La deuda de las W Series supera los 20 millones de euros

Si bien la idea de las W Series, bautizada en principio como She Championship en 2017, nació con una interesante y atrevida idea de convertirse en una categoría de automovilismo exclusiva para mujeres, los resultados no fueron los esperados. Debutaron oficialmente en 2019 como categoría independiente que repartiría premios económicos a todas las pilotos, desde medio millón de dólares a la ganadora, hasta los 7.500 a cualquier participante.

El objetivo, además de promover la participación de más mujeres en el deporte, era darles una visibilidad y una plataforma, deportiva y económica para seguir progresando en sus carreras. No obstante, el certamen, azotado por la pandemia en 2020, no pudo enderezar el rumbo en los años siguientes pese estrechar lazos con la Fórmula 1 y en octubre de 2022, tras sólo dos temporadas completas, en mitad de la tercera, quedó suspendido.

A las pocas semanas, con la creación de la F1 Academy, categoría que contaba ya con el apoyo de Liberty Media desde el minuto 0, las opciones de un posible regreso de las W Series en 2023 se disiparon por completo. El 15 de junio la empresa colapsó definitivamente y la sociedad promotora fue puesta bajo administración judicial, antes de empezar el proceso de liquidación.

Durante el mismo, se vendió la Propiedad Intelectual de la categoría a la Fórmula E por 130.000 euros, operación confirmada este mismo mes de julio. Previamente, los 20 coches de carreras, otros dos de exhibición, también fueron vendidos, al igual que varios remolques, repuestos y demás activos. En total, la recaudación rozó los dos millones de euros.

Desde su estreno en 2019 hasta su final anticipado en 2022, las pérdidas de las W Series llegaron a los 50 millones de euros, más de dos millones por cada una de las 21 carreras disputadas. A día de hoy, la deuda supera los 20 millones y varias empresas, además de las pilotos premiadas a lo largo de la temporada 2022 aún no han cobrado la cantidad que se les debe, según informan las publicaciones británicas Companies House y Formula Scout.

Entre las pilotos, ésta es la cantidad que se les debe a las siguientes:

• Jamie Chadwick, campeona: 474.000 euros
• Beitske Visser, subcampeona: Más de 120.000 euros, sin confirmar la cantidad exacta
• Alice Powell, tercera: Más de 120.000 euros, sin confirmar la cantidad exacta
• Abbi Pulling: 98.000 euros

Entre los acreedores más importantes figuran:

• Sean Wadsworth, accionista mayoritario y director: 7.800.000 euros
• Catherine Bond Muir, directora: 255.000 euros
• Formula One Marketing: 1.600.000 euros
• Velocity Experience: 1.300.000 euros
• DO & CO International Catering: 605.000 euros
• HM Revenue and Customs: 317.000 euros
• Tatuus: 133.000 euros

*La lista también incluye a los circuitos que albergaron las carreras de 2022, proveedores del sector hostelero y varias industrias de automovilismo, aunque no especifica cuán grande es la cantidad de dinero que se les debe.

Los administradores aún continúan reclamando las deudas, pero por ahora, es una auténtica incógnita si las W Series les reembolsará la cantidad que se les debe. Los acreedores garantizados, caso de HM Revenue and Customs y los empleados son los mejor posicionados para cobrar la deuda, mientras que el resto tiene mucho más complicado recuperar ese dinero que invirtieron en su día en una categoría que no ha quedado bien parada.

Por último, los accionistas, grupo en el que se encuentran David Coulthard y Adrian Newey, no tienen posibilidad de recuperar la inversión llevada a cabo en 2017, cuando se creó el Campeonato. Entre todos los accionistas, aunque se desconoce el número exacto, se había invertido alrededor de 35 millones de euros.