Red Bull, pero Dietrich Mateschitz no le ha quitado ojo desde entonces. Una temporada en la Fórmula 3 ha bastado para que le brinde un volante en su equipo filial, Toro Rosso. Las expectativas puestas en él son máximas, las propias de un campeón del mundo en potencia: Helmut Marko le compara con las leyendas de antaño, Franz Tost espera que puntúe desde su primera carrera y su padre, Jos, desea que alcance la corona en apenas tres años. Pero toda esta presión no parece alterar al joven Max Verstappen (Hasselt, 1997), que rompe esquemas con una serenidad más propia de pilotos veteranos. Su objetivo: demostrar su valía a todos los escépticos que dudan de él por su edad.