Pikes Peak 2018: un desafío especial y ambicioso para Volkswagen

Precisamente su alerón trasero es lo que más choca por sus dimensiones, impresionantes para un hypercar, pero un poco pequeñas para un coche que pretende batir el récord de la subida a Pikes Peak. No obstante, hagan memoria, todos los coches del Pikes Peak han llamado la atención, generalmente, por el imponente tamaño de su alerón posterior. Toda una necesidad, no ya para conseguir una 'down force' notable a baja velocidad, sino porque la altura de la prueba así lo exige, aunque en los últimos tiempos los vehículos que pueden explotar el efecto suelo han reducido su tamaño.

Nos explicamos: Conforme los vehículos ascienden por la pendiente, el aire es cada vez menos denso, lo que significa que ofrece menos resistencia al avance –drag– pero también ofrece menos carga aerodinámica sobre los alerones. De hecho, esta es una queja recurrente entre los ingenieros de Fórmula 1 en el GP de México, que se disputa a 2.000 metros de altura. La subida a Pikes Peak, por su parte, comienza a 2.866 metros de altura, y finaliza a 4.301 metros. Es decir, la pérdida de carga es importante desde la salida de la prueba hasta la línea de meta, lo que convierte este factor en algo que el piloto debe tener muy en cuenta. En conjunto, la carga aerodinámica no debe ser menor a los 1.000 kilogramos/metro cuadrado y la potencia no debería ser inferior a los 1.000 o 1.100 caballos.

Por otra parte, un vehículo eléctrico tiene una pequeña ventaja sobre otros tipos de motorización. La menor densidad del aire también afecta a los motores térmicos, ya que al contener menos oxígeno por litro se produce una pérdida de potencia, mucha en el caso de los motores atmosféricos, y algo menos en los turboalimentados, pero ninguna en el caso de los eléctrico como es este Volkswagen I.D. R Pikes Peak.
En este sentido, el objetivo de Volkswagen no puede ser sólo ganar con un coche eléctrico, pues no sería una primicia ya que en 2015 ya lo logró Rhys Millen con un tiempo de 9’07”222. De hecho, ni siquiera el récord que posee el propio Millen con 8’57”118 en 2016 es suficiente para marcar un hito. El objetivo debe ser estar a la altura del récord que Sebastien Loeb marcó en 2013, con un crono de 8’13”878 al volante del Peugeot 208 T16 Pikes Peak. Esto significa mejorar el mejor crono eléctrico en nada menos que 45 segundos, es decir, dos segundos y medio por kilómetro, ya que la prueba tiene 20 kilómetros, bueno, 19,99 en realidad.

Tan ambicioso es el objetivo que en Volkswagen prefieren no mencionarlo, y se concentran únicamente en la victoria y el récord eléctrico, al menos, hasta que sepan realmente donde están. La elección del piloto tampoco ha sido baladí y no podía ser otro que Romain Dumas, uno de los últimos pilotos polifacéticos que quedan sobre el planeta. Dumas ha ganado tres de las últimas cuatro ediciones de la prueba, y no sólo eso, sino que él mismo prepara sus coches para esta carrera y por tanto conoce bien las exigencias técnicas de la misma. Por si fuera poco, es un piloto muy ligado al grupo alemán, no en vano ha sido oficial de Porsche hasta la fecha, con quién ha ganado las 24 Horas de Le Mans. Por último, es uno de los pocos pilotos que ha bajado de los nueve segundos en la famosa ascensión, y en 2016 paró el crono en 8’51”445.

Por todo ello, el desafío que se plantea Volkswagen no es sencillo pero sí muy ilusionante y, sobre todo, una buena operación de marketing de cara al lanzamiento de la gama ID de vehículos eléctricos, aunque sea para en 2019.

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