Seat Toledo eléctrico: 28 años de un momento olímpico

Aunque la concienciación medioambiental es ahora una máxima que impulsa a todo el sector hacia la electrificación, hace casi 30 años las marcas de coches ya se lanzaban a explorar los límites que ofrecía la conducción 100% eléctrica. El momento para Seat llegó en 1992, junto a las olimpiadas celebradas en la ciudad de Barcelona.

Querían hacer algo realmente especial para la ocasión y que, de paso, sirviese para incrementar el potencial de la marca a ojos del mundo entero. Para ello, cogieron el recién estrenado Toledo y realizaron una versión 100% eléctrica.

La tecnología de la época estaba a años luz de la que se dispone a día de hoy. Su batería de plomo, de 500 kilos y colocada en el maletero, ofrecía poco más de 55 kilómetros de autonomía, suficientes para encabezar el recorrido de la maratón, objetivo que se marcó el equipo de ingenieros encabezado por Thomas Kurz. Su potencia apenas llegaba a los 22 caballos por lo que su rendimiento era bastante limitado. Si lo ponemos en perspectiva, el nuevo Mii eléctrico cuenta con 84 caballos y un tren eléctrico que eleva su peso en 200 kilos.

Para su cometido maratoniano, se estimó que la velocidad promedio debía de ser no superior a los 30 kilómetros/hora, algo que preocupó al equipo, pues nada les aseguraba que a esa velocidad, durante la duración de la prueba, el coche fuera a aguantar. No podían probarlo en el recorrido público, ya que deberían cerrar la pista al tráfico, por lo que debieron hacerlo en un banco de pruebas con parámetros recogidos por otro modelo. Por suerte, todos los datos confirmaban que así sería.

No obstante, no fue el único obstáculo que se encontraron, pues por aquel entonces, un vehículo de mecánica eléctrica era algo desconocido para el parque móvil español. Era tal, que para matricularlo tuvo que hacerse en Alemania, pues nuestro país no tenía ningún protocolo para matricular vehículos con esta motorización.

Los últimos pasos del proyecto constituían la homologación en la ITV, para lo cuál debieron demostrar que el Toledo eléctrico superaba los 50 kilómetros/hora y que podía frenar a esa velocidad en una distancia específica. El equipo, al prever esta situación y con el peso añadido de las baterías, colocó también unos frenos de tambor sobredimensionados que funcionaron a la perfección.

Finalmente llegó el día, y el Toledo disfrutó de un paseo triunfal por Montjuic y todo el recorrido de la maratón de aquel año. Se trató de un momento histórico a nivel global, pues era el primer automóvil de este estilo que encabezaba la prueba, pues su reglamento dictaba que ésta debía ser encabezada por un vehículo cero emisiones. Días después, haría lo mismo en los Juegos Paralímpicos.

Actualmente, el modelo se encuentra guardado en el museo de Seat, en la nave A122, conservado como el primer día, aunque se le ha modificado la batería y su sistema eléctrico. Recientemente, y en conmemoración de aquel momento, el Toledo eléctrico ha vuelto a realizar el recorrido para el que nació junto a su vástago y sucesor, el Mii eléctrico.

Y es que la estrategia de Seat va a tornar hacia la electrificación en los próximos años. Hace unos días, la marca anunciaba una inversión de 5.000 millones de euros para la acomodación de su factoría para este cometido. De la misma manera, confirmaba que su eléctrico El–Born pasaba a ser un modelo bajo la marca Cupra.