Escándalo en el WTCR: el equipo campeón abandona por falta de seguridad

La decisión del equipo campeón, Lynk & Co, de abandonar el Campeonato con efecto inmediato es un torpedo a la línea de flotación de la categoría y que, además, se produce justo cuando visitan el trazado de Anillo del Rin, en Alsacia, de donde son los dos principales pilotos, el campeón actual Yann Ehrlacher y su tío Yvan Muller.

Esto deja la prueba, primera prueba en este circuito francés, con una parrilla de sólo una docena de pilotos, lo que contrasta con la buena salud de otras categorías internacionales y nacionales para coches de la categoría TCR.

La decisión no ha sorprendido. De hecho, tras lo sucedido en la carrera anterior en Vallelunga parecía cantado. Antes de la carrera, Yvan Müller ya advirtió que el Balance of Performance les llevaba perjudicando todo el año, que estaban yendo con el peso máximo y eso les perjudicaba.

Pero, sobre todo, el problema ha venido dado por los neumáticos, "que no se adaptan a las amplias variaciones de peso de los coches", comentó en Vallelunga el jefe del equipo y en el fondo achaca de ello al Balance of Performance –BoP–, que hace que los coches chinos pesen casi 100 kilos más que los coches más ligeros de la categoría.

En Nürburgring, donde debían correr en el 'Infierno Verde' con ocasión de las 24 Horas de Nürburgring, la carrera debió cancelarse después de los entrenamientos libres y la clasificación –que se hizo a regañadientes de pilotos y equipos– a causa de los problemas generalizados con los neumáticos que llevó Goodyear: pinchazos, deslaminaciones y reventones.

El problema ha estado latente desde entonces y volvió a darse de nuevo en Vallelunga, sobre todo en los Lynk & Co. Ni siquiera adoptando unos reglajes 'de seguridad' –aconsejados por Goodyear y a costa de la competitividad- el problema quedó solucionado.

Los responsables técnicos del equipo chino sostienen –en el fondo– que el problema no es de su coche, sino del peso que le imponen las reglas, más elevado que el de sus rivales.

El equipo tomó una decisión drástica, que recuerda la que en su momento se tomó en Fórmula 1 en el GP de Indianápolis de 2005, el GP de la vergüenza, porque los coches equipados con neumáticos Michelin se metieron en boxes tras la vuelta de calentamiento. Los Lynk & Co hicieron exactamente lo mismo en las dos mangas italianas.

No ha sido éste el único problema del Campeonato, que ha tenido que renunciar a toda prisa al periplo asiático que debía cerrarlo: Corea, China y Macao. Es posible que sin esta situación, que les deja sin posibilidades, la decisión de la marca china no hubiera sido tan drástica.

Está claro que urge un replanteamiento del WTCR y del BoP. De nada sirve hacer un buen coche si luego, en aras de la igualdad, te lo 'capan' o dan ventajas a tus adversarios y también sobre la goma única para todos o sobre el 'pliego de condiciones' que se exige a los fabricantes; quizás sea mejor neumáticos con prestaciones no tan rápidas, pero sin problemas.

Y también hay que plantearse si el señuelo de un 'Campeonato del Mundo' –bueno, Copa del Mundo– es compatible con las finanzas de los equipos, en teoría privados aunque tengan apoyo de las marcas. Históricamente, cuando los turismos han sido un campeonato mundial en lugar de un certamen continental, han acabado siempre yéndose al traste.

De hecho, los promotores del WTCC en su momento debieron abandonar sus reglas técnicas en aras de las reglas TCR –y cambiar el nombre a WTCR–, que puso en marcha Marcello Lotti tras abandonar la dirección del WTCC por discrepancias con los promotores al entender que los coches eran excesivamente costosos, tanto de compra como de mantenimiento y hacían inviable el Campeonato a corto plazo.

Y este año, el coste de la inflación –y las secuelas de años de covid-19– se está dejando sentir. Sólo 17 ó 18 coches regularmente en una parrilla que había llegado a tener más de 25.

Urge un cambio del timón.