El equilibrio en La Fuerza

El caso es que cuando la Estrella de la Muerte le pegó con su verde rayo al planeta de la Princesa Leia lo mandó al carajo, y eso fue un poco lo ocurrido con la marcha a su casa de Nico Rosberg: que en su equipo sufrieron un síncope de este calibre. Lewis Hamilton sonríe en silencio cuando ve alejarse al único compañero que ha sido capaz de arrebatarle un título y queda como propietario único del equipo campeón, y epicentro de todas las atenciones; ya nadie le va a chulear a los mejores mecánicos. Valtteri Bottas es un tipo discreto y amable del que no hay prueba pericial de que haya pegado un grito en su vida. Es un colega tan normal que durante la pretemporada de 2013, el año de su llegada a la Formula 1, si le pillabas conectado por Facebook chateaba contigo directamente aunque fueras un desconocido mindundi. Tal y como diseñaron a todos los finlandeses, ni una palabra de más ni un gesto chungo. Educado hasta el aburrimiento, de formas suaves y casi impropias de un aguerrido gladiador de la velocidad, Valtteri no molesta ni a un inquilino moroso. El finés llegará sin hacer ruido a Mercedes, Lewis hará valer su status de tricampeón y líder de su tribu, y Bottas podrá acceder a lo que hasta lo que a día de hoy aún no ha conseguido: ganar carreras… so pena que Red Bull les de el día, la semana, el mes y la temporada. En caso de que Mercedes entienda que los de azul, a cuenta del cambio normativo y el avance del motor Tag-Renault-Heuer les pisa los talones y puede arrebatarles su bien merecido trío de coronas es posible que ponga en marcha el modo duro de su programa de órdenes de equipo. En caso de que esto ocurra, todos firmes y el beneficiario único de las bondades del W08 será su propietario y no sus tripulantes.

Valtteri es un piloto muy correcto, prueba de ello es que en F1 ha superado siempre a todos sus compañeros, Pastor Maldonado y Felipe Massa. Su problema es que no ha tenido ni coche ni circunstancias para ganar, no se ha enfrentado a un Schumacher como si hizo Rosberg, y no se le han visto jugadas espectaculares como si las se les han visto a tipos como Alonso, el Max Verstappen 2.0 o hasta Kamui Kobayashi cuando en su mano han estado en tiempos recientes. ¿Era el piloto que Mercedes quería? Hombre, pues en el equipo campeón, con un tricampeón a bordo, que despide al reciente campeón, esto sólo rima con una palabra: campeón, sin embargo BOT ni siquiera trae victorias. No, no era ni el que querían, ni el que merecen, ni el que necesitan para afrontar la cuesta arriba que se les viene encima. Con las nuevas reglas el motor va a perder una preponderancia que va a bascular hacia el plano aerodinámico, y no es que aquí sea Red Bull el rey del pollo frito, sino que se abre la puerta al ingenio hecho en casa. Si hasta ahora dependías de lo que te vendiera un proveedor y estás sujeto a sus capacidades, limitaciones y sus caprichos si ellos tienen un equipo favorito que no es el tuyo, ahora puedes inventarte unos escapes soplones, un difusor de doble plano, una aleta de tiburón, o quien sabe si un tobogán aeronáutico que dispare a los pilotos en marcha metros antes de llegar a la meta. Se abre la veda al ingenio, y de esto hay de sobra en todos los equipos, especialmente entre los habitantes de la llamada Tierra Media.

Antes de ver un sólo coche en pista se podría decir que por trayectoria, presupuesto y experiencia podría haber tres formaciones que partan de una base relativamente igualitaria. Los de gris, los de azul y los de colorao son enemigos afines que arrancan en cabeza por muchos motivos, pero si además pones a dos súper-pilotos en cada uno de ellos ya serán imbatibles para el resto, así que de manera natural es casi recomendable que los mejores escuderías no se lleven a las mejores parejas de pilotos. En igualdad de condiciones prestacionales a las del año pretérito si pusiéramos a Lewis y Fernando en los W08… no dejarían hueco alguno para el resto, no habría ni un resquicio, todo sería para ellos dos, y la temporada seria un coñazo. Si repartimos el talento, a lo mejor obtenemos un mundial más divertido, y de acuerdo con esto no son pocos los observadores que defienden una idea similar a la del draft de la NBA (que por cierto es inviable en la F1) alineando un masca con un novicio por defecto. En todo caso, muy valientes en Williams y también en McLaren por dejar espacio a rookies con lo que se juegan, aunque sea facturando para los primeros, y pagando para los segundos.

En esta carambola el pez grande y cromadamente estrellado diseña de acuerdo con sus necesidades un cacho grande de la parrilla.

1.- Trinca a un piloto que no es el idóneo pero les encaja en su plan.

2.- Convencen a los que se lo arrebatan a base de remitirles a un Paddy Lowe que Virutas sospecha que comienza a ver nubarrones en el destino de Mercedes y quiere un cambio de aires.

3.- Les sueltan un dinerito extra para compensar el diferencial de puntos que no van a conseguir con Bottas y que calculadora en mano y de manera porcentual se dejarán por el camino en un año complicado y en manos de un resucitado Massa del que veremos su segundo adiós a finales de este año.

Felipe podría haber dejado sitio a un Roberto Merhi, un Pierre Gasly o cualquiera otro joven correoso y prometedor, pero en Williams prefirieron con buen criterio, elegir eso del “más vale malo conocido que lo que cuesta un bueno por conocer”. En el año técnicamente más complejo de las dos o tres últimas décadas arrojarse a los brazos del novato Lance Stroll y acompañarle de otro tipo sin experiencia arrojaría con todo tipo de garantías un resultado vergonzante.

Al final del final, la conclusión es sencilla: el deporte se mantiene porque el negocio avanza y todas estas decisiones, las expuestas en esta viruta, no han sido apenas deportivas, sino de lo otro. Así es como funciona.