¡Videoprueba! Renault Clio V6: A los mandos del utilitario más bestia de los 2000

La idea provino de un loco diseñador que vio que el Twingo tenía la misma distancia entre ejes que el Ferrari 308 y, a partir de ahí, hubo algo de "sujétame la cerveza" y el proyecto llegó a su fin: se cogió el motor V6 de la Espace y los Clio originales y se enviaban al especialista TWR que se encargó de la ‘puesta a punto dinámica’. A Renault no le convenció del todo el resultado y el ‘fase 2’ se fabricó en Francia, en la planta de Alpine en Dieppe, con una estabilidad muy puesta al día.

El caso es que nos hemos puesto al volante de uno de esos V6 de 230 caballos ‘fase 1’ que se fabricaron y, efectivamente, es una locura. Imagínate un Clio ensanchado al más puro estilo tuning, con una trasera llena de tomas de aire, con unas ruedas anchísimas y un aspecto de "culo gordo" que llama la atención allá por donde pase.

Por dentro, en cambio, parece que te subes en el Clio de tu tía Vicenta: solo los asientos son especiales, y hasta el volante es el mismo que tenían los Clio "de base", un coche no muy agraciado en su día y que ha envejecido, siendo benévolos, regular. No encontramos aquí la calidad que tenía, por ejemplo, un Golf de los noventa. Eso sí, la caja de cambios tiene una posición tipo rally, así que nos ponemos a rodar, porque leer seguro que has leído mucho de este coche.

Arrancarlo es un placer, y escuchar un V6 en un coche tan pequeño y pegado a la espalda... mola. La configuración técnica es la de un Ferrari berlinetta, es decir: motor central y tracción trasera, así que vamos a conducirlo todo lo rápido que nos permitan con esta unidad de un coleccionista privado. El coche arranca, acelera con fuerza y muestra carácter desde los primeros baches. Conducirlo en rectas ya tiene problemas, porque la dirección se queda sin tanta precisión como nos gustaría, o como tenía el Clio de tracción delantera con el peso del motor delante, así que conducimos al estilo de un Porsche 911, con cierta flotación en el eje delantero.. El coche corre, pero no mucho, porque la aerodinámica no es su fuerte, y si queremos jugarnos el carnet, los 230 por hora es su velocidad máxima. Eso sí, acelera como ningún coche de la época, menos de siete segundos en el cero a cien, sujetando el volante con fuerza, pero este coche está diseñado para las curvas.

Con una configuración técnica tan volcada en la trasera, es importante meter peso en las ruedas delanteras para que agarren y transmitan, y eso te obliga a frenar hasta el vértice de la curva, para provocar un cambio de pesos hacia adelante que dé agarre a las ruedas, para después acelerar a fondo. Con las superruedas, el coche no se mueve acelerando, así que solo tenemos que jugar con el cambio y el motor, suficientemente "elástico" –no tiene turbo–, para sacarnos en segunda y hasta en tercera de todas las curvas. No es ultra-rápido, y mucho me temo que un Clio de 172 caballos en buenas manos nos andaría mirando atrás todo el rato por su facilidad de conducción, pero está claro que el coche corre, pero hay que ser todo un experto para sacarle la quintaesencia.

Con tantos hándicaps a la vista, unas ventas que no funcionaban, –1.631 unidades– y un socio con el que estaban cero contentos, Renault retomó las riendas del proyecto para el "fase 2". Las suspensiones mejoraron, llantas son más grandes, de 18 pulgadas, el motor algo potente –255 caballos– y más calidad interior: todo un "boost" para un coche que, ahora sí, daba lo mejor de sí mismo y era mucho, pero mucho más fácil de conducir. El diseño de la fase dos, con más ángulos que formas redondeadas, también ayudó a hacer un coche más bonito, del que se vendieron otras 1.309 unidades.

Hoy son piezas de colección que rondan entre los 50.000 y los 60.000 euros. Si vas a conducirlo a fondo de vez en cuando, mejor la fase 2; si vas a respetar el concepto original, sirven los dos, pero mejor el fase 1. Nosotros lo hemos pasado en grande al volante porque es un trocito de historia único, sin competencia, y que no volverá jamás a fabricarse. Pero si no eres coleccionista y lo que buscas es un poco de diversión al estilo de los noventa, es mejor buscar un Clio Sport 172 con su motor dos litros, tracción delantera y volante forrado en neopreno: ahí sí está el carácter de los típicos coches pequeños franceses, aquellos que, al levantar el pie en la curva, levantaban la rueda interior trasera para decir algo como "voilà" antes de terminar de redondear la curva y empezar a atacar la siguiente a los mandos de sus 1.100 kilogramos… haciendo esto con el Clio Sport se nos puede aparecer la Virgen en alguna salvada, pero con el V6 corremos el riesgo de ver a San Pedro… palabras mayores.