Lamborghini y la búsqueda de su mecenas, Parte I

Cuando Ferruccio Lamborghini se lanzó a la creación y fabricación de deportivos tras una calurosa discusión con Enzo Ferrari en el año 1963, las cosas no pudieron salir mejor. Los Lamborghini 350 GT y su sucesor, el 400, son un gran éxito a pesar de venderse tan solo en unos centenares de unidades —hay que ver las cifras de venta en el contexto de la época—. A mediados de 1966 llegaría la joya de la corona con el Miura, el coche más rápido del mundo en aquel momento y considerado uno de los mejores de la historia.

La factoría sigue creciendo. Se amplía el personal de desarrollo y de fabricación y se realiza la primera colaboración con Bertone en 1968, dando fruto al Lamborghini Espada, otro éxito que se reproduciría en 1.217 unidades durante su período de 10 años en producción.

Sin embargo, en 1971 Lamborghini encaja su primer revés: la división de venta de tractores, sufre una fuerte caída de ventas en varios mercados. Problemas políticos en países como Sudáfrica y Bolivia dejan en suelo italiano más de 5.000 unidades, lo que propicia que Ferruccio venda el 51% de las acciones de la compañía a su colega y empresario suizo Georges-Henri Rossetti por un valor de 4,2 millones de dólares de la época aplicando la inflación.

Desgraciadamente, la mala suerte se cebó de nuevo con la firma en 1973 cuando estalló la crisis del petróleo. Tal fue así que Ferruccio terminó por vender su 49% restante al año siguiente al empresario René Leimer, amigo y colega también de Rossetti, para retirarse definitivamente a una urbanización a orillas del lago Trasimeno, en Umbría donde vivió plácidamente hasta el fin de sus días.

Durante los años de la administración Rossetti-Leimer se lanza el legendario Countach, un 'hypercar' destinado a salvaguardar la marca y que sin duda cambiaría el mundo del motor para siempre. Aún así son temporadas duras en la casa de Santa Ágata Bolognese; es por aquel entonces cuando Lamborghini y BMW tienen sus más y sus menos en el desarrollo del M1 —en una historia que merece contarse en un capítulo aparte— y que terminaría con la casa bávara rescindiendo el contrato con los italianos.

En 1978, la marca entra en suspensión de pagos y pasa a ser controlada mediante administración judicial. Es ya en 1980 cuando los hermanos franceses Patrick y Jean Claude Mimran, emprendedores del mundo agroalimentario pasan a ser nombrados directores de la compañía. En 1981 toman posesión privada y completa de la casa italiana e invierten grandes cantidades de capital en restructuración y desarrollo.

Durante su mandato, la gama de Lamborghini añade al Jalpa, un descapotable V8 de aspiraciones más contenidas, basado en el Urraco, y el mastodóntico y único LM002 con el motor del Countach, todo un pionero de los todoterreno y SUV lujosos y prestacionales. No obstante, y a pesar de que las ventas mejoran durante los primeros ejercicios, a mediados de los 80 la inversión se muestra insuficiente para mantener a flote la empresa.

Patrick Mimran, encargado en solitario de la marca desde 1984 encuentra un comprador de lo más inesperado para algunos: nada menos que el gigante americano Chrysler. Lamborghini vuelve a mudar de propietario en abril de 1987 tras un desembolso de éste último de unos 82,5 millones de dólares al cambio actual si aplicamos la inflación. Comienza una nueva etapa para la factoría del toro de lidia, marcada por el traspaso entre mega corporaciones, la llegada del sucesor del Countach y el desarrollo de un nuevo modelo de acceso...