Honda ZR-V

El Honda ZR-V nace para completar la familia SUV de Honda, posicionándose como una opción entre el HR-V y el CR-V, y en cierto modo es correcto referirse a él como el equivalente crossover del Civic, la berlina por antonomasia de la marca.

Este parentesco empieza desde la plataforma: todo el tren delantero procede directamente del Civic, mientras que el suelo y el tren trasero son del CR-V. El único componente específico del ZR-V es el punto de unión entre ambas.

Pero tiene continuidad en elementos más prácticos, como la posición de conducción, que es idéntica a la del Civic pero con unos centímetros más de altura por la naturaleza SUV de este modelo. Pero el ángulo del cuerpo, la posición de las piernas, es exactamente igual que en el sedán.

Como conductor, una cosa que sorprende en el ZR-V es la simplicidad: sólo una opción de motorización –híbrido puro, 184 caballos de potencia–, sólo transmisión automática CVT, sólo dos acabados –Sport, Advance– que son puramente cosméticos, pero no inciden en el rendimiento del coche.

El interior del Honda ZR-V es sobrio. La tapicería imita el cuero y cuenta con incrustaciones de microcristales que le confieren un brillo especial bajo la luz del sol. El equilibrio entre controles táctiles y botones físicos ofrece una conducción intuitiva y tranquila, con acceso a todas las tecnologías modernas, pero sin una sobreexposición de información que pueda resultar abrumadora. Eso sí: la pantalla de la instrumentación tan sólo se puede ver desde el ángulo del conductor, lo que implica que el copiloto no puede ver de refilón detalles como la velocidad a la que está avanzando el coche. Un detalle un tanto sorprendente, por cuanto es un problema que la industria ha resuelto desde hace más de una década y es injustificable encontrarlo en un coche nuevo de 2023.

Es llamativa la disposición de los botones físicos. En el salpicadero, encontramos varios controles giratorios de plástico que operan el climatizador. Su tacto es agradable, aunque no todo lo rígido que uno podría esperar. En la consola central, los botones de la transmisión –punto neutro, marcha adelante, marcha atrás, estacionamiento– siguen el esquema visto en el Civic y el CR-V, con unas dimensiones generosas. Esto contrasta con el botón del modo de conducción, muy pequeño en tamaño.

En orden de marcha, el Honda ZR-V destaca por la estabilidad de su chasis y el silencio de su habitáculo. El motor de gasolina es imperceptible en ciudad e incluso a velocidades de vía rápida. Por encima de los 100 kilómetros/hora el único ruido que escuchamos desde el habitáculo es el de la rodadura de los neumáticos. En una conducción sosegada, el motor es absolutamente silencioso. La cosa cambia en caso de una aceleración radical o de superar los 130-140 kilómetros/hora. Entonces sube de revoluciones y emite un sonido un punto agudo, y nuestro subconsciente interpreta rápidamente que es mejor bajar revoluciones y volver a la calma anterior.

En un uso cotidiano, sin embargo, la conducción es agradable. El chasis es estable en curva y no tiene tendencia al balanceo. El motor eléctrico de su sistema híbrido le permite disponer de par inmediato en las salidas en parado y el funcionamiento en conjunto con el bloque de gasolina depara una conducción fluida en la que ambos sistemas se intercalan sin poder distinguirse. La transmisión CVT es fluida y en una conducción relajada no notamos ningún comportamiento extraño. Es tan sólo en situaciones de máximo estrés, como un acelerado.

Un detalle interesante son las levas metálicas de la frenada regenerativa. Como dato curioso, Honda se esfuerza en recordar que el otro coche de su gama con levas metálicas es el NSX. Una conexión un tanto distante, aunque sin duda es agradable al tacto. Como en todos los híbridos puros, la frenada regenerativa es demasiado débil para conducir con un solo pedal, pero en el ZR-V nos ofrece cuatro niveles de intensidad que pueden hacernos más fácil la conducción en algún momento dado. Por ejemplo: si estamos en una carretera de 90 kilómetros/hora y estamos circulando a 105, basta con un par de clicks en la leva de turno para aminorar la velocidad hasta el nivel deseado, sin necesidad de pisar el freno en ningún momento.

Las asistencias a la conducción, como el centrado de carril, funcionan correctamente. Cada vez que interviene, aparece un gráfico en el panel de instrumentos que nos alerta visualmente de qué está ocurriendo. El sensor de proximidad de los retrovisores, que alerta de peligro en caso de cambio de carril, sí parece especialmente sensible e intrusivo, si bien en este campo es mejor pecar de más que pecar de menos.

Homologa un consumo de 5,8 litros de gasolina a los 100 kilómetros. En nuestra prueba nos quedamos en 6,2 litros, pero es importante remarcar que en ningún momento priorizamos una conducción ecológica. Optamos por conducir con total normalidad, con el aire acondicionado en funcionamiento y las velocidades en vía urbana e interurbana que llevaríamos en nuestro día a día.

Tanto en el acabado Sport como en el Advance, la calidad percibida es la msima. Cambian unos pocos detalles, como el hecho de que el Advance cuenta con un head-up display –sencillo pero resolutivo, como el resto del interior– o un panel de instrumentos completamente digital –en el Sport, el reloj de la derecha es analógico–. Aun así, ambas opciones están bien equipadas de serie y es tan sólo el gusto personal en la estética exterior –cambian ligeramente los paragolpes– y el equipamiento interior –el Advance brilla aquí– lo que justificará la elección de compra.

En conclusión, el Honda ZR-V es un SUV que destaca por su estabilidad en curva y su confort en orden de marcha. En una conducción sosegada y natural, ofrece una experiencia silenciosa con un motor de gasolina que es prácticamente imperceptible incluso cuando está funcionando. En caso de querer practicar una conducción deportiva, sin embargo, la existencia de un cambio CVT y el sonido del motor a altas revoluciones podrían ser factores que hagan desaconsejable su adquisición. El conductor medio, sin embargo, descubrirá un coche confortable y estable, con un buen nivel de equipamiento de serie y un equilibrio perfecto entre digitalización y botones físicos.