Qué hacer y qué no a la hora de desempañar la luna de tu coche

La típica escena invernal: bajas a la calle a coger tu vehículo a primera hora de la mañana para acudir al trabajo y lo encuentras con los cristales completamente empañados, lo que conlleva una tarea imprevista –aunque completamente necesaria para circular con seguridad– que nos retrasará. El empañamiento de las lunas es un fenómeno que ocurre cuando la diferencia de temperatura entre el interior y el exterior es sumamente marcada. Ello hace que el vapor de agua del habitáculo se condense y deposite en las lunas, lo que impide la correcta visualización del entorno. A priori, la solución a mano es utilizar un trapo o la misma manga de nuestro abrigo, lo que supone el gran error en el tema que nos ocupa. Con ello lograremos crear un canal de visualización, pero no acataremos el verdadero problema: la humedad y el diferencial de temperatura entre interior y exterior. Aparte, podemos ensuciar el cristal, algo que no nos conviene.

La mejor solución es dirigir una corriente de aire caliente directamente hacia los cristales haciendo uso del sistema de calefacción del vehículo, pero sin sobrepasarse, la temperatura ideal es de unos 18ºC. Si se puede, también es recomendable combinar este ejercicio con el uso del aire acondicionado, aunque pueda sonar contradictorio, ya que éste está preparado para eliminar la humedad del ambiente. En el caso de que ocurra lo mismo con los espejos retrovisores hay que seguir el mismo consejo, aunque para que alcancen temperatura habrá que esperar a que el vehículo se aclimate. No obstante, los coches más modernos suelen tener una opción o botón específicamente para combatir el vaho de las lunas, ideal para su utilización en estos momentos. Asimismo, existen productos específicos que evitan la acumulación de humedad en los parabrisas desde apenas cinco euros y efectivos durante un largo período de tiempo. Eso sí, no hay que olvidar limpiar correctamente la superficie antes de la aplicación del producto.