Alfa Romeo Carabo: referencia para toda una generación de superdeportivos

En una época en la que las parece que las tendencias de diseño pasan por la 'crossoverización' y conversión directa a SUV de muchos modelos, siempre es bonito volver la vista atrás y recordar las génesis de otras modas como la que hoy nos ocupa, la cuna del 'wedge–shape design' o diseño en forma de cuña.

Con la imagen que preside estas palabras, muchos aficionados habrán visto similitudes con tantos otros modelos míticos de su niñez. Pues bien, este concepto fue interpretado por vez primera con el Alfa Romeo Carabo, presentado en octubre del año 1968 en París y robando todo el protagonismo a figuras de la talla del Ferrari 365 GTB/4 apodado ''Daytona''.

La completitud de la construcción de este prototipo se llevó a cabo en apenas diez semanas. Para ello, la base desde la que un joven Marcello Gandini de 30 años partía era la del no menos espectacular 33 Stradale, concretamente el chasis 750.33.109. A título informativo, destacar que para el modelo original tan solo se realizaron 12 unidades, mientras que las restantes seis se reservaron para automóviles conceptuales como el Carabo.

El genio del diseño se encontraba reemplazando a nada menos que Giorgietto Giugiaro, que había dejado la casa Bertone en 1965, y durante ese tiempo ya se las había arreglado para concebir nada menos que el Lamborghini Miura, considerado por muchos el coche más bonito de la historia.

La base mecánica del 33 Stradale mencionado anteriormente correspondía a un V8 de 3.0 litros de 230 caballos central que más tarde se reemplazaría por otra de ocho cilindros, tomada en esta ocasión del Montreal, siempre con un cambio manual de seis relaciones. Las dimensiones crecían en largura –4.180 milímetros– y en anchura –1.785 milímetros–, no así en altura, que se quedaba en unos escasos 990 milímetros del suelo. Desde la marca afirmaban que podía acelerar de 0–100 kilómetros/hora en 6,5 segundos y alcanzar una punta de 260 kilómetros/hora, datos que nunca fueron corroborados.

Su principal característica, por supuesto, era su forma en cuña, que le daba un aspecto de absoluta nave espacial para aquellos tiempos, sin desmerecer el uso de unas pioneras puertas de tijera. Estas se articulaban en un punto del guardabarros y se elevaban con la ayuda de un cilindro hidráulico, en una concepción que todavía no se había explorado. El Lamborghini Countach del propio Gandini adoptaría estas soluciones de manera directa en 1971, mientras que otros genuinos superdeportivos como el Lancia Stratos o el Lotus Esprit de Giugiario seguirían los pasos marcados por esta tendencia ''wedge–shape''.

Mención especial a los acabados con lamas tanto en la cubierta del motor como en el caso de las ópticas delanteras, que le daban un aspecto reptiliano, acentuado todavía más por el acabado en color verde de la carrocería. Curiosamente su nombre, Carabo, se refiere a una especie de escarabajo y no a un armadillo como se podría pensar dado su acabado en este sentido.

Todo ello ayudaba a que la vista trasera fuese realmente impactante, pues únicamente se veían las mencionadas lamas y una estructura en forma de panal que ocultaba tanto las ópticas como las salidas del sistema de escape

En el habitáculo reinaba una gran sensación de espacio debido a la elevada superficie acristalada y a un tablero de mandos de gran tamaño que dejaba toda la relojería lejos de la cabeza del conductor, una relojería que prescindía de iluminación, y que el conductor debía de encender de manera manual. Los aros del volante convergían hacia la columna de dirección y prescindía de cualquier tipo de radio que lo asemejase a un volante convencional. Además, éste se podía desplazar hacia la derecha para facilitar así la entrada al interior.

A esa sensación de libertad contribuían las ventanas, fabricadas en un nuevo vidrio desarrollado por una empresa belga y denominado como VHR que contaba con tres capas de plástico, lo que permitía ahorrar peso al conjunto y otorgar un acabado iridiscente en el exterior pero sin comprometer la visibilidad interna.

A día de hoy, este prototipo junto a los otros seis derivados del Alfa Romeo 33 Stradale están adecuadamente restaurados y exhibidos en el Museo Storico Alfa Romeo en Arese. Por lo que respecta a Bertone, actualmente parece que está resucitando gracias a la gestión de la empresa Ideactive y ya ha anunciado el GB110, un 'hypercar' de 1.110 caballos que funcionará con combustible derivado de residuos plásticos.